3. Mi Betty

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BPOV.

Mi respiración estaba agitada. Mi pecho subía y bajaba rápidamente y todo mi cuerpo estaba bajo el dominio de una tensión que me parecía deliciosa. El contacto de don Armando generaba en mí un efecto electrizante. Estaba completamente ida, perdida en sus besos, sus caricias, su cuerpo, su olor. Todo él. Por un momento había olvidado que estábamos en la Oficina de Presidencia de Ecomoda y que, pese a que eran más de las 6 de la tarde, probablemente aún había mucha gente pululando por los pasillos. Especialmente las muchachas del Cuartel y, cómo no, Nicolás, que solía esperarme para salir juntos de la empresa, o por lo menos para hablar un poco acerca de los acontecimientos del día. Esta vez no fue la excepción, Nicolás estaba tocando la puerta de mi oficina, mientras yo estaba en el sofá, con don Armando encima de mí, prácticamente desnudos y en medio de una posible faena. Cuando escuché a Nicolás al otro lado de la puerta, llamándome repetitivamente, me sobresalté. La puerta tenía seguro, es verdad, pero yo era lo suficientemente reservada como para no querer que la gente de Ecomoda pudiera sospechar algo de lo que estaba pasando tras esas paredes. No supe cómo reaccionar, no supe qué más decir así que preferí decirle a don Armando que nos fuéramos de la empresa. Él, con algo que parecía ser decepción en su rostro, me miró y cedió ante mi petición.

Empecé a sentir vergüenza por la situación en la que me encontraba: desnuda de la cintura para arriba, completamente expuesta. Todo esto era muy nuevo para mí, así que casi que por instinto lo que empecé a hacer fue buscar el modo de cubrirme. Don Armando, de un modo bastante caballeroso, pareció percatarse de mi perceptible incomodidad y con lo que me pareció a mí una ternura preciosa, empezó a vestirme en silencio. Yo le ayudaba un poco, pero me parecía una escena digna de dejar ser libremente: Armando Mendoza vistiendo a una mujer, en lugar de desvestirla. ¿Quién lo imaginaría? El doctor no perdía oportunidad para besarme mientras me ponía mi ropa y yo tampoco me reservé, aproveche para continuar acariciándolo. Mientras hacíamos eso en completo silencio, escuché otra voz al otro lado de la puerta. Era Aura María:

—Ay, don Nicolás, qué pena con usted... p-pero es que yo creo que Betty está como ocupadita allá adentro... — pude percibir el tono un poco perverso con el que Aura María decía esas palabras.

—Sí, señorita, eso parece. Lo único es que me parece extraño que esté la puerta bajo llave, ella no suele encerrarse... ¿no será que algo le pasa? — Nicolás sonaba preocupado y entonces fue en ese momento cuando caí en la cuenta de que él no estaba enterado de lo que había pasado entre Armando y yo. No lo había visto desde la mañana y él no había estado en Producción, cuando todo ocurrió.

—Ah no señor... tranquilo, no creo que le esté pasando nada malo— Aura María se rió y continuó diciendo — Ella está ahí con el doctor Armando.

Para cuando Aura María estaba terminando de hablar, Armando y yo ya estábamos terminando de vestirnos. Estábamos de pie, acomodándonos un poco el cabello y las gafas.

—Bien, mi doctora Pinzón... salgamos de aquí ya mismo — dijo, haciendo notar su desespero y me plantó un corto beso en los labios. Yo me reí, cogí mi bolso y caminé hacia la puerta. Al abrirla, nos encontramos con Nicolás y Aura María, aún ahí afuera. Aura María, que estaba mordiendo un lapicero, nos dirigió una mirada bastante picarona. Es claro que su mente perversa podía intuir qué era lo que estaba pasando allá adentro. Yo aclaré mi garganta para hablar.

—Nicolás, perdón por no responder. Don Armando y yo estábamos resolviendo algunas cosas... —la voz se me desvanecía mientras decía esas palabras, era un poco bochornosa la situación. Yo era pésima para disimular y mi cuerpo apenas estaba recuperándose de lo que había pasado hacía unos minutos. Tuve que mirar hacia otro lado para evitar las miradas curiosas de Nicolás. Escuché como Aura María soltaba una risa y pensé que podía leerle ahora mismo la mente.

Juntitos los dosDove le storie prendono vita. Scoprilo ora