𝒑𝒂𝒓𝒕𝒆 𝒐𝒄𝒉𝒐

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Ya habían pasado dos semanas desde la cita y todo había seguido el mismo proceso, amor, besos en las mejillas y miradas llenas de dulzura. Pero liam aún no sabía cómo decirle de su problema a Zayn, tenía miedo de cómo fuera a reaccionar a pesar de estar muy enamorado de él.

Lo más seguro es que esperara a que el pueblo se enterará y él junto con ellos. Tal vez es la huida más fácil, pero también tiene miedo.

¿Cómo puede contarle lo que ha guardado durante todos estos años? Lo mejor sería esperar.

Si dice amarlo lo aceptará como es. Eso no significa que tenga que ser condenado a pasar el resto de su vida a su lado, pero con tal de que lo quiera y acepte él estará bien. A veces eso es mas que suficiente.

Aunque podría disfrutar un poco más del afecto que recibía.

Liam miraba por un pequeño hoyito de la cortina a los trabajadores pasar al patio para dejarlo reluciente. Quedaba menos de dos semanas para que la fiesta sea hecha y ellos venían cada dos días a limpiar.
Su padre había invitado a todos los habitantes del pueblo porque era un fiesta importante y ellos son parte de la familia sin necesidad del apellido. Gigi se había molestado cuando el rey dijo lo que haría para esa tarde, pero a ellos no les importó. Es su momento, ellos son los que deben de celebrar y ser felices ese día.

El cuadro ya había comenzado a ser preparado. Habían decidido que lo presentarían en la noche junto con el retrato suyo en su forma. El rey había contratado al mejor pintor del pueblo –al cual lo hicieron prometer que no diría nada–, él quedó asombrado al verlo de esa forma más no dijo nada. Era mejor así.

Solo faltaban ciertas cosas
Veía a los trabajadores felices hacer lo suyo mientras tarareaban una canción para pasar el rato. La joven sirvienta que habían contratado hace poco para la reunión salió y les llevó lo que parecía limonada. Ella también se notaba feliz de hacer lo suyo.

A decir verdad, nunca había escuchado a sus padres quejarse del trabajo de los demás, en cambio ellos honraban lo que hacían y se lo agradecían con amor y dinero.

Tallo uno de sus ojitos y se estiró, deseaba que la noche llegara lo antes posible para ver a Zayn, no aguantaba las ganas de verlo y llenarlo de besos.

La puerta fue abierta, pero a él no le importo. Los únicos que estaban a su habitación así a veces eran sus padres.
—no tengo hambre, madre, pero puedes dejar la comida a un lado en la mesita de noche.

—soy harry. —su cuerpo se tenso, se dio media vuelta no creyendo lo que tenía enfrente.

—harry —susurró. El chico solo se quedó analizarlo de arriba abajo, su rostro no expresaba nada, lo que hizo que se preocupará. Se veía pálido y en sus manos traía una invitación junto con una pequeña mochila. —yo–harry...

El chico avanzó hacia él, liam se quedó en su lugar con miedo de lo que viniera. Harry acercó su mano a su mejilla y la acarició con lentitud.
—¿qué fue lo que te pasó? —en sus ojos pudo notar un destello de preocupación pero fue suplantado por una mirada neutra.

Liam ya había comenzado a llorar, sus sollozos comenzaron a llenar la habitación mientras contaba la misma historia que le había dicho su padre. Harry sólo lo observaba sin apartar las manos de las mejillas del castaño. Sabía que para liam era doloroso todo eso y podía notar en sus ojos todavía rastros de preocupación.
—la maga dijo que sólo el beso del verdadero amor puede romper el hechizo, pero no todo acaba ahí, las consecuencias pueden ser graves si decido besar a alguien que no amo, al que no es el indicado, ¡y si lo es lo puedo condenar a ser como yo!—sollozo. —Pero dime, ¿quién podría amar a alguien como yo? Soy un asco.

quasimodo | ziam mayneWhere stories live. Discover now