8. Cours

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Capítulo 8.

El timbre suena, la clase ha terminado.

Aleluya.

Le he estado dando vueltas a todo esto mientras el profesor hablaba y ni siquiera he tocado mi cuaderno. La mirada de Alejandro en mi nuca tampoco ayuda mucho.

— ¿Juliett?—Amelia me hace reaccionar cuando me mueve un poco del hombro.

—Eh, si ¿Qué pasa?—pregunto, ella eleva una ceja.

—Ya todos se fueron—dice, soltando una risa y señalando el entorno.

Veo a mí alrededor, somos las únicas en el salón. Diablos.

Inmediatamente veo en el asiento detrás de mí.

Vacío.

—Me tengo que ir—digo rápidamente, poniendo mi mochila sobre mi hombro. Amelia tiene una cara de confusión.

— ¿Me debo preocupar?—dice, caminando conmigo hacia la salida del salón, yo niego con la cabeza intentando no salir corriendo.

—No, solo tengo que ir a las gradas, ya sabes...—sonrió con inocencia—, a tomar aire.

Camino a paso veloz a mi taquilla, arrojando todo en su interior y cerrándola de un golpe. Antes de que pueda seguir con mi camino, Amelia me sujeta de la muñeca.

— ¿Qué fumaste o qué?—Amelia me suelta, suelto una risa nerviosa.

—Solo... solo tengo que hacer algo ¿vale?—le sonrió nuevamente, ella no cambia su semblante mientras me alejo lentamente.

Le doy gracias a aquello divino que hizo que no me siguiera. A mi alrededor, los estudiantes entran a sus salones mientras yo los esquivó con velocidad. Nunca he sido fanática de saltarme las clases, al final del día solo terminaría estresándome más de lo común cuando termine el parcial.

No puedo creer que me esté saltando clases por esto. Por él.

Trato de excusarme de alguna manera, pero ninguna idea me viene a la cabeza. Mi única reflexión es esta: Si queremos resolver un problema debemos saber a qué nos enfrentamos, ya saben hacerte amigo del enemigo.

Una rara sensación se establece en mi estómago, indicando que estoy nerviosa.

El sentimiento no se va, hay sentimientos que no quieren marcharse, son distracciones que te susurran al oído, cosas que se meten debajo de tu piel. Por mucho que lo intente, no puedo ignorar mi instinto. Como suele decirse: Siempre sigue tu intuición.

La cancha de soccer está vacía, las gradas están ubicadas en el fondo y puedo ver como ahí está Alejandro, sentado y aun lado suyo tiene una guitarra negra.

—Al fin llegas—afirma cuando me ve, poniéndose de pie.

—Mira Avilar, más te vale que sea algo bueno porque...

—Tienes que tomar algunos riesgos, Cerise—murmura divertido.

Odio ese apodo.

Alejandro comienza a caminar, mi toda yo se queda estática ¿Porque mierda estoy aquí?. Una crisis existencial se apodera de mi cuerpo casi de inmediato, haciendo que quiera huir a España. Al ver que no me muevo, el chico de cabello negro se voltea hacia mi, rodando los ojos y tomando mi mano con delicadeza.

Lo miro curiosa por su repentino acto a lo que solo recibo una sonrisa torcida.

—Anda camina—me da un pequeño jalón y junto a él, empezamos a caminar fuera de las instalaciones.

Los A.A © [✔]Where stories live. Discover now