Epílogo

1.1K 68 16
                                        

| t r e s   a ñ o s   d e s p u é s |

La flores estaban ya puestas. El lugar lucía increíble. La orquesta ya estaba preparada y apunto de comenzar a tocar. Y ella, se veía preciosa en ese vestido blanco. Caminaba con la gran cola blanca detrás de ella hacia el altar. Y con Hailee y Eris detrás, lanzando pétalos de rosas. Se veían tan bonitas. Eran tres rubias caminando hacia el altar, en especial una para jurar amor eterno.

Aunque eso era un poco difícil, llevaban saliendo tres años pero la conocía. Ella no era de jurar amor y, a decir verdad, esto me sorprendía bastante. Una boda era casi como entregarle tu alma al diablo. Pero qué más podría hacer. ¿Detener todo y hacer el ridículo? Ni en sueños. Jamás les haría esto. Ellos se veían felices y era sin dudas, el uno para el otro.

Entonces, ella llegó al altar y Eris y Hailee vinieron hacia mí, sonriendo. No era en una iglesia, más sí en una playa de Hawai. Ella no quiso hacerlo en Canadá, ni mucho menos en una iglesia. Decía que no era la más indicada para arrastar un vestido blanco por toda la iglesia. Así que cada invitado tuvo que viajar. Claro que algunos se hicieron los despistados y no vinieron, pero éramos suficientes los que queríamos ver ese momento cómico en que dijeran el sí.

—Jaden Hossler, ¿aceptas a Madison como tu esposa para amarla, cuidarla y respetarla en la salud y en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza, hasta que la muerte los separe?

Y ahí iba...

—Acepto aquí y en la China. —dijo firme, haciendo que nosotros sus amigos rieramos. Jaden siempre había sido tan cómico.

—Está bien... —murmuró el padre. — Madison Lewis, ¿aceptas a Jaden como tu esposo para amarlo, cuidarlo y respetarlo en la salud y en la enfermedad, en la pobreza y en la riqueza, hasta que la muerte los separe?

—¿E-en la riqueza también, padre? —se suponía que eso era un murmuro de parte de Maddie, pero todos la oímos y no reírse sería un delito.

—¡Son tal para cual! —gritó Anthony, y vi como Avani lo golpeaba en la pierna pero reía al mismo tiempo.

—¡No lo golpees Avani, sabemos que ruegas porque este día no llegue! —bromeó Josh. Y fue mi momento de ver con mala cara a él. Pero no pude evitarlo, eso causó gracia a todos, incluyéndome.

—Como decía —continuó el cura— ¿aceptas Madison, sin importar qué?

Ella vio a Jaden, estaba un poco nerviosa y él igual, solo que trataba de disimularlo. Pero sabía que ambos se amaban tanto que sería imposible decir que no.

—Acepto aquí... Y en la luna —sonrió enormemente, al igual que mi amigo.

—Entonces los declaro-

—¡Amantes por siempre! —Anthony terminó la oración en lugar del padre. Y a éste se le notaba una vena sobresaliente. Esto era tan cómico.

Madison no espero más y tomó a Jaden del cuello y lo besó. Luego se colocaron los anillos y corrieron hacia un auto blanco de los ochenta y se marcharon a su luna de miel. Que solo era aquí en Hawai. Lo del auto fue idea de Madison.

Estaba tan feliz por mis dos amigos. Ya casados. También por mis otros dos amigos, llevando tres años de relación. Y a mí con Josh, y con nuestras dos hijas mellizas. Hailee y Eris Richards. Habían salido igual a su padre, rubias y ojos azules, aunque Eris sacó mis ojos verdes. Ambas eran tan preciosas y las amaba con mi vida.

¿Qué más podía esperar? Al final había conseguido ser feliz, y todo gracias a rizos.

—Oye, Richards.

—¿Sí, cariño? —me respondió, viéndome con una sonrisa y con Eris en brazos. Yo cargaba a Hailee. Amaba verlo feliz.


—¿Te quieres casar conmigo?

Su rostro era un cuadro, pero sonrió de inmediato.

—¿No debería hacer yo la pregunta? —quería sonreír, pero no se lo permitía.

—¡Es broma! —reí. Y entonces todo su rostro se volvió neutro. Sabía que le dolió. Por eso mismo, me acerqué un poco a él y con una mano libre, estiré un poco su corbata. — Pero si quieres no es broma.

—¡Claro que quiero casarme contigo! —se acercó más y me besó.

—¡Yo también quiero casarme! —chilló Hailee. —con Matt.

Ambos nos vimos y luego a ella, que estaba en mis brazos. Matt era el compañero Holandés del jardín de Hailee y Eris.

—¿Ah sí? Pues déjame decirte que cuando volvamos a casa se reduce la población Holandesa. —respondió Josh. Era un padre y esposo muy celoso.

—¡Josh! —lo regañé divertida. Él me vio con su cara más inocente. — déjala vivir. No por siempre será tuya.

Iba a reclamar, pero la pequeña Eris le ganó:

—¡El amor es para bobos! —decretó. Estaba sería.

—No es para bobos, Eris. Pero está prohibido para ti, tu hermana y para tu madre amar a alguien que no sea a mí o entre ustedes. ¿De acuerdo?

[...]

—Josh, ¿si te casas conmigo?

—Aquí, en china, en marte, e incluso en el fin del mundo me caso contigo. Porque eres y serás, la chica que me permitió amarte. Eres el amor de todas mis vidas. Eres... la que me permitió tocarte.

...

🕊 F I N 🕊

tocarte. » j.r [✔]Where stories live. Discover now