15. El plan

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Capítulo Quince

El plan

Nunca habría imaginado lo placentera que podía llegar a ser la compañía de una banca. Solo hemos sido ella y yo en estas últimas tres semanas. Aún no me creo que haya pasado un mes desde todo lo que pasó. No saben cuánto desearía decir que el dolor se ha apaciguado. En cambio, solo ha incrementado, con la diferencia de que ahora lo veo con otros ojos. Unos que podrían considerarse un poco más maduros. Entendí que existen ocasiones en las que creemos que alguien es para nosotros, e intentamos aferrarnos con todas nuestras fuerzas. Eso está mal, no porque una persona nos gusté significa que debe estar a nuestro lado.

Una vez leí un tweet de Will Smith que decía:

"Nunca te apegues demasiado a alguien, porque los apegos generan expectativas y las expectativas conducen a la decepción."

Nunca en mi vida un tweet había tenido tanto sentido, y no me avergüenza decir que eso fue exactamente lo que sucedió con Alex. En cada ocasión que pasaba a su lado, solo me iba apegando cada vez más a su persona.

Es irreal cómo el amor nos puede cegar hasta cierto punto en el que dejamos que toda la responsabilidad caiga sobre la otra persona. Sin saber que ambos son los que tienen que dirigir el timón para no dejar que la marea alta hunda el barco de la confianza. Así que acepto que tuve cierta culpa en dejarle toda la responsabilidad.

—Aquí es en dónde te has estado escondiendo estos últimos días —la voz de Zoé me hizo abrir los ojos.

—¿Quién les dijo que estaba aquí? —soné un poco irritada de que hayan encontrado mi escondite.

—Brianna —respondió Mikayla.

—Más tarde tendré que decirle que se meta en sus propios asuntos —murmuré.

Amabas se sentaron a mi lado, una en cada extremo, como si planearan acorralarme.

Me enderecé.

—¿Para qué me buscaban? —indagué.

Zoé me sonrió.

—¿Cómo sabes qué queremos algo?

—Ya las conozco —las observé a ambas y sus miradas escondían algo de picardía—. Además, pensé que habían entendido que quería estar sola.

Mikayla puso los ojos en blanco.

—Ay, vamos, deja ese papel de víctima.

—¿Disculpa? —pregunté, indignada.

—Lo que escuchaste, ya te di el tiempo que necesitabas para lloriquear todo lo que tus ojos te permitieran. Ahora es momento de limpiarte esas lágrimas y salir adelante. Ya le has dado demasiado de tu tiempo a ese idiota. ¿Acaso piensas dejarte caer por su culpa?

Negué con mi cabeza.

—No.

—Eso quería escuchar —sonrió.

—Caleb dará una fiesta esta noche, y queremos que vengas con nosotras. Necesitas salir y distraerte un poco.

Oh, no.

Esto no es un cliché, ¿o sí? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora