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Pero... ¿Que? ¿Cuando? ¿Como?

 Al abrir la puerta con mis manos temblorosas, me encuentro con una espeluznante figura encorvada de pelos parados en el oscuro pasillo del piso 4. Al acercarse un poco más a la luz que sale de mi departamento capto quien es, y dándome un golpe mental noto que es la misma señora que me entregó las llaves de este apartamento.

Ja, que bruta soy.

Y... ¿Qué hace aquí, señora? ¿Viene a sacarme la llave? Todavía no me metí en un lío... Bueno pensándolo mejor: No me metí en un lío con usted, ni he roto nada del edificio.

—Oh. Hola señora Yon.— saludo normalmente con una inclinación de cabeza.

Una de las razones por la cual me hospedé en este edificio es porque la dueña de aquí habla español. Imagínense la pesadilla que sería ir con el celular para todos lados y acercándoselo a la boca de cualquiera para poder comunicarnos. Exacto señoras y señores, tardaríamos una eternidad.

—Hola cheñorita Liane...— saluda con ese típico tono tardío y voz rasposa de abuelita... Ya saben, con lentitud y adorabilidad.— Solo pachaba por aquí para chaber si algo se te había quemado por el apagón... eso chería una gran pena.—dice antes de llevar su mirada al suelo.

¡Oh que tierna es, señora Yon! me gustaría poder adoptarla para que pudiera ser mi abuelita. La verdad es que nunca he tenido una abuela que me quiera, me aconseje y me proteja. Y ella es muy dulce ¿Qué me impide que pueda robarla y encerrarla en una cajita de cristal para que así, viva solamente para cocinar sopa con caldo de pollo para mí? Ah, sí... La ley.

Con deleite y cariño miro a la mujer que está enfrente de mí y niego con la cabeza.

—Tranquila. Estoy segura que no se quemó nada— ‹‹O eso espero.››—Todavía no revisé muy bien, pero no tiene nada de qué preocuparse, señora Yon— tranquilizo a la mujer,  dedicándole una gran sonrisa.

—Uh... No, no. ¿Chabes qué? ¡Te traeré más velas!— exclama apuntándome con el dedo, como si estuviera regañándome por algo. Alejándose a pasos rápidos de mi puerta hasta el elevador, voltea para verme y grita:— ¡Aunque tengo que ver a otras perchonas del edifichio!

De cualquier forma ¿por qué querría más velas? No me digan que ocurren apagones muy seguidos por aquí.

—¡Está bien no se preocu...!

Mis palabras quedan en el aire cuando ella habla por encima de mí.

—¡Te las traerá mi pequeño nieto!—chilla antes de que las puertas del elevador se cierren por completo.

Me quedo razonando con mis manos entrelazadas y mordiendo la puntita de mi lengua. Plantada en el umbral de la puerta, miro hacia donde acaba de irse la mujer de mayor edad. Ah, su nieto... Esperen ¡¿Qué dijo?! ¿Los niños pueden salir a estas altas horas de la noche? Al decir "pequeño nieto" no creo que el niño sea mayor de seis o siete años.

Negando con la cabeza tal cual padre decepcionado, vuelvo a entrar a mi departamento. Hoy en día no entiendo como hay personas tan descuidadas con sus hijos pequeños, el mundo está cada vez más desastroso y podrido. Deberían ser más... cuidadosos.

Sí, sí. Y lo dice la persona que acosaba a un pobre chico en un elevador. Pero para defenderme, el chico del elevador se notaba que tenía, casi, mi misma edad, así que son asuntos muy diferentes ¿cierto?

Yendo a la cocina, busco en alguno de los gabinetes algún paquete de galletas para poder ofrecerle al niño ‹‹Creo que tenía unas con chispas de chocolate...››.

Me enamoré de un ¿medio coreano?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora