Capítulo 1

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Lauren observaba mientras su mejor amiga bebía un sorbo de vino blanco y depositaba la copa sobre la mesa.

— Y bien— comentó Camila animada—, ¿por qué no tenemos sexo?

La ojiverde parpadeó, luego miró alrededor del restaurante algo pomposo de Manhattan.

— Probablemente porque nos encontramos en la zona casta. Pero seguro que podemos cambiar de mesa.

— No me refiero a este momento, por el amor del cielo— Camila suspiró—. Hablo en general.

Lauren volvió a suspirar. Camila siempre tenía la tendencia de sorprenderla, pero eso era inesperado, incluso para ella.

— Supongo que porque ninguna de las dos tiene una pareja de peso. ¿O me he perdido algo?

— Tampoco me refería a eso.

— Muy bien.

— Me refiero a porqué tú y yo no tenemos sexo— meneó la cabeza como si hablara con un niña torpe.

La frase colgó en el aire como la burbuja de diálogo de una viñeta. Durante un momento la ojiverde olvidó cómo respirar. Alguien tiró un vaso y Lauren se sobresaltó, volviéndose de forma automática para comprobar los daños. Al mirar otra vez a Camila vio que ella no sonreía. Tenía el rostro serio. No se trataba de una broma.

— Primero— trató de razonar con lógica cuando todo gritaba que saliera corriendo—. Debo saber si se trata de una cuestión retórica. Porque de lo contrario la respuesta es distinta.

— No— la chica más pequeña observó con el ceño fruncido— No es retórica— la ojiverde aguardó un segundo—. Sí— suspiró Camila—. Podría ser.

Aún no había terminado. Lauren lo supo por el modo en que se mordisqueaba el labio inferior. Después de ocho años había aprendido a reconocer las señales.

— No estoy segura— reconoció Camila—. Tal vez.

— Muy bien. Ahora que eso ha quedado claro, no tengo ni idea de por qué no tenemos sexo. ¿Quieres explicarme este pequeño viaje a la zona de los Cuentos Asombrosos?

Camila tomó su cuchara, luego volvió a dejarla y decidió beber otro sorbo de vino. Considerando que había dejado su postre favorito, Lauren supo que estaba ansiosa. Pensó en pedir un coñac, pero llegó a la conclusión de que era mejor tener la cabeza despejada. Hasta donde llegaba la amistad, Camila figuraba entre los dos primeros lugares. No, en el primero. Pero a veces...

Bebió café y esperó. La explicación llegaría a su debido momento. Como siempre. El truco radicaba en no sentir pánico.

— He estado pensando.

— Es obvio.

— No empieces.

— Ni se me ocurriría. 

— De acuerdo. He estado pensando. Tengo veintisiete años, la profesión que deseo, la casa que quiero. Me encantan mis perros. Me gusta mi intimidad. Siempre he sido un desastre en el amor, pero, según recuerdo, era bastante buena en el sexo.

— No estamos en un programa de televisión, ¿verdad?

— Tú tampoco eres una niña— continuó, como si Lauren no hubiera hablado.

— Sólo soy  un año mayor que tú. Aún me falta para jubilarme.

— Y eres feliz con la vida que llevas, ¿no?

— ¿Debo contestarte ahora?— Camila asintió—. Sí. Soy feliz con mi vida.

— ¿Lo ves? De modo que te gusta dónde estás, y a mí me gusta dónde estoy, pero ninguna de las dos se acuesta con nadie. Al menos, yo no. ¿Y tú?

De haber estado bebiendo, se habría atragantado y escupido sobre la mesa.

— Lo siento, pero debes ser una de esas alienígenas de las que siempre estoy leyendo, que se apodera de los cuerpos de agentes de bolsa inocentes cuando duermen. ¿Cuándo regresará Camila?

— Contéstame.

Meneó la cabeza. No tenía sentido luchar, nunca servía con Camila.

— No, cariño. No me acuesto con nadie, como tan delicadamente lo has expuesto.

— Y bien, ¿por qué no tenemos sexo?— ni siquiera sonrió—. La una con la otra, quiero decir.

— Hmmm, no sabía que fuera una opción— sintió la necesidad de limpiarse la frente, pero resistió.

— No te sientes atraída por mí, ¿es eso?

— No es lo que yo he dicho.

— Bueno, ¿lo estás?

— Cielos, Camz. Muestra algo de piedad.

— Si no podemos ser sinceras una con la otra después de todos estos años, entonces, ¿qué sentido tiene?

— Camz, tu sabes mi secreto...

— "Eso" hasta el grupo lo sabe...

— Camila, esto es algo salido de Kafka.

— Contéstame.

Estudió sus ojos castaños, los labios sensuales y el modo en que se echaba el pelo detrás de las orejas, y se dio cuenta de que a lo largo de los años había memorizado su rostro. En algunas cosas le resultaba más familiar que el suyo propio.

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Esta es una de mis novelas favoritas y quise adaptarla a Camren, so... ¿Les gustaría que la siguiera? Comenten(: —S.

¿Amor, amistad o sexo? (Camren G!P Fanfic)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora