❝ La geisha.❞ | ❥๑ Michaeng.

39

— Es hora de que nos levantemos.— dijo Mina en la boca de la chica. Chaeyoung apretó sus ojos y arrugó la nariz. Mina besó a Chaeyoung con intensidad, la coreana aún con sus ojos cerrados correspondió mientras pasaba sus manos por la cintura de la mayor. Myoui bajó hasta el cuello de Chaeyoung, haciendo que esta abriera sus ojos y mordiera sus labios en busca de reprimir lo que sentía. La japonesa siguió bajando un poco más, un corrientazo cálido empezaba a formarse en la menor, tomó la mandíbula de Mina y la atrajo de nuevo a sus labios. Suspiró y se separó.

— Tienes razón, debemos levantarnos. ¿Preparo un desayuno rápido? Creo que tienes cinco fiestas seguidas, es mejor que comas algo más elaborado.— la menor se levantó nerviosa y se dirigió a la cocina, dejó a Mina confundida. 

— No sé... También tienes unas fiestas, ¿No? — Cuestionó. 

— Sí, pero sólo son dos.— respondió mientras sacaba manzanas y mangos para hacer una ensalada de desayuno, seguido de tres huevos y naranjas. — Una es con Fugwira.— la coreana subió su mirada. La japonesa pasó sus brazos por la cintura de la chica y la reposó en su hombro, siendo más alta. Le hizo cosquillas en la parte baja de su oreja, casi en el cuello, haciendo que la menor volviera a sentir eso, Mina la estaba provocando. Quería descubrir que era esa sensación, pero luego, no ahora porque no podía, no se sentía lista.

— Bueno...— repuso Mina mientras se quitaba para recostarse de forma contraria en la cocina. Aliviando y desilusionado un poco a Chaeyoung. — Cuídate de él, si hace falta puedes decirme, alguien me avisará.— subió sus hombros de manera indiferente. — ¿Qué cocinas? — Chaeyoung ignoró lo primero, no quería molestar a Mina, sabía lo solicitada que era, lo entregada a su trabajo, y ya lo había dejado bastante de lado. 

— Jugo de naranja, huevos, una ensalada de mango y manzana.— repuso. — No hay mucho, ¿no cocinas? — interrogó mientras sacaba dos platos de madera con sus palillos. 

— La verdad no. Compraré más cosas para eso.— habló la nipona viendo como su menor servía todo. — Pero soy muy mala cocinando, realmente no me gusta.

— ¡No será divertido si no lo hacemos juntas! ¡Yo te enseño! — propuso con una gran sonrisa. Robando así sus labios en un beso fugaz. 

— Y-Yo... no... no creo que sea lo mejor...— repuso mientras se daba auto-calmantes con sus manos. El cocinar le traía malos recuerdos, y eso no se lo expresó a la chica. Podía recordar sus pequeñas manos intentando hacer algo útil en la desagradable y sucia cocina con esa señora, mientras sus gritos la ensordecían en un triste e injusto tiempo.

— ¿Tan mala eres? — Mina asintió apenada. — Pues por eso te voy a enseñar. Compra muchas cosas, mañana en la noche voy a enseñarte a sudar un calamar en salsa de tomate.— habló con todo el entusiasmo que le puede caber a una persona de un metro cincuenta y nueve.

— Bien...— esta vez la japonesa no se negó. No podía con Chaeyoung.