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Desperté sintiendo el pesado brazo de Adam envolverme y su cálido aliento chocar contra mi nuca. Sonreí feliz pensado en que quería que todas mis mañanas fueran asi. Con sumo cuidado aparté su brazo y me enderece, estire mi cuerpo sentada en la improvisada cama de hojas intentando relajar mis músculos para empezar un nuevo día.

— ¿qué hora es?— escuche como adormilado hablaba Adam rotando su cuerpo para quedar en una posición más cómoda.

Boztece y después me giré para admirar la fornida espalda de Adam. Sonreí y deposite un beso en esta. — tarde— respondí levantándome.

El se quejo y gruñó ignorando lo que dije y se dispuso a dormir un poco más. Tome mi ropa y camine a la laguna en camison para lavarme.

El sonido de la cascada me tranquilizó y la fría agua de la pequeña laguna me erizo la piel cuando sumergí mis pies. Suspiré llena de satisfacción sintiéndome cómoda.

Me desnudé y avente el camisón junto a la ropa limpia en la arena donde no se mojara, sin más me avente al agua. Me perdí escuchando el canto de los pájaros, el suave sonido de la cascada y el aire moviendo los árboles. Flotaba mirando el cielo, agradecía que el agua no era tan profunda. En medio de mi trance de relajación escuché el crujir de unas ramas que indicaban que alguien se acercaba.

Me cubrí con mis manos el pecho y mire hacia dónde provenían los pasos  intentando cubrir con el agua mi desnudez sintiendome nerviosa pues Adam nunca venía cuando era mi turno de asearme. Maldije internamente pues no tenía nada conmigo para defenderme. Los pasos sonaron mas fuerte y grite en una mezcla de espanto y emoción al ver a Elizabeth emerger de entre los arbustos y palmeras.

— casi me matas del susto— exclamé intentando relajar nuevamente mi cuerpo mientras nadaba hacia la orilla. — ¿Que haces aquí? Deberías estar en Singapur.

— ¿acaso creíste que era Adam y venía a unirme para...?— lizzie alzo una ceja pícara.

Aquel comentario me avergonzó, molesta y sonrojada avente agua hacia mi hermana.

Elizabeth me sonrió burlona y sin decir mas tomó la toalla del suelo, la sacudió un poco, la extendió para recibirme en ella y finalmente me ayudo a secarme. Me envolvi en la desgastada tela y una vez que me voltee a ella la encare aún sintiendo las mejillas arder.

— Adam y yo aún no.. tenemos... Ya sabes— dije intentando aclarar algo que tal vez no había necesidad de hacerlo.

— No por mucho— dijo seria con un toque dulce mientras acomodaba un mojado mechón de pelo detrás de mi oreja. Solo pude tragar saliva al pensar en esa posibilidad.

Adam me había visto casi desnuda mientras usaba el camisón para dormir y nadar. Si bien el contacto físico había ido incrementando conforme nuestra relación avanzaba nunca había sentido un toque tan sexual. Siempre me tocaba y me miraba con una adoración y amor que no podía explicar. ¿El acaso pensaría en mi de esa forma? No había visto a Elizabeth por semanas y ella en dos segundos había plantado una duda en mi cabeza que sabía pronto tendría que aclarar.

Elizabeth me sonrió tiernamente al ver mi rostro incómodo y avergonzado, solo me abrazó fuerte. — Te extrañé dav. No sabes cómo me hacías falta.

Abracé a lizzie y la apreté a mi gozando de su cercanía. Había sido demasiado tiempo. — te extrañe más.

Estuvimos aferradas la una a la otra un poco más y después comencé a vestirme.

—¿Consiguieron las provisiones?— pregunto lizzie arrodillándose a la laguna y mojando su rostro con agua fresca.

—Si, incluso el ron—dije colocándome los pantalones — están en el pequeño navío que conseguimos.

Piratas del Caribe: La Maldicion del Perla NegraWhere stories live. Discover now