Cheesecake

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Jungkook siempre había odiado los silencios pero no era algo que podía evadir ahora. Muchos hubieran pensado que su reacción ante la situación sería catastrófica, sin embargo, Jungkook alargó el rompimiento de algo que sabía que no se arreglaría con un lo siento.

En las últimas semanas aceptó que Soohe nunca lo amo y que no lo haría por más que se esforzara, quedando en ese punto que muchos llaman unilateral. Odiaba ese término pero era el que mejor definía su situación. Si lo pensaba lo suficiente siempre fue el primero en comenzar las cosas, en buscar cualquier pequeño detalle que pudiera hacer para ser querido.

—¿Lo jodí, cierto?—el murmuro roto de la pálida no hizo más que provocar unas ganas inmensas de llorar en el tatuado. Se equivoco, él tuvo la idea errónea de que dar el amor por los dos podía servir para que funcionara su relación, ignoró que Soohe amaba con tanta intensidad a alguien más que no era él.

Aún así y sobre lo que sucedía, la seguía queriendo porque no era un sentimiento que podía cambiar de un día para otro. Porque a pesar de todo, Soohe le dio momentos que apreciará siempre.

No siempre estar con dos personas es divertido, se muestra la parte irreal, la parte que no duele pero la verdad es que la historia no solo debe mostrar esa parte, no debemos equivocarnos y creer que todo es color de rosa.

—No planeo juzgarte porque no soy nadie para hacerlo—apretó sus manos en un intento vano de controlar el temblor en ellas, dolía, demasiado—, tampoco necesito un lo siento de tu parte cuando no podré hacerlo—negando con suavidad, traga con fuerza—, no podré perdonarte pero tampoco planeo odiarte.

El sollozo proveniente de su visitante hizo a Jungkook más consciente de lo que estaba sucediendo. Estaba perdiendo a la creyó que sería la ideal, a la definitiva.

—Dios, te quiero Jungkook, en verdad lo hago.

—Pero no me amas—terminó por decir él en voz baja, asintiendo tomó el valor de mirarla. Los bonitos ojos que tanto le gustaba mirar por las mañanas estaban cristalizados por las lágrimas.

Había cosas que nunca le dijo a Soohe, como por ejemplo lo bonita que se veía por las mañanas aún cuando tenía baba seca en la comisura de su labio y su cabello era un desastre; no comentaba nada cuando su ceño se fruncia porque le resultaba adorable; no se quejaba de que sus manos estuvieran frías porque amaba tomarlas entre las suyas y calentarlas; y como amaba la torpeza de sus pasos.

—Lo entiendo Soohe, no tienes porque sentirte mal por no quererme. También fue mi culpa, así que, si en verdad quieres arreglar todo, habla con Taehyung de la misma forma que lo estás haciendo conmigo, y... No me busques, no ahora, no mentiré al respecto, verte me duele.

Asintiendo, la pelinegra lo abraza por unos minutos con tanta fuerza que Jungkook quiere en volverla en sus brazos, pero se obliga a mantenerse en su posición. Cuando por fin se marchó, él supo que estaría bien.

Por alguna extraña razón comparó todo aquello con ese delicioso postre que hacía su mamá cuando estaba feliz, lo dulce que era al principio y el sabor agrio que te invadía el paladar al final. Jungkook era como ese cheesecake que su mamá preparaba cuando su papá llegaba temprano a casa.

No More|kth, jjk (Coffee #1)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant