2. Un vestido de verano, un Elvis borracho y una visita en el desayuno

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UN VESTIDO DE VERANO (CONG, FEBRERO 2027)

Luis Cepeda no se tiene por un hombre paciente. 

En realidad la impaciencia sea probablemente el pecado por el que arda en el infierno en un futuro. 

Por eso es un verdadero milagro que no esté pegando gritos como un enajenado después de media hora de intentar razonar con una pared de cemento. 

Por supuesto la técnica de los gritos de chiflado ya la ha intentado en otras ocasiones en los últimos meses sin obtener ningún resultado por parte de Olivia. 

Así que él, Luis Cepeda Fernandez, más inteligente que la media y razonablemente sensato, se ve redudido a intentar suplicar a una niña de cuatro años. 

Suplicar. 

Él. El maldito Luis Cepeda. 

- Oli, mi amor, mi niña, mi tesoro. 

El bulto debajo del edredón no se mueve ni un milímetro. Nada. Cero. Zilch. 

- Oli, es que es un vestido de verano y estamos en febrero. 

El bulto se mueve rápido hasta que una nariz diminuta y un par de mechones cobrizos asoman a los pies de la cama. 

- Tiene corazones. 

Llevan un buen rato teniendo la misma conversación en bucle sin avanzar una pizca.

Luis presiona los dedos sobre las sienes sintiendo como su cerebro chilla de dolor debajo. 

Para ser completamente justos no puede echarle del todo la culpa a su hija por el dolor de cabeza. Es él quien se bebió una cantidad ingente de alcohol la noche anterior y su hígado ya no es lo que solía ser. 

La solución fácil sería arrastrar a Olivia de debajo de las mantas y obligarla a ponerse la ropa que la señor Dingle dejó apartada para ella noche anterior. 

Si llora, y bien sabe Dios que su hija puede reventar tímpanos con esos pulmones, que la aguante la profesora. 

Pero precisamente por esa profesora, la señora Leprechaualgomas, es que tiene que aguantar. 

Porque la vieja harpía tuvo el cuajo de llamarle ayer y decirle que Olivia estaba mostrando actitudes problemáticas. 

Aparentemente el periodo de gracia por haber perdido a su madre se ha agotado. 

Y es probable que la profesora de su hija no que llame Leprechaun, pero la conversación que mantuvieron hace un par de días le dejó cabreado. 

Si hay algo que Luis nunca ha llevado demasiado bien son las críticas. 

Por eso tiene que convencer a esa señora, se llame como se llame, de que es un buen padre y a su hija de cuatro año tiene que convencerla para que se comporte como un ser humano medianamente normal y no como el mono endemoniado en que el se ha convertido desde la muerte de su madre. 

Probablemente aparecer por el colegio con un vestido de verano de tirantes, por muchos corazones que tenga, mientras fuera hace una temperatura de seis grados no sea la mejor forma de conseguir ninguno de sus objetivos. 

Desvía la mirada a su hijo pequeño que observa fascinado la escena desde la cuna.

- ¿Una ayudita chaval?

Oscar abre los ojos y le lanza una sonrisa a su padre. Marca Cepeda registrada. Después hace una pedorreta y sacude el cuerpo entero agarrándose a la barrera de la cuna para hacerlo con más fuerza. 

En las pequeñas cosasNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ