3.

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Mi cuerpo parecía estar en una especie de transe. Podía sentir el agua alrededor de mí y como poco a poco comenzaba a tragar agua pero no hacia nada, no me podía mover, podía sentir todo pero mi mente procesaba muy lento lo que estaba pasando.

En medio de mi extraño transe sentí unas manos en mi cintura y como alguien me empujaba a lo que creo yo fue la superficie, en cuanto salí del agua escuché que la persona que me sostenía tomaba una bocada de aire antes de volver a sumergirse, yo no pude respirar y no supe como pero lo podia soportar aún ,pero seguía tragando agua.

Mis ojos estaban cerrados pero podía sentir las manos del sujeto por mi cuerpo desasiéndose del vestido, aunque estaba en el agua cuando me despojó de este sentí como si me hubieran quitado mil kilos de encima.

Después de eso todo volvió a ser negro.

...

Deje de sentir esa dolorosa presión en mi abdomen y mi cuerpo pareció cobrar vida otra vez y sin evitarlo comencé a toser.

-Jamas hubiera pensado en eso- dijo una voz que no conocía.

Abrí los ojos rapidamente y un poco aturdida mire a los tres hombres que me rodeaban.

-Es porque nunca ha visitado Singapur- le contestó un hombre con rastas, una extraña barba y unos ojos muy oscuros.

Este hombre me miró asegurándose que estaba bien pero después miró mi cuello y su miraba cambió.

- ¿donde lo consiguió?- me preguntó serio el hombre tomando el medallón que Elizabeth me había encargado antes de bajarnos del carruaje.

Lo miré aterrada sin saber qué más decir.

-De pie- escuché la voz del Comodoro que llegó con varios hombres armados. El hombre de rastas se levantó pero me siguió mirando con interés.

-Davina- escuché la voz de mi papá que llegó, me levanto y me envolvió en su abrigo-¿Mi niña estás bien?- me preguntó mientras me revisaba el cuerpo.

-Si- dije aturdida sintiendo la sal en la boca y como mi cuerpo parecia dolerme hasta la conciencia.

Mi padre me miró asegurándose que estaba bien y después miró a los hombres que estaban alrededor de mí, notó que uno de ellos tenía mi corset en mano. Los hombres que ahora podía ver eran soldados a excepción del que tenía barba extraña como cobardes le hecharon la culpa a este.

- Al paredón- sentenció papá mirando con rabia a aquel hombre.

-Papa no- dije mirándolo suplicante, ese hombre habia salvado mi vida-¿acaso quieres matar a mi rescatador?- papá me miró dudoso pero después miro al Comodoro? que me miraba atento y después con un movimiento de mano todos bajaron sus armas.

El hombre sentenciado me miró agradecido.

Entre los hombres soldados que estaban presentes pude distinguir al mismísimo Adam O'Connell que me miraba atento con sus ojos llenos de miedo y preocupación. Verlo entre mis rescatadores me hizo sentir un vuelco en el corazón que no supe cómo disimularlo.

Ambos intercambiamos miradas y no supe él por que pero sentí una conexión con él.

-Cuelguenlo- exclamó mi papá enojado colocándome entre el Comodoro y el.

-tenganlo en la mira- ordenó el Comodoro y todos apuntaron al hombre, ¿que me perdí? Hace un segundo le habían perdonado la vida- y alguien busque unos grilletes. Vaya vaya capitán Jack sparrow- dijo burlón el Comodoro al ver una extraña marca en el brazo del hombre.

Piratas del Caribe: La Maldicion del Perla NegraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora