23. Aimer la peinture

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Capítulo 23.

Mi cabello cae desastrosamente sobre mi cara, haciéndome soplar los mechones para poder seguir pintando la pared. El sol esta horrible, creo que en cualquier momento caeré muerta del calor.

Al menos que Amelia te mate primero.

Cierto.

—Líneas rectas, Juls—Amelia dice detrás de mí. La miro encarnando una ceja.

—No te quejes, te estoy ayudando.

—Si me quejo porque tú te ofreciste.

— ¡Yo no!—Alice grita, Amelia de inmediato la mira mal.

—Si caigo yo, caemos las tres—le murmuró, ella suelta una carcajada.

Amelia rápidamente nos regaña y entonces cada quien vuelve a hacer su tarea asignada, —la que dirige todo es Amelia, claramente—.

La verdad es que no tengo ni idea de lo que estamos haciendo, solo hago lo que mi amiga me pide. El mural lo estamos pintando justo en la entrada de la universidad, así que no falta decir que las tres estamos sudando como puercos ante el calor.

La verdad es que creo que esto me está sirviendo como terapia, ya que me da una excusa para evitar cuidadosamente a A.A y pasar más tiempo con mis amigas intentando despejar mi mente.

—Oye, Juls—Alice me llama, la veo de reojo.

—Dime.

—Es que ya te equivocaste—murmura, miró de nuevo el mural.

No le veo nada malo.

—No, Amelia me dijo que...

Justo cuando me doy la media vuelta para enfrentarla, siento el frió de la pintura sobre mi rostro.

Maldita.

Alice ríe como morsa loca.

— ¡No desperdicien la pintura!—Amelia nos grita.

Con mi mano logró quitar la pintura morada de mis ojos para ver a mi oponente.

— ¡Alice James, estás muerta!—le gritó, tomando mi brocha, ella se vuelve tan pálida como una hoja de papel.

— ¡Noooooo, Juliett!

Se queda con las palabras atoradas en su garganta cuando una linda línea negra está en su cara.

— ¡Tuuuu!—me señala amenazante, apunto de volverme a atacar. No lo logra porque somos atacadas por Amelia, cuando nos salpica con pintura.

Ambas miramos hacia su dirección, Amelia nos mira con los brazos cruzados.

—Si ya terminaron, por favor, vuelvan a pintar.

Los ojos de nuestra amiga nos hacen sudar, ambas volvemos a hacer lo que nos pide sin meternos en problemas, intentando aguantar la risa.

Las tres seguimos pintando y sorprendentemente, esto comienza a tomar forma. Me alejo un poco para ver nuestra obra maestra que también, cabe decir, nos justifica faltar a clases.

Lo cual es lo máximo, 10 de 10.

Unas bellas hojas y flores comienzan a plasmarse en la pared.

—Nos está quedando lindo—afirmó, viendo nuestro trabajo.

Unas manos se colocan en mi cintura, salto de sorpresa al sentir el frió de sus anillos de metal.

Reconocería ese tacto donde fuera.

—Un día de estos me vas a matar del susto, Avilar—rió.

Los A.A © [✔]Where stories live. Discover now