Juntitos los dos

15. Las cartas

BPOV.

Cuando salí de la oficina de don Armando, las muchachas ya no se encontraban en el piso administrativo de Ecomoda. Seguramente estaban esperándome en la recepción, como se los había dicho. Y, claramente, ellas estaban que saltaban de la emoción por mi lectura de cartas. Yo, antes de conocer a Mariana, era un poco escéptica con todos esos cuentos de la astrología y no sé qué más, pero Mariana siempre había acertado tanto con mis predicciones que yo ya no podía más que estar tremendamente nerviosa. Si bien todo entre el doctor y yo estaba muy bien, era cierto que apenas nos habíamos reconciliado hace un día, ayer para ser exactos. ¿Y si las cosas entre nosotros no funcionaban? No quería ni pensar en eso porque algo dentro de mí me dolía inmensamente ante la idea.

Ya había pedido el ascensor y estaba llegando al primer piso. Apenas este se abrió, escuché la algarabía característica de las del cuartel. Allí también se encontraban Freddy y Wilson.

—Óigame, señorita vidente, me siento completamente rechazado por mi género. ¿Cómo es eso de que en la lectura de cartas solo pueden estar las damas? ¡No, pues! ¡El hembrismo! — decía Freddy, al parecer quejándose porque le habían negado la asistencia a nuestra lectura de cartas. Yo me reí y me acerqué a ellos.

—¡Ay ya, Freddy! ¡Qué estrés con usted! Vea, mejor váyase a almorzar y luego hablamos — dijo Mariana, tratando de deshacerse de él.

—Ay si, grillo. Vea que nos va a coger la tarde. Nosotros nos vemos ahora y yo le prometo que le cuento todo, ¿sí? — le decía Aura María mientras se colgaba de su cuello. Esa acción básicamente embelesó a Freddy, quien estaba perdida e innegablemente enamorado de ella. Ellos también se habían reconciliado el día anterior y yo podía afirmar que se sentían casi como Armando y yo nos sentíamos.

—Está bien, pero solo porque mi reinita lo dice. Wilson, vámonos a almorzar que nos quedamos sin lugar en el Corrientazo. ¡Corra a ver! — Freddy le dio un corto beso a Aura María en los labios y acto seguido se fue en compañía de Wilson.

—¡Cómo así que al Corrientazo! Van a ir a chismosear nuestra lectura de cartas — dijo Sofía.

—No, no, no, cómo se le ocurre que vamos a llevar a la presidente de Ecomoda al Corrientazo, ¿usted está loca? — exclamó inmediatamente Sandra mientras miraba a Sofía con incredulidad.

—¡Ay sí! Además hoy tenemos que celebrar muchas cosas. ¡Empezando porque la peliteñida se fue! — Bertha prácticamente dijo eso gritando y todas soltaron una carcajada. Yo apreciaba el momento con una sonrisa en la cara. No podía evitar estar nerviosa por lo que iba a pasar en unos minutos, tanto el interrogatorio de las del cuartel como la lectura de cartas.

—Muchachas, no se preocupen por el lugar, eso es lo de menos. Mejor vayamos saliendo ya que se nos agota el tiempo y esta tarde hay mucho trabajo que hacer — dije alzando un poco mi voz para que me escucharan entre la algarabía. Todas resoplaron y empezaron a salir mientras preguntaban adónde íbamos a ir. A mí se me ocurrió un sitio que quedaba cerca a la empresa pero que no era ni del estilo del corrientazo ni de, por ejemplo, restaurantes de elite como el Le noir. Era un restaurante un poco de clase media, tranquilo y dentro de todo económico.

—Vamos, yo sé dónde podemos ir. Y podemos ir caminando — todas me siguieron, mientras continuaban hablando entre ellas. Aura María se me acercó y me agarró de gancho.

—Betty, mija... ¿ustedes qué estaban haciendo ayer en esa oficina, ah? — dijo en un susurro para que solo yo escuchara. Yo la miré y abrí mis ojos de par en par. No pude evitar contener una risa y podía jurar que me había puesto roja como un tomate. Aura María desde siempre había sido una gran amiga, aún con sus locuras y sus imprudencias. Podría decir incluso que ella era mi amiga más cercana de todas las del cuartel, con la que sentía una unión especial.