iv. x

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The people I love tend to die.


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Francis soltó una carcajada que se podía escuchar a kilómetros, Aurore estaba segura de eso, siempre creyó que su risa era la más escandalosa pero que tenía algo reconfortante al escucharlo reírse, incluso a la persona que más triste estaba podía llegar a sacarle una pequeña sonrisa, era todo él, Francis era una persona que podía brindarte tranquilidad con algo tan simple y escandaloso como su risa, fue quizás gracias a esta que ninguno de los dos sintió como la puerta se abría y Nina entraba por esa puerta con la mirada más vacía que ambos podían haber visto.

Sus ojos lucían cansados, sin el brillo que Francis o Aurore llegaron a conocer, se apagaba lentamente y ellos fueron presentes de eso, ninguno pudo hacer algo para evitar que esto sucediera, incluso Fred, George y Caitlin notaron lo que ambos franceses vieron, pero al igual que ellos ninguno dijo nada, porque ella evitaría a toda costa hablar.

La vidente caminó entre los sofás solo para sentarse a un costado de Aurore y sonreír con aquella falsa sonrisa que podía conversar a cualquier otra persona fuera del círculo cercano, Aurore puso su brazo a su alrededor, como si una simple acción pudiera arreglar lo que tantos años atrás viene rompiéndose. Nina no quería mostrarlo, jamás quiso que una cosa como sus sentimientos terminaran preocupando a otros, quizás esa era la principal razón para tener que sonreír cuando estaba con otros.

Sin embargo, momentos como esos en los que Nina se cansaba de fingir que todo estaba bien y solo se dejaba caer, no podía ser todo el tiempo la persona fuerte que podía salvarse ella misma.

— Feliz navidad. —dijo Nina sin borrar la sonrisa— Olvide traer sus regalos. —Francis imitó su sonrisa y puso un gorro de color rojo en la cabeza de ella.

— Feliz Navidad, Nina.

— ¡Podremos ver las luces del pueblo mañana en el festival! —chilló emocionada Aurore logrando que Nina riera con suavidad al escucharla hablar sobre las cosas que podían ver.

— Si vienes tienes que saber que Aurore se vuelve impulsiva cuando come dulces, es como ir con un niño.

— Puedo soportar eso. —dijo luego de reír al ver a Aurore golpear a Francis— Los dejaré solos, estoy cansada.

— Buenas noches, Nina, feliz navidad.

Pero no había nada feliz en ese momento, así que luego de levantarse y estirar sus brazos dejó a la pareja disfrutar lo que restaba de la noche mientras ella caminaba por los pasillos hasta el patio trasero donde se escabullía cuando estaba ahí.

Una luz blanca iluminó el patio, la figura de un perro se posó frente a ella mirándola, algo encantador en la manera que su patronus le recordaba a Sirius.

— Bonito espectáculo. —dijo una voz a sus espaldas, Nina se dio la vuelta y vio a una de las personas que ayudó, el patronus desapareció dejándolas con la luz que emanaba uno de los faroles— Conocí a alguien que su patronus era un hámster.

— De seguro alguien tiene a un oso.

— Espero conocerla algún día y te contaré. —espetó con una sonrisa mientras tomaba asiento a un lado de ella— Más eres la primera persona que se ve nostálgica viendo un patronus.

— El animago de mi padre era un perro. —mencionó luego de unos segundos.

— ¿Era?

— Las personas que amo tienden a morir. —respondió dejando a salir la realidad que Harry puso luego de su conversación. La mujer de rasgos asiáticos a su costado la miró de reojo.

— Apuesto que era un hombre encantador.

— No tuve el tiempo suficiente para conocerlo, pero estoy segura que lo era, no, definitivamente era el hombre más encantador.

— Ojalá la vida te hubiese dado más tiempo. —murmuró mientras alzaba su cabeza— He visto tanta gente morir en mis cortos años de vida y es la primera vez que logro hablar con alguien que perdió a un ser amado.

— Ser banshee no es muy bonito, ¿No?

— Ser una de las pocas videntes que ven la muerte de otros tampoco, ¿verdad?

— Touché.

— Es curioso, no eres una banshee, pero puedes ver la muerte de otros y aun así parece que no puedes evitarlas todas.

— ¿Hablas de cuando fui por ti?

— Sentí mi propia muerte, sabía que iba a venir por mí y aun así aquí estoy teniendo la charla más escalofriante. —uno de sus dedos se alzó y removió uno de sus mechones de cabello— Siempre creí que las videntes podían ver más cosas, como que van a comer la siguiente semana o el número de la lotería.

— Supongo que como mi vida siempre ha estado rodeada de miseria mi rumbo de vidente es el ver miseria.

— Me niego a creer que tu vida sea miserable. —murmuró— Apuesto mi vida a qué saliendo de aquí hay alguien esperándote, tienes gente que se preocupa y quiere que estés a salvo, así que no, no tienes una vida miserable.

— ¿Entonces que tengo?

— Un poco de mala suerte, como todos en el mundo.



─ ✦ ─



Entender a la muerte, nadie en el mundo podría entender con exactitud a la muerte, sin embargo, Nina no pudo dejar de pensar en la manera que Albus Dumbledore habló de ella; una vieja amiga.

Dumbledore dijo que recibiría a la muerte como si fuera una vieja amiga, sonaba menos doloroso que simplemente dejarse ir, lo que no era menos doloroso era para quienes quedaban atrás, Nina veía a la muerte de muchas maneras, incontables nombres era los que usaba para referirse a ella porque para quienes tenían que ver a alguien irse era el mismo infierno.

Nina recordó el llanto y las maldiciones que inundó el hogar de los Thompson cuando su primo murió, recordó haber visto las lágrimas caer de la misma mujer que esperaba que fuera ella quien se hubiese muerto en lugar de su hijo, Nina solo se quedó callada, era una niña que no entendía por completo el dolor.

Poco a poco comprendió que había mucho más dolor detrás de la muerte de alguien cercano: enojo, tristeza, negación, las ganas de poder cambiar lo ocurrido, para luego solo quedarte en un vacío y aceptar que no importaba cuanto quisieras, esa persona no iba a volver.

Pasó con su primo, con Cedric, Sirius y otras personas a las que ni siquiera conocía, iba a pasar con Albus Dumbledore, al final la muerte siempre llegaba a llevarse a alguien.

Lamentarse y llorar no era algo que pudiera hacer, no mentía en su conversación con Harry, se quedó seca, las lágrimas ya no caían, se evaporaron en algún momento que ni ella podía recordar, no quedaba nada, solo un vacío.

Y aún con ese vacío dentro de ella se permitió reír a sabiendas de lo que estaba por ocurrir dentro del castillo donde estudió, a sabiendas de todo el caos que la muerte de un hombre iba a causar se permitió ser feliz mientras sentía las caricias que Fred Weasley le promocionaba en su cuerpo, era solo un tacto, el simple recorrer de sus dedos en la pierna desnuda de ella que le hizo darse cuenta de que había cierta verdad en algunas cosas.

La vida era demasiado corta como para no reírse hasta de lo más simple, tenía un poco de mala suerte, como todos, esperar a la muerte como una vieja amiga no sonaba aterrador y las personas que ella amaba morían.

Silhouette [2] ➳ Fred WeasleyWhere stories live. Discover now