iv. iv

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Don't save me.


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Nina tocó con suavidad el objeto a su costado, fueron muy pocas las veces que entró al despacho de Albus Dumbledore y al igual que la primera vez que estuvo ahí se quedó tocando aquella reliquia que tanto llamaba su atención, el humo amarillo se posó donde su dedo estaba causándole una pequeña sonrisa.

— Me sorprendió recibir tu carta, Nina. —escuchó decir a sus espaldas, ella se dio la vuelta y observó al director de colegio.

— Vi algo profesor. —exclamó mientras tomaba asiento en una de las sillas— Usted murió, cayó de la torre de astronomía luego de que lo atacaran con la maldición asesina.

— Demasiado preciso, ¿no crees?

— Estuve practicando luego de...

— Lamento tu pérdida. —dijo en un murmullo al ver el silencio en el que se quedó, Nina asintió con suavidad.

— De seguro usted ya sabía esa historia.

— Parte. —comentó manteniendo el secretismo que caracterizaba al profesor— ¿Has visto quien fue? —ella negó para luego mirar con atención al hombre frente a ella.

— No se ve muy preocupado o sorprendido, profesor.

— El señor oscuro se lo ordenó a Draco Malfoy. —informó dejándola sorprendida ante el conocimiento que solía tener Dumbledore con respecto a ciertas cosas— Es algo que está destinado a pasar.

— ¿No piensa cambiarlo? —inquirió, pero Dumbledore solo alzó su mano mostrándole el color negro que cubría gran parte de la misma.

— Eventualmente la maldición acabará conmigo, algo tendrá que matarme.

— Parece muy positivo con respecto a la muerte, ¿No tiene miedo?

— Espero recibir a la muerte como a un viejo amigo.

Nina sonrió ante la referencia a la historia de los tres magos, su madre se la había contado cuando era pequeña, no era de sus historias favoritas, pero tampoco se la podía sacar de su cabeza.

Luego de despedirse de Albus Dumbledore, Nina se marchó, tanto Remus como su madre le pidieron tener cuidado sobre caminar por cualquier lugar, los mortífagos ahora merodeaban por todos los lugares y no querían ponerla en peligro, pero Nina no podía evitar meterse en ellos, aun así, siguió sus consejos, pero no podía evitar ponerse en riesgo cuando su cuerpo actuaba de acuerdo a las voces.

De un momento a otro su cuerpo apareció en el jardín de una casa, todo en su exterior aparentaba estar bien, las voces no mostraban que hubiera peligro, pero lo había, estar en sitios como esos siempre implicaba un riesgo.

— A-ayúdame. —escuchó decir una vez que su cuerpo se materializó en medio de una casa destruida.

— ¿Hay alguien más aquí? —susurró y la mujer negó, las manos de Nina tocaron el costado de la mujer intentando evitar que la sangre siguiera saliendo, fue atacada por una serpiente—Todo va a estar bien.

Pero Nina no podía controlar aquello, las voces dentro de su cabeza comenzaron a gritar cuando escuchó la madera crujir, Nina sostuvo su varita esperando.

— Pero miren lo que trajo el viento. —escuchó decir a sus espaldas, Nina sintió un escalofrío recorrer la espalda ante la voz de Bellatrix Lestrange, lentamente se dio la vuelta para encarar a la mujer— Tienes los ojos de Jesabella y aun así puedo ver a Sirius en ellos.

Nina se aferró a su varita en el preciso momento que Bellatrix la atacaba con una maldición asesina, la risa de aquella mujer resonó en cada rincón de aquella casa, sin embargo al ver que el hechizo no tocó a la joven bruja la enfureció, por cada hechizo que ella lanzaba y Nina esquivaba la molestia crecía, más de un momento a otro un crucio tocó el cuerpo de Nina dejándola en el suelo, su varita cayó a unos cuantos pasos de ella pero Bellatrix anticipó lo que iba a hacer y la envío aún más lejos antes de lanzar otro crucio.

— Saluda a Sirius de mi parte. —susurró, pero la maldición jamás llegó a Nina, Bellatrix desapareó frente a sus ojos, había caído desmayada en el suelo.

El dolor en el cuerpo de Nina seguía presente y aun así pudo levantarse solo para encarar a la bruja, ambas se miraron fijamente solo para que segundos después la mirada de Nina se desvié ante la persona detrás de ella.

— ¿¡Acaso estás demente!? —gritó Luca Burke.

— Un poco. —susurró antes de dejarse caer al suelo, Luca corrió hacia ella y la sujetó— Entonces eres uno de ellos.

— No tuve opción.

— Lamento no haberte dado una opción antes.

— No lo sabías y tenía que proteger a mi hermana, aún es muy pequeña para esto.

— Debiste habernos dicho algo, podría haberte ayudado. —regañó antes de levantarse con su ayuda.

— Tampoco quería arriesgarlos a ustedes, él vio dentro de mi cabeza, te vio a ti, a Ezra... A Caitlin. —Nina no pudo evitar observarlo ante la manera en que pronunció el nombre de su amiga— Además ya tienes suficiente con que tu padre quiera entregarte a quien tú sabes.

— No es mi padre, pero si, ya sabía eso último.

— Entonces es cierto lo que Lucius Malfoy decía. —dijo en murmullo.

— ¿Qué?

— Déjame sacarte de aquí y luego te lo digo.

Nina asintió lentamente, se aferró a los brazos de Luca y sintió el típico tirón cuando desaparecían. El aire frío golpeó su rostro, su mirada se paseó buscando algo conocido, pero nada de aquel barrio le dio un indicio de dónde estaban.

Sin embargo, Luca conocía perfectamente esa calle, pues sus ojos tomaron un destello brilloso como si quisiera llorar ante los recuerdos que regresaron a su cabeza, ni siquiera intentó retener las memorias, esa vez dejó que la imagen de la rubia que robó su corazón apareciera por su mente, incluso aún que eso le doliera las dejó estar.

Nina alzó la mirada y lo vio con la vista pérdida, la mirada llena de alegría que tenía cuando lo conoció ya no estaba, se había extinguido.

— ¿Todo bien? —preguntó en un intento de sacarlo de este trance.

— A unas calles es la casa de Caitlin, es el único lugar seguro que encontré. —respondió evitando la pregunta— Lucius Malfoy se quejaba de cómo alguien como tú podía ser parte de los Black, que aquella familia tenía suficiente con... Con Sirius o Andrómeda.

— Ser una deshonra está en mis venas. —dijo con burla antes de soltarse del agarre que él tenía sobre ella.

— Es una casa color crema, podrás darte cuenta porque tiene un horrible gnomo de jardín en el frente.

— Recuerdo al gnomo. —dijo con una pequeña risa, la mirada de ambos amigos se encontró, no necesitaban palabras porque la verdad ninguno quería decirlas, así que solo se dieron una pequeña sonrisa antes de que ella empezara a caminar.

— Nina. —llamó deteniéndola— Si en algún momento vez algo... No vengas por mí.

— ¿Qué?

— Se que te gusta ponerte en riesgo, pero no lo hagas por mí, no me salves.

Silhouette [2] ➳ Fred WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora