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La noche se resplandeció mientras que el sol se dejó descansar

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La noche se resplandeció mientras que el sol se dejó descansar. 

 — Gracias, Geisha Myoui.— Dijo Chaeyoung del brazo con Sana. — También a ustedes.— se dirigió a los demás hombres. Unos coreanos, Jun, Edel y Christoph. 

— Claro, Señorita Chaengyoui. Es una pena que Fugwira no haya regresado, la verdad pensé que era un verdadero caballero, mi error.— soltó estirando la mano. 

— Igual él no es su danna, no debe responder por ella.— repuso la japonesa entre dientes. Sí, le ardía todo de sólo pensar eso. El hombre le dio la razón y la coreana sacó una sonrisa. 

— Geisha Chaengyoui... ¿Podemos hablar? — habló Edel. Mina giró su cuello rápidamente y estaba atenta, ese chico le traía mala espina o, tal vez sólo eran celos.

— Claro. ¿Por qué no? — la coreana dio una suave vista hacia atrás antes de irse, Mina le reclamaba con la mirada y Chaeyoung sólo sonrió. — ¿Qué necesitas?

— Como verá... Sé que soy menor que usted por un año, así que debo tratarla con respeto...,— daba muchas vueltas el joven. La coreana notó sus lindos ojos azules y como se pasaba las manos por el pelo rubio, muy diferente a los hombres coreanos y japoneses. 

— Dilo con confianza.

— Pero... Yo la vi tan cercana a mi edad, sólo me lleva un año, ¿no es así? —preguntó atento, a la coreana le estaba entrando una extraña sensación, ¿Por qué estaba tan inquieto?

— Claro, hace poco los cumplí. Tú tienes diecinueve y yo veinte.— respondió la coreana de forma algo acomedida.

— Bueno, yo quiero conquistar a la chica latina de la que hablamos... Mi hermano sólo conoce el dinero y verse "hombre", ser un "capitán y macho", pero eso a mí no me sirve. Yo no soy así, y ella es una bella dama que merece dulzura, no mostrarme como si tuviera un pecho lleno de pelo y esa actitud. Soy diferente y..., ella igual.— se levantaron los pómulos del joven y a Chaeyoung le pareció tan tierno que no evitó pasarle una mano por el pelo y darle esa mirada de cariño. 

Mientras que la nipona se mordía los labios, casi poniéndolos de un color pálido. — Oye... calma tus celos, Mina.— habló Sana con picardía y nada de vergúenza, la chica se coloró y negó.

— ¿Qué dices? Puras blasfemias salen de ti.— se defendió, mirando de vez en cuando a los dos jovenes que tenían una amena conversación. 

— Si tú dices que son blasfemias..., pero deja de apretar tu kimono y suelta el labio, vas a arrugar el vestido de telas y te sangrará la boca.— Myoui la miro de una manera bravía para dejar de hacerlo, fue de manera inconsciente. Miró a Sana en un desdén y rodó sus ojos. 

Edel sonrió, aún siendo más alto que la coreana, se vio muy afable y encantador. — Sólo tienes que respetarla, cuidarla y darle amor... Así como un padre a sus hijos pero..., también como un caballero que conquista.— dijo viendo sus manos. Era una sensación buena, y Edel podía recordarle a ella con su hermano.

❝ La geisha.❞ | ❥๑ Michaeng.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora