CAPÍTULO 8

141 26 24
                                    

Problemas que hablan.

Elena.

—Háganse a un lado.—Me abro paso entre los espectadores anonadados y dejo caer mi bolso para comenzar a tomar sus cosas del suelo.

—¿Estás bien?—Tomo sus libros y me siento estúpida por haber preguntado algo así, está en el suelo, sollozando y posiblemente tiene alguna lesión de segundo grado a causa de la caída.

Ella levanta la cabeza y su dócil mirada que da la apariencia de ser un ciervo herido se transforma al verme, frunce el ceño y resopla como si mi presencia fuera un mal chiste.

—¿Qué acaso solo sabes meterte dónde no te llaman?—Gimotea apoyándose sobre sobre sus manos con la intensión de levantarse, quiero decirle que no se mueva, que voy a revisarla, pero me gruñe.

Me gruñe.

Decido darle su espacio aun sosteniendo sus libros contra mi pecho y espero a que se levanté lista para atraparla si pierde el equilibrio, las personas que solo se limitaron a ver lo que le hicieron ahora se acercan aún más para ver el espectáculo y me siento incómoda.

—Solo quiero ayudarte.—Murmuro mientras ella se sacude la falda, está muy molesta y puedo entender por qué, diablos la tiraron de una escalera, lo que no entiendo es porqué todo su enfado esta dirigido hacia mí.

—Sí, mandar a golpearme y luego venir a mi rescate, la perfecta Elena siempre cautivando a todo el mundo...—Su mandíbula se presiona con furia y su delicado rostro se contrae en una mueca nada agradable.

—¿Disculpa?

—¡Oh, no te hagas la desentendida! ¡Sabes perfectamente que fuiste tú, me odias!

—No, eso no es cierto...—Por primera vez me quedo sin palabras en frente de esta chica, su acusación claramente me sorprendió y el hecho de que todos a nuestro alrededor comiencen a murmurar no ayuda en nada.

—¡Claro que lo es, no quieres que este con Giovanni porqué lo quieres para tí!.—La mención de Giovanni me hace resoplar.

Quiero ser amable, quiero ayudarla y alejar a todos de aquí, quiero curar sus palmas magulladas, pero su actitud no ayuda ni en lo más mínimo.

—De todas las cosas estúpidas que has dicho esta es la más grande. Te comportaste como una lunática cuando nos conocimos y lo único que querías era usarme para llegar a Giovanni, yo no tengo la intención de quedármelo solo para mí, él no es un objeto, que te quedé bien claro. —Me acerco a grandes zancadas y presiono sus libros contra su pecho. —Tómalos, o los voy a soltar.

Estoy segura que está a segundos de escupir sobre mí, pero mira a sus alrededor y se limita a tomar sus cosas.

—Espero desde lo las profundo de mi corazón que termines como ella.— Su voz está cargada de odio y yo hago una mueca.

—¿Ella?

—Camille, ¿qué acaso no te contaron sobre ella?— De repente todos los murmullos son silenciados, miro a mi alrededor esperando ver a un Russo en específico o a mis amigos ya que son las únicas personas que conozco que pueden causar este tipo de silencio entre la multitud, pero no, no veo a ninguno de ellos.

—Ella se fue.—Digo con completa seguridad, volviendo a enfocar mi mirada en ella y una sonrisa sarcástica se asoma en sus labios.

—Si, se fue, pero al más allá. —Su sonrisa se ve tan reluciente al ver la expresión de mi rostro.

—Estas mintiendo.

—No, ellos no son lo que tú crees, perfecta Elena. Pregúntales.

Me niego a seguir escuchándola, volteo dispuesta a irme y reprendiéndome por acercarme en primera instancia, pero ella no ha terminado:

CAUTIVADORADonde viven las historias. Descúbrelo ahora