Capítulo 33

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Una semana después aún no sabían cómo estaba la jovencita, por primera vez sentía angustia y le parecía extraño; ver a su hermano como si nada le decía que no tenía la misma conexión con ella. Eso era y eso fue siempre; esa conexión que tuvo desde el primer día que la conoció, que vio sus ojos tan parecidos a los de su amada, tal vez no la merezca le había dicho a su padre pero en realidad el que nunca la mereció a ninguna fue él. No pudo proteger a Rebecca y ahora después de quince años tampoco pudo proteger a Lorena. A ningunas, a ningunas, se repitió una y otra vez. Melquiceded no lo hiciste nunca lo hiciste se reprochó una y otra vez con castigo.

-Yo no puedo dejar de pensar en ella ¿Sabes? Quería matarla -Comentó michael, el psiquiatra había deducido de que él tenía un niver de psicopatía inesta que por ende debía pagar su condena, los gemelos Renato y Reaven tenían un nivel menos alto en psicopatía así que antes pasarían un tiempo en aquel lugar antes de hacerle el próximo examen.

-Te atreves tan solo a decirlo en voz alta -Melquiceded caminó al lado de su hermano, estaban encerrados en la misma cerda.

-Golpeame anda, hazlo, dijiste que no la merecía tenías razón, no sé en que estaba pensando al hacer aquello, yo solo quería estar con ella, con ella, con las dos, tener una vida normal y vivir en una pequeña cabaña a la orilla de un lago, cazar, pescar, decirle que la amo, decirle que conmigo estaba a salvo, ahora no, ahora solo quiero estar muerto -Se sentó en el asfalto, estaba frío pero no le importó. Melquiceded se hecho hacia atrás. Él al igual que su hermano quería una vida con ella, lo entendía. Se sentó a su lado y se quedó mirando a la nada.

-Te entiedo Michael, eres un imbecil y muy tonto, también egoísta, raro y asesino no puedo entender porque eres así pero eso, eso lo entiendo. Yo también prefiero estar muerto como papá.

...

-¡MALKIER BENNETT VISITA! --El oficial tocó las barandillas de la cerda, estaba dormido, lo habían puesto del ala oeste de la cárcel no tan lejos de sus hermanos pero para verse tendría que ser al salir al patio. Se levantó torpemente y acomodó su cabellera rojiza.

Salió detrás del oficial, algunos hombres lo silvaban y otros le gritaban atrocidades. Su corazón se alegró al ver a su madre y ¿un señor mayor? No sabía quién era. La abrazó fuerte y saludó al hombre sentándose en el asiento.

-Veo que ya recibiste un saludo -Señaló su ojo morado, así eso; había recibido algunos golpes al llegar a la cerda su propio compañero se los había propinado-. Y créeme aún te falta así que espero que lo disfrutes -Terminó de decir la señora Beatriz sonriendo, Malkier sonrió afirmando.

--Estaré preparado, y voy a sobrevivir -Dijo aquello en un hilo de voz, suspiro y posó su vista en el hombre.

-De seguro piensa, que viejo tan feo, ¿Quien será? Bueno, si es feo pero... es tu padre -Comentaba la señora Beatriz

-Ya lo sabía -Contesto sin quitarle la mirada, Andrés se removió en su silla, sentía como esos ojos verdes profundizaba en cada segundo su ser -Mi nombre es Malkier, me hubiera gustado conocerte antes, ya sabes --Miro a su alrededor.

-Yo también -Andrés esbozo una sonrisa parándose de la silla, ambos se dieron ese abrazo que tanto esperaban.

-¡Ya es hora! -Gritó el oficial encargado de las visitas.

-Ya es hora -Susurró Malkier, tomó las manos de sus padres por primera vez, tan solo un segundo, en ese segundo, se sintió a salvo pero debía volver.

Ellos Mienten.©//Pronto En Edición Where stories live. Discover now