13. El partido

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Capítulo Trece

El partido

—Mack y Connor, vayan a elegir lo que necesiten, nos vemos aquí en media hora, ¿ok? —nos ordenó mamá.

Me atreví a responder por ambos.

—Está bien.

—No se excedan, solo lo necesario —recordó.

Sonreí.

—¿Y si yo solo necesito Cheetos y Dr. Pepper?

Ella llevó ambas manos a sus caderas.

—¿Tú solo piensas en eso?

—Sí —afirmé sin vergüenza.

—Deberías comprarte cosas de limpieza personal.

Hice una mueca.

—No me hace falta nada de eso.

—Bueno, entonces elige lo que quieras.

—¿Gracias? —le di una sonrisa de lado.

Connor juntó sus manos para rogarle.

—¿Puedo elegir gomitas de sabores? —suplicó.

—Sí, solo no tantas que te dolerá el estómago.

Abrí mi boca en asombro.

A él no le dijo nada, estas cosas me hacían dudar sobre si existía un consentido en la familia. Tonto, Connor.

Caminé por los pasillos del centro comercial con un carrito de compras enfrente de mí. En el que mi hermano iba sentado en la parte de adentro para no perderlo de vista. Aunque no lo admitiera en voz alta, me gustaba que fuese de esta manera, era algo que solía hacer con mi hermana mayor Brianna. Me traía buenos recuerdos.

Entré en el pasillo de las frituras y busqué con la mirada en dónde se encontraban mis favoritos. Al encontrarlos tomé unas cuántas bolsas de la estantería y se las lancé a Connor para que las atrapara. Él me iba pidiendo de diferentes marcas y yo se los iba pasando, nos acordamos de nuestra hermana y también guardamos unos para ella.

Después de salir hacia el pasillo principal, yo lo manejé a una velocidad considerable que me permitiera poder subir mis pies en él. Me gustaba sentir esa pequeña adrenalina de saber que te podías caer en cualquier momento y aun así no detenerse. Cuando llegamos al área de fríos, me bajé del carrito y tomé unas cuantas Dr. Pepper, y también algunos potes de helado de diferentes sabores. Al final decidimos ir por unas cuantas bolsas de gomitas.

—Estos últimos días te he visto feliz, ¿se debe al chico que te gusta de la escuela? —preguntó.

Me sonrojé al pensar en Alex.

—No lo sé, puede ser.

—¿Sabes? Como tu hermano menor siempre supe que algún día él se daría cuenta de la gran chica que eres.

—¿En serio? Pensé que era alguien fea a la que disfrutas molestar en cada oportunidad que tienes —me burlé.

—Lo eres algunas veces.

Esto no es un cliché, ¿o sí? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora