Capítulo 8.

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Derek Millton.

¿Yo, depertando en la cama de otro Alfa? ¿Qué mierda pasaba conmigo? ¿Qué mierda pasó anoche?
Me había despertado con una resaca horrible que ni tiempo me dio de averiguar qué había pasado y cómo había llegado a la casa de...Tyler.
Justo ahora habían terminado las clases, he ignoré todo el jodido día a ese idiota. Pero no podía dejar de mirarlo durante su clase.
¿Por qué?
-¿Te sientes bien?-preguntó Kevin, dándome un ligero golpe en el hombro.
-De lo mejor -mentí. Realmente no tenía ganas de nada.
-Genial, ¿vamos a comer?
-Tengo que ir a...
-Trabajar -terminó mi frase, suspirando en su momento.
-Si ya lo sabes, ¿entonces por qué la pregunta?
-Para ver si cambiabas de opinión -rio fuertemente-, pero ya ví que no.
-Quítate -lo empujé.
-¿Seguro que estás bien? Tienes ojeras y...
Lo miré furioso.
-Está bien, sí sí, estás bien. "De lo mejor" -dijo, citando la última frase.
Caminamos por los campos verdes de la universidad, listos para irnos, pero mi nombre fue gritado que tuve que detenerme para ver de quién se trataba.
Era Tyler.
-Ah, profesor Kerlsonn -dijo Kevin, sosteniendo su mochila porque ya se le iba a caer.
-Joven Kevin -respondió-. Y...Derek.
-¿Solicita hablar con los dos o solo conmigo, profesor?-intervine, mirándolo fijamente. Sin ganas de verlo.
-Solamente con usted -rio, escudriñándome.
Riéndose de algo.
¿Tengo cara de payaso?, pensé.
-Entonces me retiro -Kevin me volteó a ver y me dio un ligero golpe en el hombro, como de despedida; "luego me dices qué pasó", fueron sus últimas palabras antes de irse.
-¿Qué quieres?-pregunté, cruzándome de brazos.
-¿Te sientes mejor?
-¿A qué te refieres?-alcé una ceja.
-¿No...no lo recuerdas?-sostuvo mejor su maletín, y por un momento pensé que se había sentido aliviado porque no recordaba nada.
-¿Sobre por qué desperté en tu cama?-gruñí-. Ni lo menciones. No quiero vivir el resto de mi vida sabiendo que tuve sexo con un Al...
-No fue así -interrumpió-. Simplemente te quedaste dormido y tuve que dejarte en mi casa.
-¿Y cómo saber que no me hiciste algo, maldito pervertido gay?
-Porque no me atrevería a hacer algo que tú no quisieras -dijo, sonriendo ligeramente-. Antes muerto que ser odiado por tí.
-Tienes suerte de que no recuerde nada, y ni quiero recordar. Lo que haya pasado...-lo miré furioso- quedó en el olvido.
-Sí -respondió un poco desanimado.
-Me largo.
-¡Espera!-agarró mi mano y rápidamente me solté de él.
-No me toques.
-Perdón -susurró-. Solo quería decirte...-pasó varios segundos en silencio, cosa que me puso incómodo-. No importa. Nos vemos mañana.
Y se fue.
¿Qué iba a decirme?, pensé. Maldita sea, ahora tengo intriga por ello.
Me fuí de ahí en dirección a mi trabajo.
Claramente no me sentía bien.
Nada bien.
Terminé mi trabajo y salí corriendo en dirección al parque frente a mi casa, que tenía un río hermoso y resplandeciente.
Siempre me ha relajado estar aquí, pensé. Es por eso que escogí este lugar, madre. Desde que papá murió...no pudimos con ese horrible dolor y tuvimos que buscar una solución para seguir adelante.
Pero ahora que tú también te has ido...Que los dos me hayan dejado...
Es simplemente inaceptable. Apreté mis puños, después me senté en el pasto, saqué un papel de mi mochila (que era una nota de mi madre) y miré fijamente el arrebol.
Escuché el bisbiseo del río y el rumor de los árboles, observo la mole oscura de las colinas lejanas y el perfil quebrado de los bosques que las coronan.
Entonces dije:
-Hay un Alfa, madre, que dice que está enamorado de mí -reí estúpidamente-. Se ve como un simple niño que ni entiende lo que está diciendo; simplemente es un capricho suyo.
Miré el papel que tenía en la mano.
"Volveré pronto", decía, pero sabía que eso nunca iba a pasar.
-Mírame, soy un Alfa excelente, madre: tengo un trabajo, una Omega, buenas calificaciones...¿Y realmente crees que creeré que de esa forma volverás? Madre...-suspiré-. Y ese maldito Alfa no me deja. Siempre me mira, me sonríe. Es una jodida adicción esa sonrisa -reí-. Y, por alguna extraña razón, no lo puedo olvidar. Simplemente no puedo.
Guardé el papel en mi mochila y me levanté, dispuesto a irme, pero para cuando me volteé..., una falta de presencia familiar me inundó por completo que un dolor agudo me llegó súbitamente al pecho.
Maldición, pensé, sacando de mi mochila una de pastilla para tomármela.
Mierda.
Llegué a mi casa y lo primero que hice fue dormir. Tal vez si lo hacía por siempre...podría olvidar lo que pasó. Lo que siento.
"Dulces sueños, Derek", su voz fue lejana pero tranquilizadora, como toda voz de madre.
Dulces sueños, madre, pensé, antes de caer en brazos de morfeo.

El amor de un Alfa.Where stories live. Discover now