Capitulo 3

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Capítulo 3

Santana entró en la habitación observando el rostro de lady Marie Pierce en busca de señales de enfermedad, y las encontró. La dama estaba realmente enferma, lo que hacía su misión más difícil. Sus vivos ojos azules resaltaban en su pálido rostro, y su cuerpo frágil apenas formaba un bulto bajo la ropa de cama.

Santana estaba algo sorprendida al ver que lady Pierce parecía más joven de lo que ella había pensado a pesar de su enfermedad. No tendría más de treinta y cinco o treinta y seis años, al parecer. Debió casarse muy joven para tener una hija de la edad de Brittany, que parecía estar entre los dieciocho y los veinte años.

-Brittany me ha contado que has estado enferma, señora -dijo Santana.

-Ya estoy mejor -respondió Marie-. Supongo que tú eres la nueva señora de Misterly.

-Así es, señora.

- ¿Qué va a ser de mis hijas y de mí, mi señora?

–La soldado Demonio va a enviarnos a un convento, mamá -le espetó Brittany dirigiéndole a Santana una mirada cargada de odio.

Marie contuvo un gemido.

-¿Eres la Soldado Demonio, mi señor?

Santana le lanzó a Brittany una mirada reprobatoria.

-No tienes nada que temer de mí, señora. Tus hijas y tú estaréis a salvo en Santa María del Mar.

-¡No! ¿Es que no ves que mi madre está demasiado enferma para viajar? -gritó Brittany-. ¿Es que no tienes corazón, ni compasión?

El rostro de Santana se endureció.

-No puedo permitirme sentimentalismos, señora. No cuento con la riqueza suficiente como para dejarme gobernar por las emociones. He luchado duramente para obtener todo lo que me he ganado en la vida, y no voy a perder Misterly por haberle fallado al rey.

-Por supuesto, debes obedecer a tu rey -reconoció Marie con pesimismo. - Pero me temo que ni Camila ni yo seremos capaces de subirnos a un caballo. Si fueras tan amable de proporcionamos una litera, te estaría de lo más agradecida.

-¡No! -protestó Brittany-. Necesitamos al menos una semana para preparamos para el viaje. Sólo un monstruo sin corazón obligaría a una mujer enferma a levantarse de la cama

Una compasión a la que no estaba acostumbrada suavizó la inflexible actitud de Santana. Su conciencia no le permitía sacar de su casa a una mujer en las condiciones físicas de Marie, y ni siquiera había visto todavía a la niña. Aquello no estaba bien. No estaba nada bien. Tenía que haber alguna forma de sortear las órdenes del rey sin sacrificar Misterly y la culminación de todos sus sueños.

La idea llegó a ella cuando Brittany estaba echándole en cara su crueldad y su implacable naturaleza. Dado que era a Brittany a quien el rey quería quitarse de en medio, Santana no veía necesidad de castigar a su madre enferma y a su hermana.

-Contén tu lengua envenenada, señora -le advirtió Santana con sequedad. - Accederé a tus deseos en lo concerniente a tu madre y a tu hermana si tú accedes a mis condiciones.

Brittany se la quedó mirando fijamente y entornó sus ojos azules con gesto de desconfianza.

-¿Condiciones, mi señora? ¿Cuáles son esas condiciones?

-Son estas: tu madre y tu hermana permanecerán en Misterly bajo los cuidados de Nana si tú vas al convento de buena gana, sin enardecer a los hombres de tu clan para que me desafíen abiertamente.

-¿Cómo sé que no harás daño a mi madre y a mi hermana cuando yo me haya ido? -la desafió Brittany.

La paciencia de Santana estaba ahora colgando de un fino hilo.

El Sabor del Deseo (ADAPTACION BRITTANA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora