XCIV

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Todo lo que se inicia con mentiras, ocultando cosas, fingiendo...

Todo lo que desde su comienzo es impuro y retorcido.

Todo lo que inicia con traición... Acaba de manera violenta y rápida.

¿Cuánto dolor podré soportar... Cuando este amor acabe?
.
.
.

La noche estaba especialmente cálida, inusual para esa época del año.

Las hojas ya se habían marchitado, y las heladas deberían empezar a caer.

Pero parecía que el otoño permanecería eterno durante la guerra.

La gran reina Amy Vonakov salía del castillo en el carruaje, camino a la entrada del reino.

Los Safiros habían dejado que el Duque de Egipto y la Duquesa de Nambia pasaran a dejar la respuesta del rey de las manadas de África.

Era una visita oficial, así que Amy se preparó adecuadamente, con un hermoso vestido azul.

La luz de la luna brilla con intensidad.

Amy se siente ansiosa, William y Fara duermen en el cuarto más seguro del castillo, la habitación real que es el lugar que Amy ocupó cuando llegó en el inicio.

El inicio.

Amy recordaba bien esa época.

Siente lástima de haber sido una mujer cruel, resentida, poniendo toda su energía en una causa sin finalidad.

En una absurda venganza.

Esael...

De pronto se dio cuenta que ya no pensaba en él.

Ya no comparaba a Yureck con su amor muerto.

¡Dejó de usar su amuleto hace semanas!

Suspiró.

Cuántas cosas han cambiado durante estos años...

Su vida dejo de ser dolorosa y sin sentido cuando encontró a Yureck, el rey de su alma.

Amy lo ama... Mucho, pero no está segura de cuánto amor puede tener por él en realidad.

Conoce de amor verdadero, pero con Yureck siente algo distinto a lo que experimentó con Esael, con Yureck las cosas son constantes y calmadas, lindas, con Esael era turbulento y tortuoso, no podía saber si al día siguiente él volvería a irse.

Amy suspira, separa esos pensamientos.

Amor, cosa extraña en realidad.

-Su majestad, hemos llegado-

Amy baja del carruaje con la ayuda del cochero, da la señal para que abran las puertas.

La gran muralla de agua no dejará pasar a los duques, pero les permitirá hablar entre sí.

Amy no logra observar bien a las personas paradas del otro lado, pero saluda de manera cordial.

Protocolos de la realeza.

-Reina Amy Vonakov, es un gusto verla, aún viva-

La forma tan fría en la que ese hombre le habla le hiela la sangre, su instinto le dice que hay algo que va mal.

Y no se equivoca.

Al otro lado del reino, el rey Yureck Morckov se encontraba impaciente, Azu rasguñaba en su interior advirtiendo de un peligro inminente.

La voz de su miedo nublaba su razón.

-Disculpe su majestad, aquí está el té que pidió- Rabat entra con sigilo, observa a Yureck volverse loco.

-Gracias, Rabat-

Yureck toma la taza de té, se la lleva a los labios y de un sorbo ingiere toda la infusión.

Al bajar la tasa, se siente extrañamente calmado, no tranquilo, pero si calmado.

-Mi señor, el rey Vince, le envía sus saludos- dice Rabat mientras con fuerza golpea a Yureck con la bandeja de plata en la que traía el té.

En el instante en el que Yureck cae al suelo, mareado, confundido, y con el cuerpo pesado, su concentración se rompe obligando a la barrera de agua a derrumbarse cayendo por todas partes.

Vince Amok observa el fruto de sus planes con una indiferente satisfacción.

Amy se queda estática.

Frente a ella no hay ningún duque.

Frente a ella el mismísimo Esael Amok le sonríe como en los viejos tiempos, con calidez y amor.

-Amy, querida mía-

Las emociones contradictorias en el cuerpo de Amy la aceleran, sus niveles de adrenalina explotan.

La última vez él era un sueño, y Amy lo sabía, ¿Por qué ahora este Esael se ve tan real? ¿Por qué este Esael le recordaba esas sensaciones tan viejas, ese dolor tan intenso?

Esael se acercó a ella, Amy quería alejarse, quedarse quieta, quería huir y a la vez regresar.

¿Por qué este hombre frente a ella olía así, como su amor muerto?

-Amy... Estoy aquí-

Amy no pudo resistir.

El éxtasis en su ser calló a esa voz que pedía con ganas que diera media vuelta.

Pero se veía tan real, se sentía tan real.

El reencuentro con el que soñó despierta por años.

El dolor de la perdida que el tiempo solo añejó.

La venganza, el amor, el odio, el dolor, la ira, la confusión... Todo junto, todo dentro de su corazón.

Amy no se inmutó cuando la explosión en el castillo alarmó al reino.

No miró atrás mientras Esael se robaba todo su ser en una caricia tan familiar.

No se sintió culpable cuando dejó de pensar en Yureck... Y besó con pasión a Esael.

No intentó retroceder cuando él se insinuó para hacerla suya.

Amy dejó sin pena que Esael Amok tomara de ella lo que quisiera.

Al final de cuentas... Ella hubiese dado su alma a cambio de volver a estar con él.

¿Verdad?

E.

Prepárense emocionalmente porque el final se acerca.

Secretos de LunaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt