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Un fuerte pinchazo atravesó el pecho de Morgana justo en el instante en el que Rosalind era liberada por Bloom. Cayó de rodillas contra el suelo, jadeando con dificultad, tratando de controlar su acelerada respiración. Era demasiado tarde, y lo sabía.

Sintió como Farah se inclinaba sobre ella con preocupación. Alzó la cabeza para clavar sus zafiros en ella, antes de negar levemente.

- Es demasiado tarde, Farah - susurró mientras se incorporaba con dificultad - Rosalind ha sido liberada. Lo puedo sentir.

Sin decir nada, la directora salió corriendo hacia su despacho, y Morgana no tardó en seguirla. Su presentimiento se confirmó cuando vio que la estantería del despacho estaba fuera de su lugar.

- Mierda - masculló mientras un fuerte dolor se instalaba en su cabeza - Esto no puede ir a peor.

Para cuando llegaron al lugar donde Rosalind debía estar, el vacío las recibió como una señal de que todo iría mal. Morgana dejó escapar  un quejido de dolor, y Farah la miró con preocupación.

- ¿Qué vamos a hacer ahora? - preguntó esta última, con la esperanza de que la morena tuviera una idea en mente.

- Sobrevivir - se limitó a decir el hada, apoyando la cabeza sobre la fría pared - Y rezar porque seamos capaces de atrapar a Rosalind antes de que haga algo - se mantuvo unos segundos en silencio antes de dejar escapar un suspiro - Iré a asegurarme de que las chicas estén bien - anunció - Tú habla con Silva.

Salió de allí sin que a Farah le diera tiempo a replicar. Atravesó el despacho con rapidez, teniendo la sensación de que algo se avecinaba. Cuando llegó al pasillo olfateó el aire con curiosidad, hasta que un escalofrío recorrió su cuerpo. Olía a Quemado. Era un olor inconfundible.

Pero, ¿cómo era posible que un Quemado hubiera entrado en Alfea?

Concentró todas sus fuerzas en seguir el olor, y un grito no tardó en captar su atención. Corrió en esa dirección, sin pensar en lo que le esperaba, y su sorpresa fue mayúscula cuando se encontró cara a cara con uno de esos monstruos que una vez casi acaban con su vida. Tragó saliva con dificultad.

Su primer instinto, como el de cualquier otra persona, fue huir, pero sabía que no podía hacerlo. Ella no era así. No tardó en observar como el Quemado avanzaba hacia ella con lentitud, como un animal que acecha a su presa. Dos brillantes bolas de luz aparecieron en la palma de sus manos, y no dudó en atacar al bicho cuando este se abalanzó sobre ella.

Se defendió cuanto pudo, pero él también era fuerte. Esquivó de milagro un zarpazo que iba directo a sus costillas, y soltó un grito de dolor cuando se vio lanzada contra la pared, que se rompió ante el impacto de su cuerpo.

Maldijo en voz alta al no ser capaz de concentrarse. El Quemado avanzó de nuevo hacia ella, y cerró los ojos con fuerza, como si no quisiera ver el ataque que se avecinaba. Cuando los volvió a abrir se encontraba al otro lado de la escuela. Agradeció en silencio su capacidad para transportarse con tanta rapidez.

La calma que sintió al verse lejos del monstruo pronto fue sustituida ante la preocupación de ser consciente de que los alumnos corrían peligro. Avanzó de nuevo por el pasillo en dirección al Quemado, pero se vio pronto detenida por unos brazos que la envolvieron con fuerza.

Quiso soltarse, pero dejó de resistirse al sentir el olor de Silva envolverla.

- ¿Estás bien? - el susurró en su oído provocó que su piel se erizara, y no dudó ni un segundo en rodear su cuello con ambos brazos, hundiendo su rostro en su pecho.

- Hay un Quemado en la escuela - murmuró - No sé si ha atacado a alguien, pero temo que sí. Tuve que transportarme para evitar que me atacar. Lo perdí de vista y...

Morgana [Saul Silva]Where stories live. Discover now