𝘀𝗶𝘅 ; 𝘄𝗵𝗮𝘁𝗲𝘃𝗲𝗿 𝘁𝗵𝗶𝘀 𝗶𝘀.

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LIAM.

—¿De verdad es necesario esto?, –preguntó Julls, como por cuarta vez.

—Si, Julls, es necesario, –respondí de nuevo con un suspiro cansado que lo único que hizo fue que ella soltara un puchero de mala gana.

—¿Cuanto tiempo estaremos aquí?

—Lo que sea necesario.

—Tengo hambre, –la miré. Sabía que intentaba persuadirme, a lo que frunci el ceño.

—No puedes comer esposada.

—He estado esposada antes, no es nada nuevo, –bufó hundiéndose en su asiento.

Ver como se tomaba todo esto a la ligera me impresionaba. Demasiado. No le enojaba el hecho que la esposaramos o (como quería Malia), que la metiéramos a la celda.

Cosa que no dejé, ya que tenerla esposada era suficiente, ¿cómo vamos a hacer que confíe en nosotros de nuevo haciéndole eso?

Y la verdad que seguía siendo la misma de Julls de antes, la tierna y dulce Julls. Pero que cuando se enojaba era el mismo diablo.

Simplemente ver su carisma después de todo lo que le pasó, me daba, no sé, ¿esperanza?, ¿felicidad?, un sentimiento inexplicable sinceramente.

Ver como después de todo, sigue mostrando su hermosa sonrisa como si nada hubiera pasado. Era una chica digna de admirar.

—¿Entonces quedarnos aquí es tu plan?, –Mason entró a la pequeña sala en donde estábamos y sentó al lado de Julls.

—No importa dónde estemos, si o si tendremos que pelear contra ellos, –respondí.

—Nadie puede pelear contra ellos.

—Douglas sí, –Juls nos interrumpió y ambos la miramos mal, —¿Qué?, ¿no querían ayuda?

—Tenemos que pensar en cómo acabarlos, –Mason suspiró.

—Espera, si sabe como pelear contra ellos, podría saber todo sobre ellos, –dije recordando las palabras de Julls.

La castaña sonrió, —Y adivinen quién sabe todo sobre Douglas.

—No lo traeremos de vuelta.

—No él, tonto, –frunció el ceño mirándome, —Yo.

—Bien di lo que sabes, –ella torció los labios y negó.

—No lo creo.

Entre cerré los ojos, —¿Por qué?

—Les he ayudado bastante, y no he visto nada a cambio.

Ahí estaba la otra mitad de Julls que conozco. Miré a Mason, con cara de "te lo dije".

El moreno suspiró, —¿Qué quieres?

—Rompe la espada, –dijo mirando la katana en mis manos.

—No hay manera, –respondió Mason.

—¿Quieren que les diga algo que los ayudará?, –preguntó, —Yo ayudo y ustedes me ayudan a mi.

—¿Rompiendo la katana?

—¿Que es eso?

—La espada, Julls, –suspiré exasperado, —¿Por qué quieres eso?

—Porque no voy ayudar, sabiendo que alguien, osea tu, le puede dar la gana de devolverme al infierno en el que estaba cuando quiera.

HABIT ↻ liam dunbarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora