XLII

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Yureck.

-Me inquieta mucho que esa visión tuviese algo importante-

Estoy en la habitación de Alejandra, Din duerme en la contigua para guardar apariencias, aunque sé que hay una especie de pasadizo que une sus habitaciones.

Alejandra deja a Elías en su cuna.

-Mi señor, no debería preocuparse, en mis siglos de bruja he aprendido que ese tipo de visiones son muchas veces una advertencia, no una calamidad real-

-Aun así... Me sentiría mejor sabiendo que viste-

Alejandra me mira con sospecha.

-Se me hace sumamente raro que no haya dicho una palabra mientras me encontraba con la reina Amy, por lo general... Hay al menos una oración que digo en cada visión-

Antes de poder decir algo el armario de Alejandra se mueve, Din entra y en cuanto me ve hace una reverencia.

-Lo lamento mi señor, no sabía que usted se encontraba aquí-

Me acerco a Din y le doy una palmada.

-Ya me retiraba, Alejandra... Avísame si recuerdas algo... Lo que sea-

-Por supuesto mi señor-

Salgo de la habitación de Alejandra con esa duda en la cabeza.

¿A caso Amy me ha mentido?

Eres estúpido, mi Luna es incapaz de mentirnos.

Intercede Azu.

Sin embargo, hay muchas cosas que me parecen extrañas de Amy, ¿Cómo logró escapar? ¿Quién era el lycan que conoció?¿Cómo es que ella sabe pelar?

Recuerdo cuando la traje al castillo, hostil, llena de odio y dolor.

Supe que en esos ojos negros había un pasado doloroso... Pero no quise agobiarla con preguntas estúpidas, confiaba en que llegado el momento ella se abriría conmigo.

Ahora la duda me carcome.

Camino hacia la habitación real, que es la que ocupo con Amy.

No puedo evitar preguntármelo.

¿Amy realmente me ama?

Ella nunca lo ha dicho, lo más parecido fue "Te seré leal tanto como tú lo seas a mí"

Entro a la habitación, la observo dormida.

Está echa un ovillo, protegiendo en sueños a nuestro cachorro, sus manos alrededor de su vientre.

Me acuesto en la cama a un lado de ella.

-¿Yureck?- llama algo ronca.

-Luna, lo lamento, no quería despertarte-

-No lo has hecho, intenté esperarte, pero el sueño me venció- Amy pasa sus manos por mi pecho -Me alegra tanto que estés conmigo-

-¿A sí?¿Por qué?-

Amy me besa, por un instante me quedo quieto, pero después le correspondo, sus labios son tan dulces y su aroma a rosas me vuelve loco.

-Me siento mejor cuando estás conmigo, más protegida-

Amy coloca su cabeza en mi pecho.

-No quiero que te separes de mí nunca más-

Quizá sean las hormonas del embarazo... Pero está mujer nunca se había comportado así antes.

-Yureck- Amy susurra en mi pecho.

-¿Qué te inquieta Luna mía?-

Amy levanta la vista, me sonríe.

-Te amo-

Las dudas sobre mi compañera se desvanecen por completo.

Pero claro que no, Amy sería incapaz de herirme o tan siquiera de pensar en hacerlo, está mujer es mi alma.

Y yo le soy completamente leal, no hay nada más valioso que ella, es mi razón de existir, mi estrella en la obscuridad, mi guía en el desierto.

-Yo también te amo- le susurro con suavidad antes de que se quede dormida.

He sido un imbécil, no volveré a dudar de ella nunca más.

E.

Secretos de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora