Capitulo 21

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-Ya estamos casi al final del túnel -aseguró Figgins-. Quinn y los demás están prisioneros en el almacén que hay al lado de la armería.

-Conozco esa estancia -respondió Santana-. Es un cuarto grande y sin ventanas que el anterior señor de Misterly utilizaba como cárcel provisional. Si no recuerdo mal, tiene una barra de madera que se coloca en su sitio desde fuera. ¿Está vigilada la estancia?

-Sí, pero lord Pierce apenas la utilizaba. Hay un guarda, pero seguramente estará dormido. Ya hemos llegado, mi señora -susurró Figgins mientras apagaba el farol y abría la puerta.

Santana entró detrás de Figgins y miró hacía el salón. No vio más que las llamas bailando en la chimenea y una estancia vacía envuelta en sombras. Salió del túnel, pero permaneció escondida bajo las escaleras hasta que Figgins se unió a ella.

-Espera aquí a Joe y a los demás -le ordenó Santana-. Voy a liberar a Quinn y al resto de mis hombres. No tardaré mucho.

Santana cruzó sigilosamente el salón en dirección a las estrechas escaleras que daban a la armería. Pegándose contra la pared, descendió lentamente los escalones. Cuando llegó al final, miró doblando la esquina hacia la habitación que se utilizaba para almacenar el armamento antiguo y las armas más modernas que utilizaban los guardas de la fortaleza.

Un farol colgado del techo revelaba la figura de un hombre tumbado sobre un banco, al parecer profundamente dormido. Moviéndose sigilosamente, Santana lo dejó inconsciente con un golpe certero en la cabeza propinada con la culata de su pistola.

Luego dirigió su atención al almacén en el que estaban confinados sus hombres. Sólo tardó un instante en levantar la barra y abrir la puerta de par en par.

-Sois libres. Salid -exclamó Santana.

Quinn salió, entrecerrando los ojos ante el repentino resplandor de luz.

-¿Eres tú, Santana? Por todos los diablos, eres la última persona que esperaba ver. ¿Cómo has entrado en el castillo?

Un gran número de hombres salió del almacén.

-Te lo explicaré más tarde. ¿Se encuentra todo el mundo bien?

-Más o menos -reconoció Quinn-. Gracias a Dios que has aparecido ahora. Estamos listos y preparados para recuperar el castillo.

-Primero tenéis que armaros -dijo Santana mientras ella misma escogía una espada. -Elegid vuestras armas en la armería y hacedlo en silencio, o despertaremos a los Evans de su sueño.

Un hombre arrastró al inmóvil guarda hasta el almacén y cerró la puerta asegurándola mientras los demás escogían las armas que más les convenían.

-Estamos preparados -dijo Quinn.

Sir Brady se colocó al lado de Santana.

-Estoy preocupado por lady Marie y por Cami. Podrían corre peligro.

-Ya no están en el castillo -respondió Santana-. Brittany las ha llevado a un lugar seguro.

-¿Brittany ha estado aquí? -preguntó Quinn-. No tenía ni idea. ¿Y qué hay de Rachel? ¿Ha escapado con Brittany y con las demás?

-No he visto a Rachel, Quinn. No estaba con Brittany.

Santana llegó a lo alto de las escaleras y guió a sus hombres a través del salón vacío. Figgins surgió de entre las sombras. Entonces, Joe y los hombres que habían seguido a Santana a través del túnel hicieron su aparición.

-Has tenido éxito -se alegró Figgins-. Espero que tus hombres estén bien.

-Sí. Ya les he puesto al corriente. Acercaos todos para recibir órdenes. Joe, sube dos hombres a los parapetos y desarmad a los guardas. No los matéis a menos que sea absolutamente necesario.

El Sabor del Deseo (ADAPTACION BRITTANA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora