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Las ciudades quedaron muy dañadas por la pelea contra los villanos, pero lo que más se afecto fue la fe ciega de los ciudadanos hacia los héroes.

Algo que para muchos, es algo bueno pero para otros no lo es.

Pues aquello les permitió ver que no todos los héroes son buenos, y que no por tener ese título, pueden hacer lo que quieran.

Pero no sólo fue eso, si no que ellos mismos aumentaban el ego de los héroes, alabándolos por cualquier cosa o apoyándolos hasta por la más pequeña tontería

Algo que estaba mal, pues muchos se hicieron inútiles e insensibles.

Cuántas veces pudieron ayudar a otra persona, pero se tuvieron que esperar a que un héroe llegara?

Ya vendrá un héroe a salvarte.

Esa era la frase que muchos utilizaban para ignorar el dolor ajeno y continuar con sus vidas.

Algo que estaba mal, pues no se daban cuenta del daño que podían provocar a los demás, pues tal vez ese héroe nunca llegó.

Aquellos pensamientos estaban cambiando la manera de actuar de muchos, provocando un gran cambio en la sociedad.

Pero esto no le importaba a cierto peliverde, pues ahora estaba más enfocado en admirarse en el espejo, observando su belleza con ese traje blanco que se ajustaba perfectamente a su cuerpo.

Aún no podía creer que se fuera a casar con el amor de su vida.

Bajo su mirada para ver ese anillo de oro en su dedo, Aizawa se lo había dado cuando le pidió matrimonio.

Sé que no es el mejor momento para pedirte esto, pero no quiero dejar pasar más tiempo, deseo compartir mi vida a tu lado, deseo que cada mañana pueda admirar tu bello rostro y que me permitas escuchar tu hermosa voz.

Que pueda llevarte de la mano, y que con ese anillo demostremos al mundo que nuestro amor supera cualquier límite.

Por favor izuku, permíteme ser tu esposo.

Aquellas palabras se las había dicho su pareja, en aquel parque lleno de flores y rodeado de sus pequeños que sólo maullaban de felicidad al entender lo que su padre estaba haciendo.

En esos momentos su mente se quedó en blanco, pero se lanzó a sus brazos mientras asentía con la cabeza, las palabras no salían de su boca, pero al menos pudo responder al mensaje.

Recordar aquel momento, lo hacía chillar de felicidad, sin pensarlo su cola gatuna comenzó a moverse de lado a lado, mientras soltaba pequeños ronroneos.

Aquella acción era vista por Sansa, el cual no se atrevía a entrar, para no romper los recuerdos del peliverde.

Pero esto no le importo a los Gatitos que entraron para trepar por el pantalón de su madre.

¡Oigan! - izuku como pudo sostuvo a los pequeños en sus brazos, escuchando sus ronroneos y sintiendo como algunos olfateaban las flores que estaban en su saco.

Es hora, izuku -

El peliverde solo miró a la persona que consideraba una madre para él, un pequeño sonrojo adorno sus mejillas, mientras asentía con la cabeza.

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Mi Gato - aizawa x dekuWhere stories live. Discover now