Capítulo 4.

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Derek Millton.

-Ese imbécil -susurré-, ¿quién se cree que es?-seguí caminando, intentando no pensar en su declaración-. No puedo creer que un Alfa se me haya declarado. Es asqueroso, es...-me detuve en la entrada de mi departamento-enfermo.
Abrí la puerta y la azoté.
Sentía una serie de pensamientos turbios y barahúndos.
¿Qué le pasa a ese Alfa? Confesándose así sin más...
Qué mierda.
Mi celular sonó y contesté.
Era mi novia.
-Cariño -dije-. Qué milagro.
-Llamo para saber cómo está mi Alfa.
-Este Alfa siempre está bien -reí-. ¿Y mi Omega?
-Lo mismo digo-rio-. ¿Estás ocupado o...?
-Sí-apresuré a decir, aunque no supe el porqué de aquella mentira-. Sí, lo...lo estoy.
Ella chilló.
Un dolor en el pecho se introdujo en mí.
-Qué lástima-había una voz al fondo, ¿quién era?
-Tendrás que esperar -reí y me relamí los labios.
-Entonces, llámame cuando estés libre, ¿bien?
-Sí..., lo haré -colgué, justo cuando escuché que estaba a punto de decir una despedida. Un "te amo".
Tragué saliva.
Sinceramente no me sentía bien para hablar con ella; y es que aquel Alfa no se me quitaba de encima. No podía borrar su expresión tan serena, tan viva y...¿feliz? Sentía que él sentía felicidad, pero, ¿por qué?
Como sea.
Me metí a bañar y, terminando, decidí dormir y no comer.
Mañana...
Mañana lo olvidaré.
Todo.
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-¿Escucharon del nuevo profesor que está en la clase B?-dijo la voz de una Alfa de por ahí.
-Sí, es tan guapo que desearía tenerlo -respondió una de sus acompañantes.
-Pero eres Alfa.
-Lo sé, pero aún así...-se mordió el labio inferior, reprimiendo las ganas de un deseo inmenso que se generaba en ella.
-Oigan, ¿de qué profesor hablan?-intervino Kevin, levantándose de su asiento y dirigiéndose hacia ellas.
-¿Eh? ¿No sabes? El director acaba de aceptar a un nuevo profesor Alfa. Es alto, corpulento, de cabello rubio y ojos verdes.
-Bueno, eso fue mucha explicación. ¿De qué clase es?
-B.
-¿E...es de la nuestra?-volteó a verme.
-¿En serio? ¡Qué afortunados!-chilló.
¿Un nuevo profesor?, pensé. ¿A casi apunto de terminar el semestre? ¿Quién será?
Cabello rubio...
Ojos verdes...
Corpu...
¡Espera! ¿Es él? ¿Será él?
Me levanté rápidamente de mi asiento, sobresaltando a los demás.
-¡Derek! ¿Qué sucede?-dijo Kevin.
-Tengo que irme -recogí mis cosas y me marché.
-¡Espera...!
Necesitaba saber si era él; si era verdad lo que decían con respecto a él.
¿Profesor? ¿De cuándo acá se hizo uno? ¿O ya lo era?
Recorrí el campo verde olivino que rodeaba la universidad, llena con unos cuantos sicomoros que raspaban su sombra con todo lo que se le interpusiera.
En uno de los bancos solitarios que estaban a la vista de las ventanas de los salones, justo al lado de un manzano, pude notar a un hombre de traje sentado ahí mismo. Reposando ante el fascinante veraniego en el que estábamos.
Cabello rubio.
Rubio.
¿¡Es él!?
Me acerqué cuidadosamente, sin intensiones de llamar su atención en lo absoluto, pero fue en vano.
-Veo que te acabas de dar cuenta -su voz...su voz era justamente la de aquel Alfa que se me había confesado.
Volteó y...
Y definitivamente pude ver que era él.
Esos ojos, esa mirada...
¿Cómo podía olvidarla?
-¿Qué haces aquí?-gruñí, sereno.
-No vine aquí por tí, si es lo que te preguntabas.
-¿Entonces?
-Ahora trabajo aquí, ¿algún problema?
No dije palabra alguna.
-Bien -continuó-, si eso es todo lo que tienes por decir, te veo en clase después del receso -se levantó debidamente, pero antes de si quiera dar el tercer paso, lo detuve.
-¿Y piensas trabajar en esta universidad...que es de Alfas?
Volteó a verme sereno.
-¿Qué es lo que intentas decirme?
-Te gustan los Alfas, ¿no? Podrías cogerte a cualquiera de aquí. Así que...será mejor que te vayas a donde no hay Alfas -reí.
Pero después paré.
Esa mirada..., tan fría, penetrante...
-Yo no escojo a cualquiera -se acercó a mí, pero no retrocedí. Me mantuve firme, como todo Alfa-, solo a los de mi agrado -posó su mano en mi pómulo derecho y después sonrió malvadamente, como queriendo vengarse de mí, no sé-. Y tú eres uno de ellos.
¿Qué?, pensé.
-Ja. No me jodas -quité bruscamente su mano y la mantuve en mi palma-. Si tanto te gusta jugar a perseguir Alfas de tu agrado, entonces, ¿por qué no mejor jugamos?-no me iba a dejar llevar. Veremos hasta dónde dura esto.
Besé su mano y lo miré fijamente, todo para burlarme de él y poder ver su reacción.
Seguía igual de seria, pero...¿por qué sentía que estaba feliz?
-Entonces hagámoslo -quitó su mano y el timbre de la universidad, que anunciaba que el receso había culminado, sonó-. Te veré en mi clase, cariño -guiñó un ojo y se marchó.
-Enfermo -susurré. Que te guste tu misma especie...¿Cómo? Es inaceptable, pensé.
Inaceptable.
Ina...
Y lo seguí por detrás.
Iba seguirle el juego, y una vez lo haya hecho elevarse demasiado, en el momento en que menos se lo espere, lo haré caer tan fuerte que nadie podrá encontrar las piezas quebradas; no podrá levantarse.
Apreté mis dientes y dejé salir mis colmillos.
-Sí -susurré-. Te haré caer fuertemente..., profesor "Amor Alfa".

El amor de un Alfa.Where stories live. Discover now