Capítulo 13.

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10 de Septiembre, 2016.





Serví un poco de café en una taza y lo endulcé, no me gusta tan amargo. Tomé la taza y me la llevé a los labios para darle un sorbo largo. Cerré los ojos unos momentos, aspirando el aroma a café.

Los abrí cuando escuché unos pasos venir en mi dirección.

Es Bruno, saliendo de la habitación mientras se pone su camiseta, cubriendo su torso.

Las cosas entre nosotros estuvieron tensas.

Muy tensas.

No hablábamos, no nos veíamos, nos evitabamos y sobre todo, no teníamos sexo. Después de lo que supe gracias a Monique, preferí darle su espacio para evitar salir insultada cuando él estaba en un debate interno entre sus posibles votos matrimoniales y lo que siente por mí.

No quería otra humillación o que fuera grosero.

Así que le sacaba la vuelta, no fue difícil porque él hizo lo mismo.

Hasta ayer.

Quería verme, me recogió en mi apartamento y me trajo aquí. Y siendo sincera, no me opuse. Y no por el trato, sino porque también lo deseaba, tanto tiempo sin sentirlo, calaba hondo y dolía. Porque he descubierto que realmente me gusta tener sexo, me gusta el placer y la rudeza con la que nuestros cuerpos colisionan.

Es como una droga.

A la que me volví adicta.

Me miró una vez que terminó de ponerse la camiseta.

Carraspeé y señalé la cafetera.

―¿Café? ―Ofrecí.

Él arrugó la nariz y negó con la cabeza.

―No, gracias ―Contestó, pasándose una mano por su cabello muy despeinado. No quiero ni pensar en cómo estará el mío.

―¿No tomas? ―Alcé una ceja.

―No me gusta el café ―Hizo una mueca―. Para ser sincero, lo odio.

Ladeé la cabeza, sonriendo un poco.

―¿Lo odias? ―Repetí―. ¿Y qué tomas por las mañanas?

Se encogió de hombros, caminando el refrigerador para sacar una botella de agua fría.

―No solo existe el café, belleza. Aunque no lo creas, existen el jugo, chocolate, agua y muchas bebidas más ―Comentó y alzó su botella de agua, para reafirmar sus palabras.

Chasqueé con la lengua y le di un sorbo a mi café para después hablar.

―Sé que existe todo eso, no es necesario el sarcasmo.

Hizo un mohín desinteresado antes de beber de su agua. Una vez que terminó, dejó su botella en la encimera y me miró de pies a cabeza. Solo llevo una bata delgada, eso explica su mirada tan hambrienta cuando posa sus ojos en mí.

―Detente. Deja de mirarme así, es aterrador ―Fingí un escalofrío.

Elevó una ceja.

―¿Soy aterrador? ―Cuestionó.

Asentí rápidamente.

―Sí, lo eres y mucho ―Bromeé.

Sonrió un poco y entornó los ojos mientras daba algunos pasos en mi dirección. Cuando estuvo cerca, me quitó la taza de las manos para dejarla sobre la barra y me acercó a su cuerpo, tomándome de la cintura.

Seduciendo a tus demonios © [Destructiva Obsesión #1] ✔✔ EN FÍSICOWhere stories live. Discover now