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Algo de tí que nunca le contaste a nadie.

—Yo digo que te veías adorable.

—Liane, parecía una ardilla regordeta que usaba pañal.

—Por eso. Adorable.

Mis ojos contemplan las fotografías pegadas en el álbum de fotos que Seung me trajo hace un momento. Y me es inevitable no soltar pequeños "awww" cada vez que veo las imágenes de él cuando era chiquito.

Paso la página, y mis ojos se abren un poco al ver a Seung vestido con uniforme escolar. No voy a mentirles, le sentaba tan bien el traje bordó y la corbatita amarilla.

—¿Esto es aquí o cuando ibas a la escuela en Latinoamérica? —curioseo mientras apunto la fotografía con mi dedo.

Volteo a ver a Seung, el cual está sentado en el sofá a un lado mío, con una mano en el mentón y los labios fruncidos hacia un lado.

—Creo que es allí... habré tenido unos seis años, tal vez —dice con la mirada en la foto.

—Te veías muy contento.

—Y lo estaba. Si mal no recuerdo, me había mudado un par de días antes a Sudamérica; ese fue mi primer día yendo a una escuela de ahí.

—Te veías lindo —digo mientras formo una pequeña sonrisa—. Me gusta el peinadito de hongo que llevabas en ese tiempo.

—Agh, era un asco —arruga la nariz.

Suelto una risita y vuelvo a pasar de página. Mi entrecejo se frunce un poco al ver una foto de él con uniforme diferente.

—¿Cambiaron el uniforme de tu escuela? —pregunto, un poco confundida.

—Eh... no. Yo me cambié de escuela. Permíteme —dice sacándome el álbum de fotos de las manos—. Estas fotos son bastante aburridas... son del tiempo en el que asistía a la escuela primaria, me cambié muchas veces a diferentes escuelas. Déjame buscar unas en mi época emo.

—¿Por qué te cambiabas tanto de escuela? —curioseo mientras veo como pasa de páginas—. Espera, ¿tenías una época emo? Tengo que ver eso.

Lo oigo soltar una risa grave.

—Te lo advierto, era muy guapo como emo —alardea haciéndome bufar y rodar los ojos—. Y con respecto a la otra pregunta... pues... la gente no era muy agradable ¿sabes?— dice con un dejo de diversión al verme—. A la mayoría le resultaba gracioso mi acento al habla y... se burlaban de mí y esas cosas.

Mi mirada no se aparta de él ni cuando dice "aquí están las fotos, toma" mientras deja el álbum apoyado en mis piernas. Frunzo mi ceño y aprieto los labios al imaginar la situación de Seung. ¿Saben qué me da más coraje? Oírlo decir eso mientras sonríe como si eso que vivió fuese lo más fascinante que le haya sucedido en la vida.

—Oye, ¿y eso no te afecta ahora? —intento preguntar cabizbaja, al tiempo en que mis brazos se dejan caer sobre el álbum de fotos para no distraerme y poder darle mi mayor atención a Seung.

El chico del elevador pega su espalda al sofá y deja caer su cabeza hacia atrás mientras suspira.

—Nah, ya lo superé. Ya sabes, "sin preocupaciones es cómo hay que vivir", como dice la película esa de Hakuna matata.

Lo miro con extrañeza.

—Creo que te refieres a la película de El rey Simba —intentó corregirlo.

Seung se endereza para mirarme con la misma cara de extrañeza con la que lo miré.

—La película se llama Hakuna Matata.

Me enamoré de un ¿medio coreano?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora