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Krist les rezó a todos los dioses para que la noche no llegara.

Con angustia plasmada en su rostro acarició su vientre, y solo por un pequeño segundo se permitió sonreír al recordar a su cachorrito, ese diminuto pedacito de cielo que había creado con Singto.

No estaba seguro, pues, por más que su madre le asegurara que iba a ayudarlo, él no podía creerle, no cuando sabía que posiblemente la omega sería manejada por Leng Perawat a su antojo. Era triste la manera en la que su madre no luchaba por ser ella misma, aquella dependencia a su alfa le molestaba demasiado, pues, aunque fuera triste, él también dependía mucho de Singto, aunque, con el tiempo estando separados aprendió a manejar solo un poco esa dependencia.

Sus ojos se nublaron ante los malos pensamientos que se arremolinaban en su mente, todos siendo cada vez peores, y es que, estaba totalmente determinado a no perderlo, aún si su mente se empeñaba en repetirle fuertemente sobre lo iluso que sonaba.

Rose tuvo que irse hace no más de una hora, debido a que ahora Leng Perawat y Godx regían la manada de una manera nada agradable y se habían esmerado en crear reglas que dejaban mucho que esperar de un buen líder, siendo las principales, normas que un Omega debía seguir al pie de la letra.

Krist jamás creyó que su raza fuera a ser tan cruelmente tachada y menospreciada, mucho menos por quien fue su padre. Eso fue completamente desalentador y decepcionante.

Estaba decidido, él debía salir de ahí los más pronto posible, pues a pesar de que su olor no se percibiera, el hecho de estar marcado ya representaba un gran peligro tanto para su cachorro como para él.

Vio con horror la puerta siendo abierta, su corazón se aceleró y por inercia llevó sus manos a su vientre, sintió como sus caninos sobresalían y supuso sus ojos cambiaron de color al reconocer ese asqueroso olor a cítricos.

Quiso correr a encerrarse al baño cuando sintió como era tomado bruscamente del cabello para luego ser tirado a la cama.

-Sabes-Dijo el alfa cerrando la puerta con seguro-No pude resistirme.

Krist mostró sus dientes con la intención de alertar al alfa que esta vez no iba a quedarse de manos cruzadas. Sin embargo Godx sonrió con sorna, pues un estúpido omega no iba a hacerle nada, mucho menos sabiendo que él era un alfa y estaba por encima suyo.

-No te atrevas basura-Dijo sacando en cinturón que usó con anterioridad en la mañana para golpearlo.

Krist gruñó importando le muy poco las palabras del alfa.

El primer golpe impactó en su torso, lo que lo llevó a cubrirse con los dos brazos el vientre, con la intención de no dejar que nada dañara a su bebé. Godx ignorante a cualquier cosa volvió a coger del cabello al castaño, hacerlo lo veía como algo excitante, pues tener a su merced a un omega tan malditamente atractivo pero jodidamente rebelde como Krist lo ponía mucho.

El alfa lamió con morbo el cuello del castaño, quien entre gruñidos intentó apartarlo, sus manos se deslizaron hacia la entrepierna del omega donde con fuerza apretó la zona sacando un pequeño gemido de dolor por parte del castaño, quien estaba más que aterrado por el rumbo que tomarían las cosas. Sin consentimiento la misma mano se deslizó dentro de su pantalón, acariciando y masturbando su miembro de manera nada delicada.

No, no, no le repetía su mente totalmente descontrolada y alterada por aquellas asquerosas manos que lo tocaban.

Tan asqueroso.

Así se sentían aquellos toques que recibía sin su consentimiento. No era nada comparado a Singto quien lo trataba como su todo.

Como si fuera su universo.

𝕊𝕠𝕝𝕚𝕥𝕒𝕣𝕚𝕠 (Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora