Capítulo 11.

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Tyler Kerlsonn.
Estaba en el baño de mi departamento masturbándome pensando en Derek. No podía creer lo que estaba haciendo después de lo que le había hecho. Sabía que estaba mal, que lo había obligado, pero aquella expresión suya no se me borraba de la mente: quería tenerlo así de nuevo, pero eso estaba mal.
No, yo no soy así. Pero entonces..., ¿por qué?
¿Por qué siempre soy el único al que realmente le interesa tener una relación? ¿Por qué soy el único al que realmente le importa esto?
-Mm...Ah -gemí, mirando mi mano llena de semen-. Esto está mal -me limpié y salí del baño.
Me acosté en la cama y por un momento volteé al otro lado de la cama esperando verlo ahí durmiendo plácidamente.
Sentí un dolor en el pecho y volteé hacia el otro lado.
-¿Qué fue lo que hice? -dije, posando mi mano en mi rostro.
Ahora, por aquella supuesta "broma", ya no iba a poder verlo más, ni hablar con él y mucho menos tocarlo.
Genial, Tyler, pensé. Lo has arruinado todo.
Y es que ya llevábamos días sin dirigirnos una palabra. Quería hablarle al respecto, quería disculparme, pero era inútil y él siempre se alejaba.
¿Debería de esperar a que las cosas se normalicen? ¿Debería de seguir insistiendo en querer hablar con él y disculparme?
Él no era de esa gente que iniciaba primero la conversación: era serio, gruñón y directo.
Sonreí.
¿En qué estoy pensando?, pensé. Ni siquiera lo conozco bien.
Vi la hora en el reloj: 1:20 A. M. Y ni siquiera podía dormir.
Quería volver a sentir aquella sensación de cuando lo tenía debajo de mí.
¡No! ¡Estaba mal pensar en él de esta forma! Lo arruiné todo y...¿aún así quiero más?
Dios, no sé qué me estaba pasando.
Cerré los ojos y esperé a que la oscuridad me inundara por completo.

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Es viernes. Estaba realmente mal: no quería volver a casa ni a mi empresa. Quería verlo, tocarlo, hablarle, pero sabía que tenía que rendirme con ello.
Y entonces, él apareció apoyándose en el umbral de la puerta.
-D...Derek -mencioné, mirándolo fijamente.
Las clases ya habían acabado y estaba recogiendo mis cosas.
-Ni creas que vine por tí. Se me olvidó algo -respondió, entrando al salón.
Suspiré decepcionado, y estando él en su escritorio, dio una mirada a la ventana para después llegar a mí.
-Oye...
Lo miré de nuevo.
-Mm...¿cómo decirlo? -susurró, tocándose la parte de atrás del cuello. Por la cervical-. Verás, mis amigos y yo iremos este fin de semana al bosque y dormiremos en unas cabañas, y...
-¿Sí? -dije, emocionado con la idea de que me fuera a invitar.
-Buenos, la cabaña es de 5 personas, nos falta una y...no tenemos a alguien más a quién invitar a excepción de tí, así que... -lo miré con intensidad-, ¿quieres venir?
Había desviado la mirada hacia la ventana de su izquierda; estaba sentado en la esquina de su escritorio con los brazos cruzados.
Una enorme sonrisa se apareció en mi rostro.
Después de varios días sin hablarnos...estaba él aquí invitándome a salir. ¿¡No es eso asombroso!?
-Oye, deja de mirarme así, ¿quieres? -dijo, levantándose junto con una libreta en su mano, dirigiéndose hacia la salida-. ¿Vienes o no?
Nos quedamos en silencio por un momento, mirándonos.
-Sí...-lo miré con una enorme sonrisa-, por supuesto que iré.

El amor de un Alfa.Where stories live. Discover now