Veintinueveava parte

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_-Veintinueveava parte
             _De nuevo en sus brazos_

En lo poco que llevaba de clases en su primer año como alumno en el colegio se había dado cuenta de dos cosas de gran importancia. La primera -la cual consideraba la menos importante de ambas- era que sus clases simplemente eran de lo más aburridas, los primeros días pudo soportarlo por el hecho de que era un curso nuevo y tal vez comenzaban lento ya que muchos de los que habían entrado venían de familias muggles y jamás habían realizado un hechizo en su vida. Pero al avanzar los días, los cuales se convirtieron en semanas con rapidez, el ritmo de las lecciones no cambiaba. Había aprendido a cambiar de forma toda una cajetilla de cerillas y sus compañeros aún seguían en la primera, sabía que tenía que tener paciencia, pero realmente no comprendía porque no podía tomar clases con los de segundo año siendo que ya él había "cursado" su primer año aún si no era algo formal o legal.
De igual forma aprovechando que eran principiantes y que él llevaba clases extras había logrado sacar varios puntos a su casa aunque eso llevaba al segundo punto.

El segundo punto era el que más le llamaba la atención, resultaba ser de que en el primer día de la clases a pesar de levantarse temprano y esperar la hora del desayuno con paciencia los alumnos los cuales ya conocía he incluso los que no parecían evitarlo de todas formas posible. Al inicio simplemente no le tomó en cuenta, tal vez era por su historial con Draco o por su rama familiar que no llegaba a los estándares de las serpientes.
En el desayuno nadie le hablaba, en las clases nadie se sentaba con él y a pesar de ganar puntos nadie parecía felicitarlo, incluso en los recesos sus compañeros de casa ni le dirigian la mirada, por suerte en los tiempos libres sus amigos de Gryffindor le habían acogido con cariño aunque eso no mejoró su situación en la sala común. Si no que la empeoró.
Siempre creyó que al ser una casa ancestral tan pura con alumnos correctos podría encajar bien, pero al encontrar la primera nota empezaba a dudarlo. La primera nota era un simple papel con pocas palabras pero bastante daba a pensar "¿Porque no moriste esa noche?". Simplemente la tiró a la basura y la ignoro. Pero de esa primera nota pasaron a ser dos, y a los días siguientes fueron cinco, nueve, trece hasta el día anterior que había contado veintitrés.

Realmente no le importaba, a pesar de las palabras hirientes o las amenazas más que asustar le le daba risa, muchos ni siquiera sabían insultar bien y otros parecían que hubieran reprobado jardín de niños y solo habían pasado porque papá había abierto el bolsillo. Cada noche leía sus notas preferidas la cuales le subían él animo de algún modo. Aunque las risas no duraron lo suficiente como para decir que la palabra abuso era un chiste.
Una tarde tras la vuelta de la clase estaba leyendo un libro en la sala común en total tranquilidad hasta que de repente le cayó una cubeta repleta de agua sucia en su cabeza, su uniforme quedó mojado por completo, la tinta dle libro se había corrido dejandolo imposible de leer. En cuanto giró la cabeza observó las sutiles risas de sus compañeros hacia su persona, ¿De verdad tenían once años? Parecían críos de siete. Luego de eso había limpiado la zona en donde estaba y con toda la dignidad que podía tener se fue a su cuarto. Esa noche ya no leyó mas las cartas para reírse.

Pasadas las semanas los abusos habían ido en aumento, de cubetas de agua pasaron a ser empujones, tirones de ropa, burlas al oído y golpes en los pasillos. Extrañamente nadie más parecía darse cuenta de ello, por obvias razones las serpientes no decían nada ante el profesor Snape y este o no se daba cuenta o hacía la vista gorda. Con facilidad podría ir a donde el director o la profesora McGonagall y contar como una víctima los abusos de sus compañeros, pero hasta ahora no lo había hecho. No sabía porque, simplemente no dijo nada.

-¡Harry! Hey, a pasado tiempo ¿No? -una voz acercándose le hizo salir de sus pensamientos, se giró en dirección al castillo y observó a su compañero Deniré dando los últimos pasos hasta llegar a su lado, Harry sonriente le invitó a sentar a su lado apoyándose ambos en el extenso tronco de árbol.

Little BITCHWhere stories live. Discover now