❝ La geisha.❞ | ❥๑ Michaeng.

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— ¿Por qué estaba tomando? — interrogó la de pelo azabache. 

— Ya te dije que la encontré hundida en la borrachera y entre lágrimas. Decía algo sobre un padre, no sé.— soltó mientras hacía fuerza para no caerse. — ¿Podemos sacarla ya, por favor? Pesa mucho, quién diría que sería así a pesar de ser tan delgada y con buen cuerpo.— repuso la coreana mientras fruncía el cejo, intentando acomodar el brazo de la chica, que ya empezaba a tallarle. — Su danna la va a abandonar cuando sepa cuanto pesa.— dijo mientras mantenía la respiración. 

— ¿Te gusta mirar su cuerpo? — fulminó Mina con un toque irritado y algo indiferente. 

— ¿Estás celosa? — dijo Chaeyoung con una grata sonrisa en su cara. Le encantaba ver esa faceta de la chica. — Eres muy celosa, Minari.— completó jugetonamente. La nipona sacó el brazo de Momo de su cuerpo, haciendo que todo el peso quedara en la menor. Chaeyoung se tambalanceó bastante, su cuerpo no podía resistir más el peso. — M-Mina...— soltó en un pujón, intentando no caer, estaba temblando. 

— ¡Que no estoy celosa, Chaeyoung! — repuso de una manera expóntanea y un tono alto, sin llegar a gritar. Cruzó sus brazos.

— M-Mina... M-Mina... Por fav...or. A-Ayúdam...— Mina volteó su cabeza y notó a Chaeyoung algo colorada en su cuello y sus ojos estaban algo llorosos por el esfuerzo físico. El maquillaje no dejaba ver la cara roja, así que tardó un poco en notarlo, sin embargo al hacerlo, cargó a Momo de nuevo, haciendo que la chica suspirara con fuerza. — Gracias...— dijo mientras subía su pecho y bajaba a la vez. 

— Lo siento...— dijo apenada. — Es sólo que...— se interrumpió, sonaba patética en su mente. — Mejor llevémosla a su Okiya y volvemos en un tiempo para limpiar este reguero.— terminó de concluir. 

— Mina.— pidió Chaeyoung en un tono dulce, como si le hablara a una pequeña niña que tenía miedo. La japonesa subió sus ojos y los conectó con los de la más baja. — Te amo... A ti, a nadie más. Haces latir mi corazón como nunca nadie lo ha hecho.— confesó, su corazón corría tan rápido que parecía que quisiera escapar, pero aún así debía decirle a Mina lo mucho que la amaba, quería que ella no dudara de eso. — Sólo te veo a ti... no te dejaré. Cuando decías entre tus sueños que no te dejara mientras te aferrabas a mí...

— ¿Yo hacía eso? — dijo la nipona sorprendida. Ella estaba segura de que no hacía eso. 

La menor asintió y siguió. — Mina, esa noche te aferrabas a mí porque tenías miedo de ser dejada, y parecías una pequeña niña indefensa, una la cual se siente triste. Me abrazabas, pero no con posesividad, sino de una manera temeraria y dócil, hasta hiciste un pequeño puchero.— a este punto, Mina ya tenía sus ojos aguados, apretó sus orbes y un pequeño hilo salió. La coreana tenía un nudo en su garganta. — Eso me partió el alma. me di cuenta que tú necesitas ser cuidada y amada por alguien... y quiero hacerlo porque te amo, Mina.— le dio una sonrisa a la más alta, esta estaba llorando suavemente. — Quiero cuidar de esa niña solitaria y a la vez de esa mujer que tiene miedo, pero que es noble dentro de sí, aún siendo niña o mujer.— terminó concluyendo. 

Mina sintió ganas de abalanzarse en la coreana, dejarse ahí, como ella misma dijo, como una niña, quería el refugio de sus brazos. Porque ella también la amaba.

— También te amo.— dijo en un susurro. Suspiró hondo intentando no llorar más. Chaeyoung sonrió de una manera tierna al ver ese gesto. 

— ¿Por qu-é...— dijo Momo, tropezando de manera desastrosa en su boca. — llo-llo-ras? — soltó haciendo movimientos muy absurdos. — ¿Por qué son tan... cursis? ¿Se dice así? — soltó una carcajada mientras tenía los ojos medio abiertos. — Yo sabía que se gusta...gustaban.— soltó al final. Haciendo sonrojar a las dos de cada lado.

— ¿Qué dices, Momo? Ya estás alucinando.— espetó la japonesa con una risa burlona en su cara. — Tanto trago te ha hecho mal.— soltó. Volvió la mirada a Chaeyoung. — Por cierto... ¿Cómo entraron? 

— Hay una puerta trasera, por ahí. Supongo que también lo hizo Momo puesto que, estaba abierta.— informó Chaeyoung ya cansada por el peso.

— ¡¿Había una puerta trasera?! 

— Sí, ¿no entraste tú por ahí? — dijo con la cabeza ligeramente inclinada sin entender las carcajadas de Mina. 

— No importa, salgamos por ahí.— concluyó la nipona ignorando el hecho de poder ahorrarse ese molesto hombre, al menos había conseguido molestar a Fumiko. 

— ¡S-Se ven... ta...tan lindas jun...juntas! — expulsó de manera bruta las palabras. — ¡M-Mina, conseguiste una buena cicha...chicha...chica, chica, sí, eso! — soltó mientras soltaba carcajadas. — Te cuidará bien... Tú, perqueña Cha...Chae, Mina puede ser un molesto grano en tú...— la japonesa la empujó haciendo que Hirai se sacudiera y quedara algo perpleja. — L-Lo siento, Mitang...— sonrió. — Es muy molesta a veces, pero te va a cu...cuidar bien, ella te quiere de verdad.— otra vez tenía esa cara plasmada de chica somnolienta e ida del mundo real. 

— ¿Cuánto has tomado, Momo? — dijo Myoui. Sabía que algo le pasaba a la chica, su comportamiento hizo que Mina se sintiera mal, pero se veía decaída, triste y ansiosa. Necesitaba hablar con Momo cuando estuviera en sus cinco sentidos. 

— ¡E-Estoy bie..— sus palabras fueron interrumpidas cuando tuvo que correr a vaciar su estómago en un arbusto. Mina agradecía que hubiese mucha maleza y flora, lleno de árboles y naturaleza, así nadie las vería y Momo no quedaría con una imagen algo... penosa.

La coreana sólo reía, dando un suave sonido acompañado de su huequito, haciendo que Mina ignorara a la nipona que tenía su cabeza metida entre el pequeño árbol. 

— No está bien.— esbozó una risita. 

Mina se acercó a Momo y la ayudó para ir a su Okiya. La japonesa mayor vivía, al igual que Mina, en un lugar privado, pero esta era una casa en una avenida tranquila en horarios no transcurridos. Así que no sabía como meterla sin que vieran su imagen vergonzosa. 

___4.5___

Hola, hola... ¡Sorpresa! 💐🌟

-Anónima.