2. Extra

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Solo veremos Netflix

Alex

Un momento excepcional.

Son pocas las personas en el mundo que esperan llegar a presenciar uno en su vida. Nunca me había considerado uno de esos afortunados, aquellos que gozan de una infinidad de sucesos que les producen felicidad. La efímera, esa que dura poco y recuerdas en los días malos. Ese tipo de felicidad que sabes que no cualquier situación podría producírtela. La mía tenía nombre y apellido: Mackenzie Davis.

Existían ocasiones en las que me encontraba temeroso de lo que pudiese pasar entre nosotros. No, no tenía miedo a salir lastimado. El miedo que me quería dominar era el de arruinar lo que apenas estaba comenzado. Sabía que estaba teniendo una oportunidad que no debía desaprovechar. Mack era una de esas chicas que aparecen una sola vez en la vida, de las que llegan para arrasar con todo, de las que ponen tu mundo de cabeza y que una vez que estas se van, dejan un vacío que nadie será capaz de llenar.

Mack era jodidamente especial.

Me detuve a admirarla desde atrás, con mis antebrazos recargados en el carrito de compras y ella pensando en qué más podíamos llevar. Sus orbes azules viajaban por cada una de las estanterías y mordía una de sus uñas como acto nervioso. Ese loco cabello rosa bailaba en cada movimiento que hacía su pequeña cabeza al girarse. Inevitablemente mis ojos fueron bajando a lo que traía puesto, ya sabía lo que traía, aún así no me molestaba volver a darle un buen repaso. Un short negro ceñido y demasiado corto, una camiseta de Ac/Dc y sus fieles botas negras. Su vestimenta era atrevida y ella tan tierna.

¿Quién lo diría?

Tuve que desviar mi mirada cuando se volvió hacia a mí.

—¿Si escuchaste lo que te dije, verdad?

Carajo.

—Eh... —titubeé—. ¿Si te digo que sí no te enojas?

Ella volcó los ojos.

—¿En qué estabas pensando que no me ponías atención? —preguntó, exasperada—. Siento que yo soy la única emocionada por esto.

Me recargué un poco más en el carrito.

—Sabes que no es así —aseguré.

Ella enarcó una ceja y miró hacia otro punto.

—Tal vez como ya no es igual de especial que una primera cita no te parece importante.

Ahí estaba otra vez. Mack llevaba toda la semana inquieta por nuestra noche de películas en mi casa y se podían palpar sus nervios a simple vista. Esa inseguridad de que fuese la única esperándolo con ansias. Joder, no podía negar que yo también había llegado a inquietarme por ello, ya que las anteriores veces habíamos salido en público. Es solo que no quería apresurar las cosas, con ella no tenía ninguna prisa.

Quería disfrutar cada momento.

Y era la razón por la que aún no le pedía ser mi novia, no era porque estuviese esperando el momento perfecto. La verdad dudaba que existiese, creía firmemente en que nosotros somos los que hacíamos que los momentos fuesen especiales. Los lugares podrían tener algo que ver pero eran cosas banales. Podrías estar en medio de una guerra, pero si tuvieses a una persona que te importe a tu lado, eso no importaría.

Esto no es un cliché, ¿o sí? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora