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El tiempo pasaba lenta y dolorosamente y Morgana, que ya de por sí tenía poca paciencia, estaba empezando a desesperarse. Por el rabillo del ojo, de vez en cuando, observaba como el veneno iba ascendiendo por la piel de Silva. Sus ojos ya habían adquirido ese aspecto que demostraba que la infección estaba cada vez más extendida.

Mientras que Farah exteriorizaba sus nervios desplazándose de un lado a otro de la habitación, la morena se limitaba a estar apoyada contra la pared con la vista clavada en el suelo. Sin hablar ni emitir ningún tipo de sonido. Silva la conocía lo suficientemente bien como para saber que dentro de su cabeza un sinfín de ideas estaban cruzando en ese momento.

Nadie decía nada, porque tampoco había nada que decir. Harvey alternaba la mirada de Farah a Morgana, pero ninguna de las dos le hizo caso. Parecía que la primera de ellas estaba demasiado tensa como para atender a alguien más, y la segunda estaba perdida en sus pensamientos.

Morgana quería creer que el Quemado que Marco y el resto de especialistas perseguían era el que había atacado a Silva, pero algo en su interior le decía que eso no era así. Dejó escapar un leve suspiro que hizo que Farah se girara hacia ella. Cuando parecía que la directora iba a decir algo, Silva soltó un quejido de dolor que provocó que todos se reunieran en torno a él.

- Queda poco tiempo – susurró Harvey tras observar la piel del especialista. El profesor alzó la cabeza para encontrarse con el rostro de Morgana y por la mente de ambos pasó la misma idea.

Silva, que no perdió detalle de ese intercambio de miradas, empezó a negar.

- No voy a permitirlo – exclamó, apartándose del grupo con cierta dificultad – Marco actuará a tiempo.

- ¿Y si no lo hace? – replicó la morena.

- Lo hará.

- No estoy de acuerdo – negó, al tiempo que extendía un brazo en dirección al hombre, que pronto se vio envuelto por dos enredaderas que habían surgido de una de las grietas del techo – No podemos correr el riesgo, Silva.

- ¿Qué vas a hacer? – Farah se había puesto a su lado y la miraba con una mueca de desconcierto.

- Absorber parte del veneno – explicó Harvey en su lugar, poniéndose al otro lado de la morena – Es peligroso, y doloroso – añadió – Pero puede funcionar. Nos daría, tal vez, un par de horas más de margen.

Mientras hablaban Morgana tenía la vista clavada en las heridas de Silva, pensativa. El especialista trató de hacerle entrar en razón, pero nada de eso valió, parecía hacer oídos sordos a sus palabras.

- ¿Correrás peligro? – preguntó la directora, sacando a la morena de sus pensamientos.

- No lo creo – respondió sin mirarla.

- ¿No lo crees?

- No te lo puedo asegurar – esta vez si la miró – Porque nunca lo he hecho. Supongo que no será tan diferente a hacerlo con las emociones negativas, ¿no? – se encogió de hombros.

- No creo que sea buena idea.

- Siempre hay una primera vez para todo, Farah – replicó antes de clavar la vista en los azulados ojos de Silva – Si no lo hago, morirás.

- Eso no lo sabes.

- Estoy segura de ello, Silva – suspiró – Sólo tienes que mirarte. Estás peor que yo cuando me atacaron. Y yo estuve a punto de morir – añadió, provocando que el hombre torciera el gesto – No te quedan horas, Saul, te quedan minutos. Así que me da igual lo que digas, o como te pongas. Lo voy a hacer.

Morgana [Saul Silva]Where stories live. Discover now