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Llegó a Alfea una hora después con un álbum en los brazos. Lo estrechaba fuertemente contra el pecho. Había logrado encontrarlo antes de que las llamas lo consumieran, pero algunas lo habían alcanzado, por lo que las esquinas estaban completamente ennegrecidas.

Lo dejó en su habitación, a buen recaudo bajo el colchón, antes de dirigirse al despacho de Rosalind, donde esperaba encontrar a la directora.

Su sorpresa fue mayúscula cuando al abrir la puerta se encontró a Stella y Beatrix bien acomodadas.

- Vaya, parece que no he sido la única que ha tenido la idea de venir a hablar con Rosalind. Os veo muy bien acomodadas - comentó mientras se sentaba en la silla que había frente al escritorio donde Beatrix se encontraba sentada.

No habían hablado mucho los últimos meses, pero entre ellas había empezado a surgir una relación bastante cordial.

- ¿Quieres una copa? - le ofreció el hada, teniendo en su dirección un vaso de whiskie recién servido.

- No, gracias - declinó la oferta - Con Rosalind hay que tener los sentidos bien alerta - añadió en un susurro que fue perfectamente audible para ambas.

- Tienes toda la razón.

El silencio se apoderó de la sala hasta que Stella, tras un leve carraspeo, se decidió a hablar.

- ¿Sabes si la búsqueda de Silva ha tenido éxito?

Morgana dirigió una breve mirada a Beatrix antes de asentir.

- Yo diría que si, ha tenido mucho éxito - sonrió ampliamente mientras se recostaba contra la silla - No tienen ni idea de donde está. Y espero que eso siga siendo así.

- Rosalind no debe de estar muy contenta - murmuró Beatrix, recordando el enfado que la directora había tenido apenas unas horas antes.

- Ese no es mi problema - replicó el hada mayor.

Antes de que cualquiera de las tres pudiera añadir algo más, un fuerte golpe en la puerta les hizo levantarse de sus asientos justo antes de que un desorientado chico apareciera, medio ensangrentado, en el despacho.

- ¡Devin! - exclamó Stella antes de correr hacia él.

Morgana se acercó también, más lentamente. Sujetó el rostro del inquieto muchacho antes de que sus pupilas se clavaran en las suyas.

- ¿Qué ha pasado?

- Rosalind.

Pues claro que Rosalind había pasado. Quiso indagar un poco más en todo aquello, pero la mente del chico era un completo amasijo de incoherentes pensamientos que le impidieron centrarse en uno en concreto.

- Sácame de aquí - se aferró al cuerpo de Morgana con fuerza - Sácame de aquí, por favor.

El dolor que el chico estaba sintiendo empezó a trasladarse al cuerpo de Morgana, que hacía todo lo posible por aliviar su sufrimiento.

En un momento dado la puerta del despacho volvió a abrirse para dar paso a una sorprendida Rosalind que no tardó en verse arrollada por el joven, que se liberó con sorprendente soltura de los brazos de Morgana.

- ¿Qué me has hecho? - sujetó a Rosalind con fuerza, zarandeándola sin pausa. Beatrix hizo ademán de intervenir pero la directora la detuvo.

- No pasa nada. Sólo está confuso.

- No estoy confuso - gemía el chico - ¿Qué es lo que me has hecho?

Mientras Stella y Beatrix miraban al chico a la espera de su siguiente movimiento, Morgana aprovechó la situación para tratar de adentrarse en la mente de Rosalind, que parecía muy concentrada.

Morgana [Saul Silva]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora