9. La pregunta

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Capítulo Nueve

La pregunta

El día miércoles llegó más rápido de lo que cualquier otro día hubiese llegado. Era como si el universo quisiera que él y yo estuviésemos solos en esa casa.

Vaya suerte la mía.

Al salir de clases Leo se ofreció para llevarme y después irme a recoger. Tuve que rechazar su ofrecimiento, no fue porque no quisiera, solo que existen ocasiones en las que siento que él pareciera un chofer personal y no me gusta esa clase de pensamiento. Está bien que me dé aventones de vez en cuando, pero no quisiera aprovecharme de él.

Ya me había resignado a la idea de irme en autobús, hasta que por alguna extraña razón Alex se ofreció para que nos fueras juntos, después de todo, íbamos al mismo lugar.

Me resultaba un tanto extraño que se estuviese comportando tan amable conmigo. No me estoy quejando, de hecho, creo que me podría acostumbrar a ello.

Sé qué tal vez se estén preguntando:

¿A qué viene todo esto?

Es para que puedan entender la situación en la que me encuentro en este momento. Mi pequeño cuerpo está sentado en el asiento copiloto de su auto. El aroma era delicioso, era una combinación de su loción y el olor que suelta el bosque después de haber llovido. Tal vez solo son ideas mías, no puedo hacer nada, ya que ese es el olor que sienten mis fosas nasales. Exquisito.

Tengo la mochila en mi regazo y envuelta en mis brazos para después dejar que mi barbilla se recargue en ella.

No he dicho ninguna palabra, mi mente está más concentrada intentando comprender que todo esto en verdad está pasando.

Durante meses observé desde lejos como chicas subían a su auto incluyendo a la odiosa de Kelsey. Sé que esto es totalmente diferente, y no porque esté asegurando nada, sino porque la situación lo amerita, con la diferencia de que no me siento mal. Siempre he sabido cuál es mi lugar en la cadena alimenticia escolar y no tengo ningún problema con ello. Cuando creces siendo invisible antes los ojos de las personas que te rodean aprendes a resignarte en que el resto de tu vida será así. No intentas aspirar a más, solo aceptas lo que te tocó. Es la ley de la vida.

Solté un profundo suspiro.

—¿Quieres poner un poco de música? —preguntó sin despegar sus ojos del camino.

No estaba aburrida, solo un poco abrumada por mi vida.

—¿Estás seguro? No quiero incomodarte.

—Adelante —sonríe, y comienzo a sacar mi celular de una de las bolsitas de mi mochila—. Estoy seguro de que tu gusto musical no debe ser tan malo.

—No lo es —aseguré.

La mayoría hubiese puesto una canción cualquiera sin ninguna intención. Pero teniendo en cuenta que no soy como los demás, yo si iba a aprovechar mi oportunidad.

Me decidí por Your love de la banda The Outfield.

Si Alex no entendía las indirectas es porque de verdad era un completo tonto. No se equivoquen, eso es algo que la verdad no me importa, al final del día todos lo somos.

Esto no es un cliché, ¿o sí? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora