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¿Una sola foto...? Bueno, tal vez dos. 

Termino de plancharme el pelo, peinarlo y ponerle gel en la parte delantera para que todo quede prolijamente hacia atrás. Exhalo, con la mirada en el espejo de uno de los cuartos de la mansión, sí, esa misma mansión en donde Tae-oh me trajo varias veces para aprender sobre modales y esas cosas. Vuelvo a pasar el cepillo por mi cabello y, frustrada, apoyo la frente en la palma de mi mano, soltando un quejido resonante.

Mientras yo estoy aquí, preparándome para un evento donde asistirá gente súper rica, Seung está tirado en la cama de un hospital y, tal vez, enojado conmigo por lo que le sucedió.

Le envié muchos mensajes, pero no me respondió ni uno solo. Y tengo miedo, y estoy muy preocupada, y siento que soy una mala persona, y... y...

Y no fui a visitarlo por que Kim me lo prohibió.

Comienzo a maquillarme: un poco de base en la cara, correcto para tapar mis ojeras, sombra marrón y dorado claro en los párpados, un delineado delgado y un poco de rímel en las pestañas. Me contorneo el rostro y agrego un poquito de iluminador en el pómulo, el lagrimal y la puntita de la nariz. Suspiro mirando la fila de labiales que se posan sobre el tocador, y, tomándome algo de tiempo, me decido por uno que está en una de las esquinas, supongo que combinará con el vestido que me obsequió Tae-oh.

Me levanto y voy hacia el vestidor, donde cuelga sobre el perchero el vestido con mangas largas y encaje. Me saco la bata que llevo puesta y procedo a cambiarme.

Tal vez, en otras circunstancias, esta situación me resulte bastante divertida; seguramente, estaría creyéndome alguien de la realeza o divirtiéndome por pensar que pasaré la noche rodeada de puros millonarios. Pero no es así, solo puedo estar preocupada por no saber cómo está Seung en el hospital.

Me gustaría poder estar ahí con él.

Pero, tristemente no puedo hacerlo, y todo porque Kim hizo lo posible para sacarme del hospital, acusándome de que estaba haciendo un alboroto en el lugar «o, bueno, es lo que entendí cuando guardias de seguridad aparecieron para guiarme hacia la salida». Tae-oh, por suerte, no sabe nada de ese asunto. Después de haber visto a Kim acercarse a mí muy furiosa, yo fui la que me alejé de él, no quería que supiera nada sobre el plan «ya saben, ese plan tonto que hice con Kim para demostrarle que realmente no quiero lastimar a Seung.»

Pero la vida siempre me pega como bate a pelota de Béisbol, así que... supongo que terminé demostrando todo lo contrario.

Que frustrante.

Voy hacia el espejo pegado a la pared del vestidor y me miro de todos los ángulos posibles. El vestido es divino, no puedo negarlo, cada detalle es muy cautivador: desde la falda lisa y amplia con una abertura en la parte de la pierna izquierda, hasta el cuello en forma de V que llega hasta el centro de mis pechos «sin exhibir ningunas de ellas, claro. De igual forma, tampoco es como si tuviera mucho que mostrar...» Ni en un millón de años hubiera imaginado que tendría algo tan costoso como esto. Debo de admitir que me da cierto miedo usarlo y que se arruine por alguna torpeza mía.

No, hoy... hoy todo saldrá bien, tengo que ser positiva. Esta noche tengo que actuar como la novia del hijo de un ¿jefe de empresas de moda? Creo que de eso se gana la vida el padre de Tae-oh. Como sea. El punto es que tengo que ser la persona más impecable hoy. Nada puede salir mal.

«¡Por favor universo, te imploro que nada salga mal! ¡No me falles como las quinientas veces anteriores!»

Miro la hora en mi celular, las 17:15. ¡¿Tardé una hora y media en prepararme?! Y sí, ¿que esperaba? Si cada tanto paraba de alistarme para revisar si Seung había respondido algunos de mis mensajes. Aliso la falda del vestido con las manos, dándome una última mirada en el espejo y salgo del cuarto, por el pasillo, hasta bajar las escaleras con una elegancia excepcional.

Me enamoré de un ¿medio coreano?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora