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La coreana, la chica que ahora ocultaba su nacionalidad, mejor dicho, se acercó mientras veía con sus lindos ojos la pequeña

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La coreana, la chica que ahora ocultaba su nacionalidad, mejor dicho, se acercó mientras veía con sus lindos ojos la pequeña. 

— Soy Minatozaki.— Alargó su brazo. —Eres muy linda. 

La menor asintió asombrada. — H-Hola, soy Chaeyoung... 

— Tú nombre es extraño, digo, nunca he escuchado a alguien con ese nombre, no parece Japonés.— Dijo pensativa. — Aunque tú japonés es muy bueno, debe ser que tus padres eran fanáticos de cosas extranjeras.— Soltó una sonrisita amigable. 

— S-Sí, vengo de Osaka, y... mis padres están muertos.— Bajó su cabeza. La de linda sonrisa se acercó. 

— O-Oh... Lo siento mucho, Chae. Pero ahora tienes dos estrellitas en el cielo.— La menor asintió. — Por cierto, es un secreto, mi nombre es Sana, pero mi nombre de Geisha es Minatozaki, bueno... Cuando me vuelva una, claro. Así que tú puedes decirme Sana, pero sólo cuando estemos las dos. La dama no le gusta que me digan así, así que si lo haces nos reprenderá.— Dijo rascando su nuca. 

— ¿La dama?

— Sí, la Señora Mazake, le dicen La dama por lo rígida que es, aunque carece de amabilidad y una dama es fuerte pero noble, ella es más una amargada.—  Dijo bajito. — Pero no digas nada. 

—  Es una promesa.—  Dijo sonriendo. La chica de pelo café se tocó la barriga seguida de su abdomen. — ¿Tienes hambre? —  La chica asintió. — Toma, me lo traje antes de poder venir.

— Gracias.—  Recibió el pan.

 — ¿Por qué no comes? ¿Tú lo tienes prohibido? —  La chica asintió. 

— Es por unos meses, luego podré comer dos veces al día y así, hasta comer normalmente pero sanamente, creo. Eso me dijo La dama.—  Subió sus hombros. 

— Así que tú eres la Maiko...—  Sana asintió. — Tenemos a una Geisha también.

— Sí, mi hermana mayor. Ella es algo mala, espero que no te haga nada.—  La chica era de pelo café pero claro, era muy bonita. 

— Ya veo...—  Ella asintió. — Compartiremos habitación. La más grande la tiene Fumiko, no sé cuál sea su nombre real, nunca lo ha dicho. Cuando llegué, ella ya era Geisha.

La coreana asintió. — ¿Tú tienes familia? — La japonesa asintió. — ¿Quiénes son? 

— Bueno, mi padre es un hombre de negocios y yo, no tengo hermanos, mi madre está al lado de mi padre siempre.— Sonrió. — Los extraño muchísimo.— Suspiró y la menor dubitativa puso su mano en el hombro de la chica. 

Entonces interrumpió la famosa dama.

— Chaeyoung.—Llamó la mujer. — Tú nombre es muy... extranjero y eso es repugnante, así que ahora te llamarás Hanako, significa que eres una flor bella, dicen que los padres le ponen esos nombres a sus hijas cuando son de rasgos preciosos. Fumiko también tiene un buen signficado.— Dijo rodando los ojos. — Sólo buscamos lo mejor para el trabajo, así que espero rindan, ¿no? 

La de ojos avellanados se sintió mal. 

— ¿Por qué le diste pan? — Haló a Sana del pelo. — Una más y las separo.— La dejó sentada en el colchón blanquecino que estaba tirado en el piso. Tomó a la coreana del brazo y la subió con enojo, corrió la puerta de plástico con líneas de madera y la tiró al suelo liso del mismo material. 

La mujer llamó a una de las criadas y le pidió un retazo de cuero rígido. Con enojo empezó a pegarle en las piernas y brazos de la chica. La pequeña sólo lloraba. — ¡No vuelvas a desobedecerme, Hanako!— Dijo con enojo. 

— P-Perdóneme...— Dijo entre sollozos. 

— ¡No te atrevas a dirigirme la palabra después de lo que hiciste! — Dijo con rabia. — ¡Llevas un día y ya te hiciste pegar! — Dijo rematando su cuerpo con la cuerda dura de cuero. 

Pasó casi una hora de reprender a "Hanako". 

A la Coreana no le cabía esa forma tan rara de cambiar sus nombres, ni si quiera a los japoneses les es normal, sólo pasa para las Geishas y todo éste ambiente. La pequeña descubrió que los nombres se cambian, inclusive cuando te vuelves Geisha. Pasas de ser "La maiko tal" a ser la "Geisha esta", se cambian los nombres, así que tendrían tres nombres en toda su vida. El de nacimiento, el de Maiko y el de Geisha.

Era media noche y la pequeña le dolía su cuerpo

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Era media noche y la pequeña le dolía su cuerpo. 

— Chae... Oye, discúlpame, no debí aceptar esa comida, no quería que te lastimara así. Mira, tengo algo de hielo, póntelo.— Le dijo la más alta mientas la coreana se levantaba y lo hacía. 

— ¿Te pega a ti?

— Así es, mucho, es mejor que no la hagas enfadar. No querrás irte o bueno, eso es lo mejor, creo.— La coreana dudó de eso, pero igual haría caso. 

La pequeña se acostó y tomó aire. Sería algo difícil pero estaría bien. Se hizo de lado y miró al broche que había guardado antes de irse. 

— Sana... Esto es muy difícil.— Expresó casi en un susurro. No hubo respuesta, la otra ya se había quedado profunda. 

La Okiya era hermosa, básicamente todo el barrio lo cumplía, pero era difícil, le hacía falta su hermano, el río y su idioma. 

Además, mañana empezaría su educación para ser Geisha. Escuchó que estas mujeres, tenían que ser inteligentes y talentosas además de bien portadas. Los hombres aman charlar con ellas si son interesantes. Si quieren su servicio, las llamarán a fiestas y eso sólo se logra siendo una excelente Geisha, así ganan dinero y así viven. 

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Sorpresa. 💝.

Mañana se casa mi papá, así que la actualización será algo tarde, o tal vez el domingo. Los amo.

Espero les esté gustando la historia.

-Anónima.

❝ La geisha.❞ | ❥๑ Michaeng.Where stories live. Discover now