*TRISTE REALIDAD*

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***HANNA***
Desde que Leo despertó, hemos tomado turnos Ericka y yo para cuidarlo de forma eficiente en hospital.

Leo casi tiene dos meses de convalecencia en el hospital.

Dos meses de angustia y preocupación mías porque Leo va mejorando de forma excepcional.

Pero para han sido los más difíciles dos meses de toda mi vida.

Pero estoy tan agradecida porque Leo esté despierto y pueda comer por su cuenta.

Agradezco que esté recuperando su movilidad poco a poco.

Pero lo que me intriga y al resto del personal médico es la negativa de Leo por hablar.

No le hemos confesado a Leo que Marlene, su hija y sus suegros han fallecido...

Aún.

Estuvimos de acuerdo sus médicos y nosotras que esas impactantes y difíciles noticias podrían alterarlo y estropearía su recuperación.

Incluso pensamos que enterarse de sus muertes podría conducirlo a una nueva dolorosa recaída.

O tal vez Leo podría sufrir otro ataque al corazón con consecuencias fatales.

En esto estoy meditando mientras viajo en mi camioneta de vuelta a mi casa.

Santos se ofreció a llevarme pues debo solucionar algunos asuntos antes de volver al hospital donde Leo me aguarda.

En todo este tiempo hemos metido de contrabando a su habitación comida y nuestros productos nutricionales para Leo.

Necesitamos que tenga una adecuada nutrición, pues la del hospital es cuestionable.

Cierro los ojos por un momento recargándome en el asiento del pasajero.

Recuerdo la tímida sonrisa de Leo ayer cuando los dos hicimos una carrera para ver quien se acababa primero el batido de fresa que Ericka nos había preparado.

Cuando Leo ganó sonrió victorioso y por ese segundo sentí que era el Leo feliz y animado de antes.

Abro los ojos y puedo ver mi casa a la distancia.

Parece que he vivido una eternidad en el hospital porque ya ni recordaba como era mi casa.

Entro en mi casa y mis perros saltan de felicidad al verme.

Martín se ha hecho cargo no solo de ellos sino también del jardín y la casa.

Le agradezco por todo lo que ha hecho por mi.

Lo saludó con un abrazo afectuosamente y Martín me devuelve el abrazo.

Después de ponerme al día con los gastos y travesuras de mis hijos peludos, hago la transferencia de sus honorarios a la cuenta de Martín.

Me pongo de rodillas para poder acariciar a todos mis perros.

Todos ellos quieren que les haga mimos a la vez y es tarea imposible!

Después de un tiempo, Martín hace ruido con las correas y ellos obedientemente se forman en silencio.

Colocandoles las correas, Martín sale con ellos para dar su paseo vespertino.

Me despido de ellos antes de que todos salgan por la puerta.

Entro a mi casa y los recuerdos me asaltan por todas partes.

Todos ellos están ligados con Leo.

Casi puedo verlo preparando la cena en la cocina.

O preparando alguna bebida.

LA DÉCADA ENTRE NUESTRO AMOR Where stories live. Discover now