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Gatos, aquellos seres domésticos que nos deleitan con su presencia y compañía.

Pará la mayoría de las personas, estos animales son tiernos y lindos, sus expresiones junto con sus acciones hacen que nuestros días se llenen de alegría.

Por qué ¿Quién no amaría esos bellos ojos brillosos, esas mullidas patas, esos ronroneos y esos mullidos?

Es obvio que esos pequeños mininos son la viva imagen de la belleza, de la elegancia, de la paciencia y la tranquilidad.

Pero para cierto rubio esto era una vil mentira.

Se encontraba sentado en su cama con grandes ojeras en sus ojos, el cansancio y el fastidio se puede apreciar en su rostro.

Un tic apareció en su ceja al escuchar aquel sonido tan conocido para él.

Maullidos.

Una increíble y espectacular sinfonía de un canto gatuno, aquella melodía se podía escuchar en todo ese cuarto, lo que provocaba que el rubio no logrará saber de dónde provenía ese ruido.

Se acostó en su cama y se colocó su almohada sobre su cabeza tratando de eliminar aquel ruido.

Pero parecía que sus acciones eran mal vistas pues el canto aumentó en volumen.

Basta... Basta - susurraba queriendo llorar por la impotencia que sentía al no poder combatir con algo así.

Pero parecía que su sufrimiento no les importaba a sus agresores pues en el techo comenzaron a escucharse pequeños pasos y algunas peleas.

Los muy malditos estaban dándose una gran fiesta en su techo.

Hizashi se levantó de un salto y se colocó un suéter, esta vez no se dejaría vencer.

Ya llevaba 4 días con el mismo problema, esos maullidos y esas peleas no lo dejaban dormir, lo que provocaba que en todo el día estuviera con sueño y con un mal carácter.

Maldecía que su cuarto estuviera en el último piso.

Abrió su puerta pero al dar el primer paso, se detuvo al sentir como pisaba algo blandito.

No.. No - cerró sus ojos, había olvidado ese pequeño detalle.

Pues cada día, en la entrada de su habitación, siempre había una pequeña sorpresa. Algo suavecito de color café.

Algo que le daba asco y que siempre debía de limpiar, pues el olor era muy penetrante.

Hizashi trató de olvidarlo y continuó su camino. Que más daba si su pantufla estaba manchada ya no podía hacer nada.

Subió al techo donde se encontró con esa manada de gatos que jugaban entre ellos

Algunos se correteaban, otros maullaban a la luna, algunos comenzaban con los preparativos para sus nuevos cachorros. Toda una fiesta de adultos.

Apretó los puños con fuerza, estaba listo para utilizar su Kosei y poder librarse de esos malditos engendros, pero...

Miau-

Miró hacia arriba donde en aquel tanque de agua se encontraban 5 gatos.

Podía jurar que esos ojos brillaban llenos de maldad.

Desvío su mirada a esas garras que brillaban por la luz de luna.

Uno de esos gatos bajo al suelo, daba pasos pequeños como si analizara sus acciones, como si ese animal sólo jugará con sus nervios.

Hizashi podía jurar que ese animal podía oler su miedo, pues quien no le temería a esas garras que te dejan grandes rasguños.

Estaba tan metido en observar a esos gatos que no se dio cuenta cuando dos de estos comenzaron a empujar la puerta hasta logar cerrarla.

Mi Gato - aizawa x dekuحيث تعيش القصص. اكتشف الآن