Capítulo 1.

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Tyler Kerlsonn.

Desde pequeño siempre me han llamado la atención los Alfas. No tenía un porqué exacto, pero suponía que era porque los Omegas eran débiles, sumisos y pequeños y ellos no; fue entonces cuando mis padres me daban Omegas y más Omegas para ver si cambiaba de opinión. Incluso me llevaron con un psicólogo y doctor porque para ellos, que me gustaran los Alfas, no era normal. ¿Pero a quién le importa? Simplemente nací con una atracción hacia ellos, aunque yo sea uno de ellos.
Me gustaba cómo dominaban a los Omegas y Betas; me gustaba ese enorme cuerpo que tenían y ese poder.
Yo era un Alfa, y tenía justamente esas cualidades que me gustaban de los Alfas.
Qué curioso.
Pero...
Había un Alfa que había llamado mi atención.
Era uno hermoso, grande. Un verdadero Alfa.
Cada vez que iba a mi trabajo, lo veía salir de la universidad Hermstonn; lo vigilaba, lo acosaba.
Siempre estaba con chicas a su alrededor y con unos cuantos Alfas también a su alrededor. Me enojaba que estuvieran con él, que lo tocaran y lo hicieran reír.
Lo quería para mí.
Solo para mí.
También sabía que tenía una novia: una linda y pequeña Omega con un buen cuerpo. La odiaba tanto que deseaba matarla y encerrar a mi Alfa para poder tocarlo y verlo solo yo.
Pero era imposible.
Él no me conocía, y yo solo lo veía todos los días e intentaba investigar acerca de él.
Me dolía el corazón el no poder tenerlo conmigo.

Era solo un capricho de un Alfa.

Miré el reloj negro de mi muñeca izquierda mientras salía de mi empresa. Eran las 3 de la tarde, justamente la hora a la que salía aquel Alfa que me tenía loco.
Estando en la esquina de la universidad con mi McLaren 720S, enfoqué mi vista para después verlo salir con su estúpida novia, quien la esperaba ahí afuera.
Apreté el volante y mis colmillos no tardaron en salir.
Salí del auto y me apoyé encima de este para poder prender un cigarrillo y fumar.
Escuché atentamente la plática que tenía con su novia mientras lo agarraba del brazo.
-¡Cariño!-dijo ella-. Vayamos a comer algo. Tienes hambre, ¿no?
-Claro-dijo, mostrando una sonrisa que solo hizo que me enojara más.
Esa sonrisa solo deberías de dedicármela a mí, pensé.
Los ví irse hacia allá, más adelante de mí, caminando. Entonces, dejé caer mi cigarrillo y lo pisé, saqué mi celular e hice una llamada.
-Jefe, ¿qué sucede?-contestó Jeff.
-Dile a mi padre...que no iré a casa hoy.
-Se lo haré saber, pero...¿se puede saber el porqué?
-Tengo unos pendientes por resolver. No me esperen-colgué, justo antes de escuchar un "espere" de parte de él.
Subí al automóvil y empecé a seguir a mi Alfa.
Al cabo de unos minutos, después de esperar a que saliera del restaurante, pude ver que dejaba a su novia frente a su casa, con un parque enfrente.
-Nos vemos mañana-dijo él, dándole un beso de despedida.
Me controlé.
Juro que lo hice para no matarla.
-Adiós-rio ella.
La voz de aquel Alfa también era perfecta: gruesa, potente. ¡Cuán maravilloso sería tenerlo gimiendo solo mi nombre!
Estacioné mi automóvil no muy lejos de ahí, y caminé tranquilamente por el parque, donde estaba él haciendo lo mismo.
Él estaba atento a su celular mientras caminaba con los audífonos puestos. Caminé en dirección hacia él y, de un momento a otro, hice que nuestros hombros se toparan, pudiendo detenernos a ambos.
Y ahí estaba.
Sus ojos, tan azules y hermosos, brillantes ante el atardecer; sus labios, tan rojizos y deseables posando en aquel rostro sosegado.
Estaba penetrándome con su mirada, escudriñándome.
Se quitó los audífonos y habló.
-¿No tiene algo qué decir?-¡Oh, su voz!
No tenía expresión alguna en mi rostro. No estaba sonriendo, no solía mostrar mis emociones delante de los demás.
Pero por dentro...
Por dentro estaba jodidamente feliz de poder verlo de cerca y hablar aunque sea un poco con él.
De tenerlo así de cerca.
-¿Cómo qué?-respondí, intentando no mostrar la efusividad que se creaba en mí.
-¿No fuiste tú el que chocó conmigo?-guardó su celular, con el ceño fruncido.
¡Guardaré todas tus expresiones!, pensé. Lo prometo.
-Los dos lo hicimos-dije.
-¿Eh? Fuiste tú el que no vio por dónde iba.
-No, tú estabas en el celular distraído. Así que tú deberías de disculparte.
-¿¡Buscas pelea!?-gritó.
Me acerqué a él, mostrando con facilidad que no había ninguna diferencia de estatura entre nosotros.
Era jodidamente mi tipo.
Era jodidamente mi Alfa.
-Eres hermoso-susurré, aunque sabía claramente que me había escuchado.
Los Alfas teníamos un oído excepcional.
-Estás enfermo-rio, alejándose de mí-. Ey, si estás en celo, será mejor que te consigas a una perra-me miró, estando de espaldas-. Eres de ese tipo de Alfa, ¿no?...Que está con cualquiera.
Fruncí el ceño.
-¿Con cualquiera?-dije. Agarré fuertemente su brazo y dije-: yo no estoy con cualquiera. Odio a los que piensen así.
-¿No?-se quitó de mi agarre-. Mejor lárgate a molestar a alguien más, porque yo no estoy para esas mierdas.
Nos miramos intensamente, intentando adivinar quién iba a dar el siguiente paso.
No puedo dejarte ir, pensé. Pero si sigo insistiendo...podría hacer que me odies.
-Entiendo-dije, dando la vuelta-. Dicúlpame. Me retiraré.
Me fuí de ahí, pudiendo sentir una opresión en mi pecho.
¿Qué puedo hacer para acercarme a él?, pensé.
¿Qué puedo hacer para tenerte?

El amor de un Alfa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora