CAPÍTULO 5

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Con mi vida, señorita Montés.

Elena.

Salgo de cardiología, acomodo mi bolso y también la caja entre mis manos, la caja es más pesada de lo que esperaba y caminar con ella con tantas personas a mi alrededor no ayuda del todo.

 
Anoche después de contemplar todo (y probarme todo también) tome la decisión de empaquetar todo y devolvérselo a los gemelos, no puedo aceptarlo, es muy costoso y por mucho que lo quiero, realmente no lo necesito, tengo mis propios implementos de laboratorio, no son nada comparados a los que están en esta caja, todo es tan lujosos e increíblemente perfecto pero lo que yo tengo esta bien y e recibido suficiente ayuda de los gemelos como para quedarme con esto.

 
Trabajaré y compraré los míos, si, eso haré.

 
Entro a la cafetería y suspiro aliviada al ver a los gemelos ya sentados en una mesa, al parecer Matt nota mi presencia y levanta la mano en mi dirección, hace señas con la intención de que lo vea sin saber que ya los estoy mirando, los vi desde que entre, los gemelos son como la cereza que un pastel, llamativa y única, los reconocería en todas partes.

 
—Hola.—Saludo sentándome frente a ellos y dejando la caja en la silla de junto.

 
Los ojos de Giovanni están fijos sobre mi mientras esboza una pequeña sonrisa coqueta y los ojos del menos saltan de inmediato a la caja, incluso estira el cuello.

 
«Como si no supiera que es.»

—No puedo aceptarlo.— Suelto para llamar la atención del menor, ya que la atención del mayor ya la tengo desde que entre aquí.

 
—¿Qué dices?— La pregunta de Matt sale casi como un susurro y como si intercambiarán acciones, ahora la mirada de Mattheo esta sobre mi mientras Giovanni examina la caja.

 
—La caja.—Hago un ademán hacia esta para darle más énfasis.—Es muy lindo de su parte y estoy segura que tuvieron que batallar para encontrar mi talla pero no puedo aceptarlo, chicos, es demasiado.

 
—¿Qué dices. Elena?— Matt vuelve a repetir su pregunta, parece realmente confundido.

 
—La caja, el estetoscopio y la bata y...—Me detengo al darme cuenta que estoy gesticulando demasiado rápido y llamando la atención de todo el mundo, tomo un poco de aire y vuelvo a mirar a los gemelos.—Ustedes enviaron eso.

 
Señalo la caja, Matt parece que aún no cae en cuenta y Giovanni no deja de mirar la caja.

 
—¿Dónde exactamente la enviamos?— Pregunta el pelinegro.

 
—Oh vamos, Giovanni, enviaron esto a mi habitación, fueron ustedes y en serio lo agradezco pero de nueva cuenta...

 
—¿Qué tiene dentro?—El mayor ejecuta otra pregunta ignorando deliberadamente mi respuesta y estoy a nada de arrojarle la caja en la cabeza.

No me están escuchando, ya les dije que tiene dentro.

 
—Giovanni...

 
—Elena.

 
—Escucha baboso-

La carcajada de Mattheo interrumpe lo que iba a decir y su escandalosa risa pone en silencio toda la cafetería.

 
Genial ahora toda la atención esta puesta en esta mesa.

 
—Perdón, continúen.—Dice limpiándose un lagrima falsa.

 
Exhalo.

 
«Con estos dos no se puede.»

 
—Lo siento, siempre llamo así a mi hermano cuando me hace perder los estribos.—Me disculpo tomando un poco de aire, está estúpida caja me está volviendo loca.

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