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Yin yang


Ajusto la trenza de lado que me he hecho y le sonrío a mi reflejo en el espejo. ¡Que hermoso es despertar a las dos de la tarde! Mientras hago un baile improvisado, salgo del baño, y voy directo a mi habitación para buscar algo de ropa decente que pueda reemplazar este camisón y este short que llevo puesto.

Abro mi armario de par en par y, al ver la cantidad de ropa hecha un ovillo, hago una mueca de desagrado. Intento ignorar el desastre que hay dentro, y llevo una mano a mi mentón, pensando detenidamente en qué ponerme. Decido sacar varias prendas de vestir y las esparzo sobre mi cama para tener una mejor vista de todo.

Bien, hoy sí o sí tengo que escoger dos outfits. Uno para usar ahora «o sea que debe ser casual y simple» y otro para ir con Tae-oh a cenar a la casa de sus padres «o sea que debe ser formal y delicado».

Una pequeña sonrisa se forma en mis labios al recordar la conversación que tuve con el inexpresivo anoche. ¡Al fin tengo un amigo hombre! Tomen eso, viejos compañeros de escuela; ustedes dijeron que nunca tendría un amigo varón y, miren, apareció el inexpresivo. Aparte es súper necesario aclarar que es millonario «o, bueno, sus padres son millonarios, no estoy muy segura. Tiene una familia rara».

Ja, por lo menos tiene familia. ¿Tú qué tienes Liane?

¡Un amigo hombre!

Escojo unos vaqueros azules oscuros y una blusa sin mangas con cuello de tortuga color rosa pálido. Me visto rápido y voy hacia la cocina a pasos de correcaminos. Me acerco a la encimera y tomo una pequeña caja de terciopelo color morado, luego la meto en una bolsita de regalo con un moño celeste en una de las esquinas. Saco dos botellas de soju de la nevera y cierro la puerta de la misma con el pié.

Meto todo en mi bolso mientras me dirijo a la puerta principal. Peino un poco mi fleco con los dedos, tomo mi abrigo negro, y salgo de mi departamento. Camino con torpeza y nerviosismo hasta el elevador y, luego de dudarlo un poco, oprimo el piso cinco.

Al fin vería a Seung, luego de tantísimas horas de agobio y preocupación. La verdad es que sintiéndome culpables por lo que pasó, pero intentaré no volver a repetir un "lo siento" delante de él ni volver a sacar el tema de las nueces; creo que ya se cansó de oír mis disculpas. Salgo del elevador y me planto delante de la puerta de su departamento sintiendo mis nervios aumentar cada vez más; suelto un hilo de aire por la boca antes de tocar con mis nudillos la madera blanca y poner una de mis mejores sonrisas.

La puerta se abre, permitiéndome contemplar al chico del elevador vestido con un pijama azul de seda con pequeños dibujos de hamburguesas por todas partes; al alzar la mirada, veo su cabello oscuro algo despeinado y sus lentes redondos enganchados sobre su nariz «Uy, y aún en estas fachas se ve guapo el condenado».

Abre un poco los ojos cuando me ve plantada delante de él. Parpadea varias veces, desconcertado, antes de hablar:

—¿Liane? Tú qué... ¿qué hacer aquí?—pregunta, esbozando una pequeña sonrisa.

—Vine a... este... ver cómo estabas —digo bajando la mirada al bolso, algo apenada—. Perdón por no avisar antes, quería que fuera una sorpresa.

—Oh, no, no te disculpes chica de cabello gris —se apresura a decir, abriendo más la puerta—. ¿Quieres entrar?

Vuelvo a levantar la mirada hacia él, y mis ojos inspeccionan de una manera bastante notoria y descarada todo su rostro, intentando encontrar algún rastro de hinchazón por las alergias que le provocaron las estúpidas nueces «ahora hasta yo odio las nueces». Sonrío de lado al ver que él parece estar como nuevo.

Me enamoré de un ¿medio coreano?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora