Treceava parte

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_-Treceava parte
        _Cálido: Segunda parte_

El primer recuerdo que tienen los niños en su cabeza es el más importante, a pesar de que la mayoría no lo recuerde guarda una parte muy importante de su forma de ser, su personalidad, lo que sentirá por dentro y lo que expresará a los demás. Algunos son felices con sonrisas eternas, o una curiosidad contagiosa, aveces el primer amor predomina en los recuerdos o simplemente la timidez. Pero en algunos casos, todo es al revés.
El primer recuerdo que tenía él, era amargo. Todo en su niñez fue amargo, frío y solitario.

Siempre estaba en un rincón agachado, temblaba tomando sus piernas mientras escondía su cabeza entre las mismas. Estaba llorando en silencio como otras mil veces por un desastre que había hecho. El no tenía la culpa, su primo le había empujado por las escaleras y él había tirado el florero favorito de su tía que estaba al final del peldaño sobre un estante de madera.
Inmediatamente Dudley le había echado la culpa quedando como el inocente niño que nunca hacía nada y él la maldición de la familia perfecta. Sus tíos le habían empezado a gritar jalando su cabello y golpeando sus hombros y espalda como castigo, dejándolo tirado sin el desayuno ni almuerzo y con suerte si se disculpaba podría tener las sobras de la cena.

-¿Tienes hambre? Se que fui malo, lo lamento, pero ten yo no quiero esto- Su primo se había parado frente a él con una sonrisa burlona y un trozo de carne en sus manos -vamos, comelo- sin cuidado lo tiró al suelo apuntandolo insistiendo en que lo comiera.
Sabía que era mentira, sabía que era una trampa. Pero tenía tanta hambre que simplemente podía comer del suelo la carne como un perro para poder sentirse mejor.
Se acercó al suelo tomándolo con las manos para morderla pero Dudley las pisó diciendo que la quería debía tomarla con la boca.
Tragó saliva agachando la boca hasta la carne mordiendola suavemente, estaba fría. Cuando se iba a levantar algo lo volvió a tirar abajo dejando toda su cara pegada a la madera del suelo.

-Deberías inclinar te así siempre como el maldito perro que eres- se burló de él golpeando con su pie la cabeza del niño.

-¡No! Por favor, me duele- su primo se enojó ante sus palabras golpeando lo nuevamente con más fuerza.

-¡No me grites maldito cerdo! ¡Si no aceptas mi amabilidad entonces te mataré pequeña mierda! ¡Papá Harry se esta comiendo mi carne, el me quitó mi comida! - gritó golpeando por ultima vez su cabeza antes de separarce y fingir un llanto continuo. El pequeño supo en seguida que era mejor pasar hambre que confíar en Dudley de nuevo.

-¡Tu maldito! ¿Cómo te atreves a comerte la comida de mi pequeño? Con todo lo que hemos hecho por ti y le haces eso al niño ¡Ahora verás, dejarte sin comer o fue suficiente castigo para ti! - Su tío se acercó peligrosamente a él para  tomarlo y estampar lo en la pared golpeando su cuerpo con la correa que tenía siempre a mano. Su cuerpo dolía, ardía en cada golpe que daba en sus brazos, su espalda y parte de su pierna. Sus gritos no lo detuvieron, siguió golpeando su cuerpo mientras Dudley le miraba con una sonrisa sádica. Quería llorar, el solo tenía hambre ¿Era malo? ¿Porque él era el malo? Dudley se merecía esos golpes, el era el malo, a él debía dolerle ¡El debía sufrir!

Las ventanas de un segundo a otro explotaron llevando los cristales hacia el suelo, parte del sofá y los estantes, pero lo que más sufrió daño fue la piel de Dudley quien estaba más cerca de la ventana. Sus gritos dejaron que su tío lo soltara cayendo al suelo si poder levantarse nuevamente. No supo en qué momento los gritos pasaron a ser un silencio abrumador, cuando despertó de su shock Dudley ya no estaba en su lugar si no que unas gotas de sangre en el suelo, supuso que fueron al hospital por las cortaduras.
Se levantó temblando cayendo nuevamente por el dolor que inundaba su cuerpo. Quería gritar y llorar, pero tenía miedo, tenía demasiado miedo. Como pudo se arrastró hasta la alacena en donde estaba su colchón maltratado, se acostó tratando de tener el menor dolor posible en su cuerpo, tenía que dormir. Así pasaría todo y nada malo le ocurríria, al menos estaría bien hasta que sus tíos vuelvan y descarguen su ira con él.

Little BITCHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora