Affogato Frappuccino

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Las cosas para Jeon Jungkook nunca fueron fáciles, pero incluso ahora todo parecía que se envolvió en una locura llevada al límite por lo irracional. No podía culparse y, mucho menos, culparla a ella, porque después de todo los sentimientos son los que lo hicieron actuar de manera inmadura y sin atender las consecuencias.

—Esto es una locura, Dae—tomando con más fuerza la delgada mano, la lleva a su boca para dejar un suave beso sobre ella. Ganándose una sonrisa cariñosa, peina los cabellos negruzcos con su mano libre.

Viéndola tomar con satisfacción su café, no puede evitar sentirse cálido. A contradicción a lo que muchos pensaban, su relación más larga fue hace seis años, y estaba tan seguro que aquello no podía catalogarse como novios. Y ahora, ante la pálida, no podía evitar sentir aquel miedo inexplicable provocados por los nervios; podían culparlo de ridículo, pero sabía tan bien que las relaciones no eran para él por más que lo intentara, así que entregarse por completo a Dae Soohe fue la última carta de su juego fallido. Era intenso, serio pero terriblemente dulce cuando se lo proponía, eso era para muchas, demasiado.

Y es que para Jungkook no existía el compartir, tal vez ese fue el error: dejar que alguien más tocará su posesión más valiosa.

—Vamos bombón, ¿acaso tienes miedo?—entrecerrando sus ojos, finge una indignación ante la pregunta.

Soltando los mechones del suave cabello, toma con firmeza el mentón de su novia, encontrándose con sus ojos burlones y, no queriéndose privar del sabor, apresa con sus labios los contrarios, gimiendo gustoso cuando el sabor del affogato frappuccino inundó su propio paladar. Sintiendo que aquel contacto era insuficiente, desliza su otra mano a la parte trasera del delgado cuello, obligando a la pelinegra a moldearse a su demanda, la besa con intensidad y profundidad, siendo sus lenguas un contacto que ambos anhelaban.

Él era Jeon Jungkook y podían clasificarlo como intenso y, en palabras de la antes rubia, como un bombón. Ella era Dae Soohe y su novio le gustaba encuadernarla en aquel café dulzón que tomaba en las mañanas, siendo el affogato frappuccino el dulce para su americano de las mañanas.

Contar sus miedos nunca fue un problema con las personas cercanas, sin embargo nunca pensó que terminaría contándoselo a la inmadura y detestable pálida que justo ahora estaba mordiendo su labio inferior.

Miedo uno: quedarse solo.

—¿De qué quieren hablar?—viéndose encerrados ante la presencia del moreno, se separan mínimamente para poder ver mejor a su amigo. Aclarándose la garganta, en Soohe la que habla.

—Te tenemos una propuesta.

Jungkook no odiaba a Taehyung, pero algo en él sabía que podía ser la causa de que su primer miedo se haga realidad. Podía quitarle su affogato frappuccino de las mañanas, tardes y noches.

No More|kth, jjk (Coffee #1)Where stories live. Discover now