IV

5K 408 18
                                    

Yureck calentaba sus manos en la chimenea del despacho.

-Los últimos Safiros...-

Se revolvió el cabello.

Los Safiros descendían de los vampiros y las brujas, seres sin la capacidad de discernir lo bueno de lo malo, seres que pueden ser horriblemente crueles o demasiado bondadosos.

Pero sobre todo... Seres que buscaban el balance en todo.

Hace milenios los Safiros destruyeron las razas débiles: ninfas, hadas, duendes... Todo lo que necesitara protección dejando solo tres especies sobrenaturales: brujas, vampiros y hombres lobo.

Para cuando los Safiros encontraron a los humanos y vivieron entre ellos intentaron destruirlos, los humanos eran demasiado débiles y con un gusto sádico para la autodestrucción que no pasó por sentado.

La guerra comenzó.

Vampiros, hombres lobo, brujas y humanos se aliaron para darle fin a los Safiros.

Y creyeron que lo habían hecho... Creyeron destruirlos.

-Llama a Mikael- dice Yureck mientras sigue frotándose las manos -Dile que es esencial que los tres nos reunamos-

-Como ordene mi rey-

Din, el Beta de Yureck en seguida salió del despacho para cumplir con la orden de su señor.

-No es posible...- susurraba Yureck mientras seguía frotándose el cuerpo.

Una de las desventajas de no tener mate... Año tras año se iba debilitando.

-Hermano- un joven de cabellos de oro entraba asomando su cabeza -¿Estás ocupado?-

-No Simón, acércate-

El joven cachorro había tenido su transformación hace apenas un año, pero mantenía una actitud infantil y sonriente, es la alegría del castillo de Yureck.

-Hermano... ¿Hasta cuándo seguiré aquí? -

Simón no era como Yureck, con su mirada verde juguetona y mejillas sonrojadas, siempre activo y a la busca de juegos, sonriente todo el tiempo.

Se comportaba como un niño y disfrutaba de los caramelos que le robaba a su nana.

Era atractivo... Demasiado atractivo, y su condición física le favorecía, al lado de Yureck no parecía su hermano, parecía su hijo pequeño.

-¿Qué quieres decir?-

Simón no tenía permitido abandonar el castillo bajo ninguna circunstancia, estaba encerrado en ese enorme lugar.

-Quiero encontrar a mi mate- soltó Simón sin más que decir.

Con un manotazo en el escritorio Simón retrocedió. Sabía que su hermano no apoyaba la causa "Son una pérdida de tiempo Simón, no traen más que desgracia así que no te molestes en buscarla... No te molestes en crecer"

Pero Simón no creía que eso fuera así, anhelaba el amor que veía en las parejas del castillo, o en las calles que por su ventana se observaban, incluso su bestia le recriminaba no ir por su compañera.

-Son tonterías, tienes a penas 19 años Simón, preocúpate por estudiar-

El tono de Yureck era el de un Alpha, muy pocas veces lo había utilizado con Simón.

El joven suspiro pesadamente.

-Como diga, señor-

Hizo la reverencia correspondiente y salió del despacho sin hacer ruido.

Secretos de LunaWhere stories live. Discover now