Capítulo 6.

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Derek Millton.

¡Mierda! ¡Y más mierda!
¿¡Que no considero sus sentimientos!?
¿¡Que ni siquiera me importa!?
Jódete.
-Maldición -susurré, entrando a mi habitación desesperadamente y arrojando mi mochila al suelo-. ¡Maldito seas, Alfa de mierda!
¡Odio a los Alfas!, pensé. Por eso siempre he luchado toda mi vida para poder ser el mejor Alfa y poder aplastar a Alfas como él.
Pero...
Ese rostro...
¿Por qué puso esa expresión?
Esa expresión tan inolvidable.
-¡Ah! Entre más lo pienso peor -gruñí, alvorotando mi cabello.
Justo ahora estoy tan enojado que tengo ganas de follar a alguien hasta partirlo a la mitad, pensé.
Ya había hecho eso anteriormente con mis demás novias. La que tenía era la 5, y no era la excepción.
Solo la usaba, pero para un Alfa, el no tener a una Omega, era como un pecado (prácticamente).
Agarré mi celular y le hablé a Coraline.
-¡Derek! ¡Cariño!
-Ah, hola -dije, sin ánimo de seguirle el juego.
-¿Sucede algo?
-Quiero hacerlo.
-¿Qué?
-Ya escuchaste, quiero hacerlo -gruñí.
-E...está bien pero no te enojes. Voy a tu casa.
Colgué.
Me recosté en la cama, suspirando a su vez, y extendí mis brazos, quedando en forma de un espantapájaros.
-Mierda -susurré.
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Salí de la regadera y me vestí rápidamente, poniéndome un pantalón pisado, unos botines, camisa negra de mangas largas y una chaqueta negra.
-¿A...a dónde vas, amor?-dijo Coraline, levantándose de la cama desnuda y llegando detrás de mí para abrazarme.
-Tengo ganas de ir a beber -dije, terminando de alistarme-. Quítate.
-Pe...pero aún podemos seguir. Puedo hacer lo que quieras, amor.
-Coraline, déjame -la quité y abrí la puerta, y la miré.
-Puedes ver todo lo que quieras -dijo.
-Vístete, por el amor de Dios -agarré su blusa que estaba tirada y se la lancé-. Para cuando vuelva quiero esté todo en orden y que ya no estés aquí, ¿comprendes?
-¡Pe...! ¡pero...!
-¿Comprendes?-usé mi voz de Alfa, asustándola más.
-Sí -musitó.
Azoté la puerta y bajé las escaleras rápidamente para dirigirme al bar que solía ir en la preparatoria.
Lo sé.
¿Bebiendo desde la preparatoria? ¿Estoy loco? Sí, tal vez.
Arranqué mi auto y fuí.
Para cuando llegué, ya eran las 9 P.M; no estaba tan lleno, y no me sorprendía porque aún era temprano para beber. Pero me importaba una mierda.
Ya había tenido sexo, ahora me faltaba beber, ¿no?
Y lo peor de todo es que su rostro no lo olvidé mientras lo hacía, pensé.
Y advertí que volví a recordarlo. Alejé rápidamente ese pensamiento.
-Definitivamente estoy loco.
Llegué a la barra donde se servían las bebidas y me senté en una de las sillas de ahí.
-Aún es temprano para beber, Derek -dijo Erwin, un amigo mío desde la preparatoria: cuando venía en aquellos tiempos, siempre me atendía, y nos fuimos conociendo.
Era un beta, pero no era del todo desagradable tenerlo cerca. Era más como...un respiro para quitar el estrés.
-Lo sé, pero por un problema que sucedió me veo obligado a hacerlo ahora -reí.
-¿Qué sucedió?-dejó un trapo blanco de la mesa, el que usaba para limpiar.
-Ah, nada relevante, realmente. Simplemente...negocios -sonreí.
-¿Negocios?-agarró un vaso, listo para servirme lo de siempre.
-Sí. Hubo un imbécil que se negó a pagar; ahora lo quiero muerto -agarré el vaso y me lo tomé todo rápidamente-. Otro.
Me volvió a servir.
-¿Y qué clase de negocio fue?
-Na, simplemente le vendí algo a menor precio por el actual a cambio de su Omega, pero el idiota ni siquiera pudo pagarlo por el límite de tiempo que le dí. El imbécil era tan pobre -volví a tomarme todo rápidamente y le mostré el vaso para que me sirviera el tercero.
Esto ya me estaba dando efecto.
-¿Por una Omega? Realmente estás loco por ellas -volvió a servirme, por cuarta vez.
-Sí. Son jodidamente excitantes -reí y de pronto recordé el rostro de aquel Alfa-. Mierda -me tragué la quinta bebida rápidamente y se lo mostré a Erwin.
-No deberías de beber tanto. Mírate, ni siquiera soportas el alcohol.
-Tú solo sírveme -gruñí con el ceño fruncido.
-Derek, ya vas por la sexta ronda y ya estás ebrio. ¿De verdad..., sucedió algo? Tú no eres de los que beben así.
-Sírveme.
-Derek.
-¡Que me sirvas de una maldita vez!-mi voz de Alfa fue tan impactante que intensificó el ambiente, cambiándolo completamente por uno silencioso y lleno de pavor; la poca gente que había volteó a verme, asustada o furiosa. Las y los Omegas se estremecieron e hirguieron la espalda, como si les hubiera dado un latigazo súbitamente.
-Está bien, pero no espantes de esa forma a mi clientela -respondió Erwin, sirviéndome con aquellas manos temblorosas que antes estaban tranquilas.
-Gracias -susurré y me lo bebí todo-. ¡Ah!-dejé el vaso en la mesa y me estiré.
-Me largo -dije, levantándome y perdiendo el equilibrio en el momento.
-¡Derek!-me sostuvo Erwin, pero lo quité rápidamente porque me recordó a ese Alfa.
-¿Qué mierda me pasa?-susurré, posando mi mano izquierda en mi cabeza.
-¿Estás bien? Puedes quedarte a descansar. Te puedo traer un vaso con agua y...
-No.
-Pero...
-Dije que no. No me hagas repetirlo-continué con mi voz de Alfa.
-S...sí -dijo, titubeante.
Y, justo cuando pasé por el umbral, me desequilibré y, antes de caer al suelo, un hombre me sostuvo.
Un Alfa.
-¿Estás bien?-su voz era suave, grave, muy masculina y dulce. Era tranquilizadora. Y me recordaba a alguien; llevaba un abrigo negro con una camisa de traje color negro y un pantalón de traje del mismo color que su camisa al igual que sus zapatos.
Su cabello era rubio y sus ojos...verdes.
Y su aroma era refrescante, dulce y tranquilizador.
Su mera presencia causaba sosiego.
-Sí, gracias -me levanté pero me volví a desequilibrar y volví a caer en los brazos fuertes de ese Alfa.
-Cuidado. Estás muy ebrio. Ven, te ayudo -me agarró de la cintura y posó mi brazo alrededor de su cuello para usarlo a él como apoyo.
-Puedo hacerlo solo -mis ojos seguían el caminar de nuestros zapatos. No quería voltear a verlo y pensar que ese hombre era aquel Alfa.
No quería eso.
Pero una parte de mí sabía que era él.
-No. Apenas puedes caminar.
-¿A dónde vamos?-todo estaba un poco borroso y tenía ganas de vomitar.
-A mi casa.
-¿Tu qué?-mierda, pensé.
-A mi casa.
-¿Por?-voy a vomitar.
-No creo que estés en condiciones de decirme en dónde vives, ¿o sí?-rio, y una oleada relajante me rodeó.
Esa sonrisa...
-No.
-Bueno.
-Quítate -dije, antes de llegar por completo a su auto.
-¿Eh? ¿Qué sucede?
-Quiero...vomitar.
-¡Vomita en cualquier parte menos en mi auto!-gritó, jalándome hacia otro lado lejos de su auto.
Entonces, vomité.
Y volví a vomitar.
-Mierda -dije, agachado para vomitar.
Él estaba detrás de mí agachado, sobándome la espalda como para tranquilizarme. Y lo estaba logrando.
Era como...una forma de consolarme.
-Espera aquí, creo que tengo una botella de agua en el auto -se levantó y se fue.
Me limpié la boca.
Qué ridículo me estoy viendo, pensé: un Alfa como yo...siendo tratado así solo por estar ebrio. Definitivamente me volví loco.
-Ten -agarré la botella y bebí el agua que quedaba, pero una parte la usé para limpiarme la boca.
-¿Ya estás mejor?-le dí la botella para que la tirara en el bote de la esquina.
-Sí, gracias.
Me levanté, pero aún necesitaba reposo. Sentía que me iba a explotar la cabeza.
-¿Te duele?
-¿Qué?
-La cabeza -dijo, señalando la suya.
-Ah, sí, pero no es nada, simplemente es como un masaje para mí -reí, aún sin mirarlo directamente.
-No deberías de aguantarlo -sus manos tocaron mi frente tan rápido que no pude darme cuenta.
Miré el piso.
-Dime..., Derek...
¿Cómo sabía mi nombre?
-¿Qué?-musité.
No es posible...
-¿Por qué evitas mi mirada?
¿Su mirada?, pensé. ¿De qué habla?
-¿Cómo?
-¿Por qué evitas el querer mirarme? Ya debiste de haberte dado cuenta de quién soy, ¿no? ¿Es por eso?
¿Ya debí? ¿Entonces...entonces no era una alucinación?
-Vamos, mírame, Derek. Ve quién es el Alfa que está frente a tí.
Su mano se dirigió a mi barbilla y me fue subiendo la cabeza hasta verlo directamente a los ojos.
¡No puede ser!
¡Es él!
¡Ese jodido rostro que no he podido olvidar!
¿Qué hace aquí?
-Tú...Profesor...
-Tyler, por favor -rio-. Puedes llamarme así.
-¿Qué haces aquí?
-Eso debería de preguntarte yo. Simplemente vine a beber como cualquier adulto.
-No me jodas.
-Tenía ganas de hacerlo -se relamió los labios-. ¿Y tú qué hacías bebiendo? ¿Eres un estudiante universitario y ya estás con la mala vida? Aún tienes un futuro por delante.
-Y eso qué te importa -me alejé de él he intenté caminar hacia el lado contrario de él.
-¿A dónde vas? Sigues ebrio.
-Me largo a mi casa. Y me importa una mierda si lo estoy.
-No estás en condiciones de manejar, al menos déjame llevarte.
-¿Y arriesgarme a que sepas dónde vivo? Ni loco -me sostuve del farol de la esquina.
-Derek, solo quiero ayudarte.
-Pues no lo hagas. Jamás te lo pedí -pero cuando iba a cruzar la calle, me sostuvo y dijo:
-Lamento tener que recurrir a esto pero me obligaste -y me cargó al "estilo princesa".
-¿¡Pero qué...!? ¡Suéltame maldito homo!
-Y estoy orgulloso de ello -rio.
-¡Jódete!-mi cabeza, pensé-. ¡No quiero ir a la casa de un maldito homosexual que le gustan los de su misma especie (Alfa)! ¡Es asqueroso!
Se detuvo abruptamente, justo frente a la puerta abierta del copiloto.
El silencio gobernó por unos instantes.
Y me arrojó bruscamente al asiento.
-Agh -gruñí.
-Escúchame bien -su rostro se serenisó súbitamente, y una oleada eléctrica me llegó-. Me vale una mierda si piensas igual que los demás, o incluso peor, pero mi esfuerzo por tenerte no terminará jamás.
-¿Qué?
-Aunque pienses así de mí, aunque seas completamente heterosexual, o aunque seas asexual, seguiré jodiéndote continuamente para poder tener un lugar en tu corazón; no me importa si al menos soy un amigo más entre los muchos que hay; no me importa si solo soy tu simple profesor a propósito; pero por favor...-posó su mano en mi cabello, enredando sus dedos entre las hebras ennegrecidas rebeldes que no mantenían el peinado-, consígueme un lugar dentro de tí.
Nos quedamos en silencio por varios segundos que para mí fueron eternos.
Tenía los ojos bien abiertos, expresando mi sorpresa en sus palabras. ¿Que quería qué? ¿Por qué? ¿¡Pero por qué!? ¿¡Por qué yo!?
¿No le importaba cuantas veces lo rechazara? ¿Jamás se rendiría?
No me jodas.
Este Alfa...realmente es increíble.
Suspiré.
-Si ya terminaste, vámonos -mencioné, quitándolo de la puerta para cerrarla-. Me está empezando a doler la cabeza.
Él no dijo nada y simplemente se fue con un "piensa en lo que te dije".
Después nos fuimos.

El amor de un Alfa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora